Lo malo de ganar, lo bueno de perder
Esto no va de buenos o malos, de feos o guapos. Ahora nos importa saber qui¨¦n es el m¨¢s listo, el mejor gestor, el de las mejores ideas. Y el que trabaja para todos, no solo para los suyos
Lo malo de la pol¨ªtica es que la mayor¨ªa de los actores que en ella participan no hacen declaraciones diciendo lo que piensan, sino lo que quieren que los ciudadanos pensemos que dicen. Detr¨¢s de cada declaraci¨®n hay, por tanto, una intencionalidad que muchas veces se nos escapa. Por eso es tan dif¨ªcil saber qu¨¦ es lo que est¨¢n haciendo al decir lo que dicen. Una excepci¨®n fueron las ¨²ltimas declaraciones de N¨²?ez Feij¨®o, donde afirma que el PP deber¨ªa propugnar un ¡°cambio de ciclo pol¨ªtico¡± y volver otra vez a ¡°hacer una pol¨ªtica m¨¢s occidental, m¨¢s europea, m¨¢s previsible¡±. Lo que est¨¢ diciendo es claro, que el PP ahora mismo no representa esos valores. Pero lo que est¨¢ haciendo al decir lo que dice es emitir una advertencia; a saber, que no se haga en su partido una lectura err¨®nea de la victoria de Ayuso, que su pol¨ªtica espect¨¢culo es pan para hoy y hambre para ma?ana, que hay que volver a reivindicar la seriedad de la gesti¨®n y que, como se demostr¨® en Galicia, es posible ganar apartando a Vox.
Dicho en otras palabras, que lo malo de ganar es que se da por supuesto que la f¨®rmula que condujo a la victoria siempre es la correcta, pero que eso puede llevar a enga?o, cada coyuntura es diferente. No s¨¦ si me estoy excediendo en mi interpretaci¨®n de lo que Feij¨®o declar¨® en Radio Euzkadi, en todo caso creo que lo que propugna es volver a un PP m¨¢s pr¨®ximo al modelo de Rajoy, m¨¢s ajustado a aquello que, haciendo ahora abstracci¨®n de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, funcion¨® en su momento, la sobriedad y el perfil pragm¨¢tico.
En el otro lado, el de la izquierda, tienen la ventaja de que saben bien cu¨¢les fueron sus errores. Esa es la parte buena de perder. Les derrot¨®, parad¨®jicamente, lo que s¨ª funcion¨® para Ayuso, la confrontaci¨®n y las consignas simplonas. Tambi¨¦n los err¨¢ticos cambios de estrategia en medio de la campa?a y otros peque?os detalles. Ahora mismo lo deben estar analizando con lupa. Entre otras cosas tambi¨¦n, las causas del ¨¦xito de M¨¢s Madrid dentro de su propio bloque. Si as¨ª lo hacen, ver¨¢n que obedece a algo no muy distinto de lo que sugiere Feij¨®o: hablar de los problemas y hacer propuestas de soluci¨®n, siempre, como es obvio, dentro de sus convicciones ideol¨®gicas.
La batalla de Madrid ha tenido la fortuna de sacarnos a la luz un nuevo eje: por un lado, la pol¨ªtica como espect¨¢culo; por otro, la pol¨ªtica como gesti¨®n. La primera se monta sobre el impacto de las consignas f¨¢ciles y resultonas y la escenificaci¨®n moralista de un conflicto escatol¨®gico entre el bien y el mal; la segunda es m¨¢s modesta, no aspira a aplastar al otro, sino a gobernar mejor. Puede que no sea lo m¨¢s excitante, por seco y ¡°tecnocr¨¢tico¡±, pero en esta coyuntura parece casi una utop¨ªa. No habr¨¢ nueva normalidad hasta que no nos recuperemos de las heridas de la pandemia y sus secuelas. Que cada cual nos diga c¨®mo quiere o espera hacerlo y ya veremos qui¨¦n nos convence m¨¢s. Esto no va de buenos o malos, de feos o guapos. Ahora nos importa saber qui¨¦n es el m¨¢s listo, el mejor gestor, el de las mejores ideas. Y el que trabaja para todos, no solo para los suyos.
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