Pong¨¢monos la camiseta, los tiempos cambiar¨¢n
A menudo nuestras simpat¨ªas definitivas con un artista arraigan por razones ajenas a su arte
Cinco a?os despu¨¦s del bombazo de la Cosa Nostra contra el juez Giovanni Falcone, su mujer y ocho escoltas, todos despedazados por orden de Tot¨° Riina, se organiz¨® en 1997 un concierto de homenaje a las v¨ªctimas en Palermo. El agente de David Bowie rehus¨® la invitaci¨®n por la misma raz¨®n por la que deber¨ªa haberla aceptado: ¡°?Un concierto en Palermo contra la Mafia? Cosa de locos. Ser¨ªa como hacer un concierto contra el IRA en Londonderry¡±. Las figuras musicales italianas se dieron de baja con excusas que oscilaban entre el miedo y la desidia: problemas de agenda, una aparici¨®n televisiva, falta de tiempo¡ En definitiva, fue Franco Battiato, siciliano de Catania. Yo recordaba vagamente esa historia m¨ªnima ¡ªdi ayer con ella en la hemeroteca de EL PA?S¡ª porque me impact¨® en su momento, y con ella empec¨¦ a aprender que a menudo nuestras simpat¨ªas definitivas con un artista arraigan por razones ajenas a su arte; termin¨¦ de aprenderlo cuando supe que en ocasiones su arte no se entiende sin razones ajenas a ¨¦l.
Cuando en 2020 Daniel Verd¨² escribi¨® de Battiato que hab¨ªa abandonado la vida p¨²blica en un ¡°viaje silencioso y tan misterioso como el universo del que se sirvi¨® para construir su obra¡± prefer¨ª pensar en Giovanni Morifet antes que en la enfermedad. En 1520 el fraile Morifet, con voluntad y prop¨®sito m¨¢s ortodoxo, cav¨® una peque?a cueva en la que pasar el resto de sus d¨ªas sin volver a tener relaci¨®n nunca con humanos. Esta historia la supo Battiato porque verane¨® varias veces en Scicli, el pueblo siciliano en el que Giovanni Morifet fund¨® el convento de la Cruz y, despu¨¦s, su radical soledad, y el m¨²sico qued¨® impresionado, seg¨²n la prensa local, por la historia de Morifet (bien es cierto que al estar veraneando con Willem Dafoe, cualquiera es propenso a que las cosas le impresionen).
Para entonces Battiato ya hab¨ªa entrado y salido de la pol¨ªtica por las bravas, cuando como consejero de Cultura de Sicilia dijo que el Parlamento estaba lleno de ¡°putas capaces de cualquier cosa¡±. S¨®lo las parlamentarias se dieron por aludidas para enfado de Battiato, que aclar¨®, en la mejor rectificaci¨®n de todos los tiempos, que se refer¨ªa a ellas y ellos. Le llamaron ¡°sexista¡±, e Isabel Ib¨¢?ez, periodista de El Correo, escribi¨® un titular primoroso: ¡°Si Battiato es sexista, Italia se merece a Berlusconi¡±.
N¨®madas fue el primer disco del que me enamor¨¦ y Prospettiva Nevski la canci¨®n de la que morir¨¦ enamorado. Ten¨ªa 10 a?os y no sab¨ªa que escuchar a Battiato era guay, as¨ª que con el tiempo he explotado esa casualidad hasta el extremo de escribir un libro. En realidad hab¨ªa empezado a poner el disco porque el de la portada se parec¨ªa a mi padre, un tipo de gafas y nariz grande. Fue la compa?¨ªa m¨¢s fiel que tuve durante los a?os que pas¨¦ ayudando en la recepci¨®n de un hotelito que mi familia tiene en el pueblo. Cuando a lo lejos suena alguna de sus canciones no solo puedo recordar los versos sino los nombres y apellidos de los hu¨¦spedes del hotel a los que en ese momento les estaba haciendo la ficha de entrada. De aquel tiempo guardo una admiraci¨®n insobornable por Battiato, y cuando estuve preparado escrib¨ª una novela alrededor de la sombra de aquel padre y el disco de aquel artista, y a los protagonistas les llam¨¦ Tamburino, no por Dylan sino por el Bandiera Bianca de Battiato, y Elvis no por Presley sino por Elvis Karlsson de Mar¨ªa Gripe porque cuando somos ni?os a veces s¨®lo podemos elegir qui¨¦n nos quiebra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.