Recuperaci¨®n
La aplicaci¨®n del plan espa?ol debe servir para corregir sus limitaciones
Tras un ingente trabajo t¨¦cnico, excesivo ruido partidista, intensas negociaciones previas con Bruselas y un escaso nivel de consenso pol¨ªtico apenas compensado por unos mayores intercambios con los agentes econ¨®micos y sociales, el Gobierno aprob¨® ayer el Plan de Recuperaci¨®n, Transformaci¨®n y Resiliencia, en coincidencia con los de Italia, Francia y Alemania, los otros grandes pa¨ªses de la UE. El plan aspira a absorber 70.000 millones de euros en subsidios del programa Next Generation EU, que podr¨ªan duplicarse en pr¨¦stamos que este pa¨ªs tiene preasignados: deber¨¢ solicitarlos cuando la cuant¨ªa dispuesta se revele insuficiente y su encaje se demuestre viable.
Desde este peri¨®dico hemos sostenido que las prioridades e inversiones propuestas est¨¢n razonablemente perfiladas. En cuanto a las reformas estructurales, es pronto para emitir un juicio, ya que varias de las principales requieren a¨²n bastante concreci¨®n. Ser¨ªa deseable, aunque desgraciadamente parezca improbable, un mayor nivel de consenso pol¨ªtico.
Para que el plan se muestre realmente certero en su gran objetivo ¡ªmodernizar el sistema productivo¡ª, la aprobaci¨®n de los proyectos concretos debe pasar ante todo el filtro de su contribuci¨®n a una econom¨ªa m¨¢s competitiva. Son correctos los condicionantes de cohesi¨®n social y territorial, la atenci¨®n a la brecha de g¨¦nero y en general los objetivos sociales, tambi¨¦n porque sin ellos no se entiende una econom¨ªa del siglo XXI. Pero la activaci¨®n de una pol¨ªtica industrial de vanguardia debe ser prioritaria. Un ejemplo concreto: el plan de eficiencia energ¨¦tica en la vivienda tiene virtudes sociales ¡ªentre otras cosas por su intensidad en mano de obra¡ª y ecol¨®gicas; pero ser¨¢ poco transformador si no va de la mano de un eficaz impulso a las capacidades tecnol¨®gicas y productivas en el sector.
La presentaci¨®n del plan italiano por el primer ministro Mario Draghi tambi¨¦n ofrece motivos de reflexi¨®n. Por ejemplo, por su especial ¨¦nfasis en el cambio educativo, de la formaci¨®n, que se antoja inteligente. Otro aspecto mejorable del proyecto espa?ol radica en su gobernanza, muy circunscrita al ¨¢mbito de las administraciones. Los consejos asesores con participaci¨®n de la sociedad civil pueden y deben tomar aliento para asentar la complicidad p¨²blico-privada. Y la colaboraci¨®n de las auditoras con la Intervenci¨®n General de la Administraci¨®n en la vigilancia y control de los proyectos puede realzarla.
Claro est¨¢ que el esquema de gobernanza podr¨ªa haber mejorado desde el inicio de haberse fraguado un consenso pol¨ªtico, con compromisos claros entre Gobierno y oposici¨®n, como ha sucedido en otros pa¨ªses. El caso italiano, con casi todo el arco parlamentario respaldando al Gobierno de Draghi, recuerda que otro clima pol¨ªtico es posible. Pero Espa?a se halla instalada en una din¨¢mica de conflicto pol¨ªtico permanente. La campa?a para las elecciones de Madrid ha exacerbado la polarizaci¨®n, y muy especialmente la deriva del extremismo populista, racista y ultra, que es preocupante. Frente a ello es precisa una inquebrantable firmeza democr¨¢tica. Pero este importante problema no deber¨ªa ser un factor inhibidor de la b¨²squeda de mayores dosis de consenso entre los principales partidos en las pol¨ªticas m¨¢s trascendentales.
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