El pasaporte del ¡®apartheid¡¯
La vacuna contra la covid-19 se ha convertido en el nuevo instrumento global de exclusi¨®n
Los pa¨ªses llamados ¡°ricos¡± o ¡°desarrollados¡± est¨¢n utilizando la covid-19 para crear un nuevo ¡®apartheid¡¯. La primera barrera es la divisi¨®n entre los ¡°vacunados¡± y los ¡°no vacunados¡±. ?Qu¨¦ pasa con los que no tienen vacuna o no tienen la suficiente? La respuesta se encuentra en el lado ¡°pobre¡± o de los ¡°pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo¡±, seg¨²n la jerga que divide el planeta en funci¨®n de la capacidad de consumo. Y hay una segunda barrera: la vacuna de primera clase y la de segunda clase. Los que son bienvenidos al verano europeo son los que tienen una vacuna de marca: Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen. Llamar a este nuevo proyecto de exclusi¨®n ¡°certificado verde¡±, como pretende la Uni¨®n Europea, a?ade una gruesa capa de hipocres¨ªa a un proceso cuyo nombre correcto es apartheid.
Esta vez, la divisi¨®n ya no es por raza o religi¨®n, como en el siglo XX. La vacuna como instrumento de exclusi¨®n muestra que la guerra clim¨¢tica en curso ser¨¢ terrible. La naturaleza est¨¢ siendo destruida, y a mucha m¨¢s velocidad en los pa¨ªses cuyas econom¨ªas se basan en la exportaci¨®n de materias primas. La corrosi¨®n de los h¨¢bitats libera virus antes restringidos a los animales, lo que aumenta el n¨²mero, la frecuencia y la gravedad de las pandemias. Los laboratorios, ubicados en su mayor¨ªa en pa¨ªses ricos, desarrollan vacunas que se utilizar¨¢n primero para inmunizar a su propia poblaci¨®n. Y luego los pa¨ªses crean un pasaporte u otros controles con el objetivo loable de reducir el n¨²mero de muertes. Pero ?qui¨¦n se queda fuera?
La covid-19 inaugura una raz¨®n ¡°humanitaria¡± para detener a los desesperados del planeta en las fronteras: pueden llevar un microorganismo letal. As¨ª, los que siempre han sido tratados como virus humanos, excepto cuando necesitan convertirse en carne barata para los ricos, se quedar¨¢n fuera por una raz¨®n justificable. O, ya dentro de estos pa¨ªses, a menudo no est¨¢n incluidos en los planes de vacunaci¨®n. Afirmar que los certificados, tengan la forma y el nombre que tengan, no son obligatorios es otra hipocres¨ªa.
Los argumentos sanitarios son leg¨ªtimos, al igual que la discusi¨®n sobre la mayor o menor eficacia de las vacunas. La cuesti¨®n, sin embargo, es qu¨¦ hacen con esta informaci¨®n la Uni¨®n Europea y otros pa¨ªses ricos de fuera del bloque. Una vez m¨¢s, ante la crisis, la respuesta es levantar muros en lugar de cruzarlos para tender la mano a los que pueden menos. El debate, una vez m¨¢s, es c¨®mo proteger a sus ciudadanos de los que pueden menos, y pueden menos por razones hist¨®ricas y geopol¨ªticas provocadas directamente por los que pueden m¨¢s. Ante la destrucci¨®n de la naturaleza y el consiguiente aumento de pandemias, urge otro tipo de pensamiento y acci¨®n, otro tipo de sociedad global. Desgraciadamente, lo que estamos presenciando es el primer cap¨ªtulo oficial del apartheid clim¨¢tico.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza.
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