Renovarse o morir
La izquierda deber¨ªa volver a la f¨®rmula pol¨ªtica que mejor ha funcionado en la historia: la comprometida con la democracia parlamentaria y el mercado libre complementado con un Estado de bienestar
Los an¨¢lisis que circulan sobre la abrumadora derrota de la izquierda en Madrid tienden a ser coyunturales, relacion¨¢ndola con la pandemia, errores de la campa?a, mala elecci¨®n o deslices de los candidatos. Pero hay un argumento repetido que creo m¨¢s revelador: un reproche a los votantes, a los que se acusa de carecer de la racionalidad esperable en ellos, de traicionar o desconoce sus verdaderos intereses. Lo que no pueden comprender (Monedero dixit) es que el pueblo haya re...
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Los an¨¢lisis que circulan sobre la abrumadora derrota de la izquierda en Madrid tienden a ser coyunturales, relacion¨¢ndola con la pandemia, errores de la campa?a, mala elecci¨®n o deslices de los candidatos. Pero hay un argumento repetido que creo m¨¢s revelador: un reproche a los votantes, a los que se acusa de carecer de la racionalidad esperable en ellos, de traicionar o desconoce sus verdaderos intereses. Lo que no pueden comprender (Monedero dixit) es que el pueblo haya regalado el poder a sus enemigos, a los que viven de ¨¦l, a los que le oprimen, a sus ¡°se?oritos¡±.?No ser¨¢ que, en vez de ser tontos o traidores los votantes, los esquemas explicativos de la izquierda son inadecuados?
Hablar de ¡°izquierda¡± es, por supuesto, simplificar (como hablar de ¡°derecha¡±). Hay varias y diversas, procedentes sobre todo de dos familias: la revolucionaria o comunista y la reformista o socialdem¨®crata. Pero ellos mismos se meten en un solo saco al llamarse ¡°fuerzas progresistas¡±. Supongamos que es as¨ª, que existe esta unidad, hagamos de ella un tipo ideal y analicemos su esquema mental b¨¢sico.
El vocablo mismo ¡°progresista¡± dice mucho, porque el primer art¨ªculo de su fe es la idea del progreso, la creencia en que las sociedades humanas caminan desde la ignorancia, la opresi¨®n y la miseria hacia la cultura, la libertad y el bienestar. Un avance que la izquierda defiende y al que la derecha (reacci¨®n) se opone. El progresista, claro, act¨²a por idealismo, por principios (le atraen la libertad, la justicia, la cultura); el reaccionario, en cambio, por mezquino inter¨¦s, por mantener su privilegiada situaci¨®n en la jerarqu¨ªa social.
El segundo pilar de su esquema es la lucha de clases. Que supone hoy un enfrentamiento burgues¨ªa-proletariado, o patronos-trabajadores, abocado a un inexorable triunfo de los segundos, que limitar¨¢n o eliminar¨¢n la propiedad privada (origen ¨²ltimo de todos los conflictos sociales).
Sobre este planteamiento, lo primero que destaca es su antig¨¹edad (la idea del progreso viene del siglo XVIII; la lucha de clases, del XIX). Y su manique¨ªsmo. Y su insufrible superioridad moral. La humanidad, sin duda, ha progresado. Hoy se alimenta mejor, vive m¨¢s a?os, es m¨¢s culta y soporta menos opresi¨®n pol¨ªtica que hace mil a?os. Pero no todo progreso es avance: recuerden los destrozos ambientales; o experimentos pol¨ªticos, como comunismo y fascismo, que parecieron modernos frente al ¡°caduco parlamentarismo liberal¡± y resultaron ser locuras criminales.
Que el n¨²cleo de los conflictos de nuestra sociedad sea su divisi¨®n en dos clases, irremediablemente enfrentadas, es otra simpleza. ?Qui¨¦n no es ¡°trabajador¡± hoy? ?Un aut¨®nomo es un patrono? Como lo es plantear como principal dilema actual la estatalizaci¨®n de la econom¨ªa frente al neo-liberalismo salvaje. Estos son los polos antag¨®nicos de un discurso catastrofista. Aparte de que muchos de los problemas modernos no son econ¨®micos, sino identitarios, culturales, ecol¨®gicos o relacionados con el derecho al ocio o la salud mental.
Este ¡°izquierdista¡± ideal que dibujamos, obsesionado con la igualdad, relega la libertad a segundo plano. Y la libertad, adem¨¢s de muy atractiva, es la clave de la creatividad, del crecimiento. Pero es que nuestro izquierdista tipo, pese a que dice que la econom¨ªa es la clave de todo, se despreocupa del crecimiento econ¨®mico. Si hay una libertad a la que ¨¦l detesta especialmente es la libertad de mercado. La suprimir¨ªa sin vacilar en su econom¨ªa nacionalizada o fuertemente regulada. Sin embargo, las econom¨ªas colectivizadas han demostrado ser paralizantes. El mercado libre ha sido, en general, m¨¢s creativo. Otra cosa que la izquierda podr¨ªa reconocer alg¨²n d¨ªa.
En vez de hacerlo, se muestra tolerante con el comunismo, o los restos de comunismo: en Cuba no habr¨¢ libertad, concede, pero hay educaci¨®n o sanidad para todo el mundo... Lo cual le distancia del ciudadano actual, que ni en su peor pesadilla quiere vivir en Cuba (o Corea del Norte, o Venezuela; por no hablar de la URSS de Stalin o la Europa oriental anterior a 1989). ?Por qu¨¦ no abjura la izquierda, de una vez, del comunismo? Como hizo con el marxismo la SPD alemana en Bad Godesberg, o el PSOE, forzado por Gonz¨¢lez, en 1979. Al rev¨¦s, en el Gobierno espa?ol actual sigue habiendo comunistas confesos. ?Creen que eso les da votos?
En resumen, la izquierda deber¨ªa partir de la f¨®rmula pol¨ªtica que mejor ha funcionado en la historia humana: la socialdemocracia europea anterior a 1980. Que se compromet¨ªa con la democracia parlamentaria y el mercado libre como motor del crecimiento econ¨®mico, aunque complementado con un Estado de Bienestar o colch¨®n protector para los m¨¢s d¨¦biles. Sobre ese t¨¢ndem dirigi¨® econom¨ªas boyantes y gan¨® elecciones durante cuarenta a?os. Le desprestigi¨® su monopolio del poder, el clientelismo, la burocratizaci¨®n, el exceso de impuestos, la mala gesti¨®n de los servicios p¨²blicos, los frenos que todo ello supon¨ªa para el crecimiento econ¨®mico. C¨¦ntrese, pues, en esos problemas. Proponga un mercado regulado pero no dirigido, pol¨ªticas fiscales redistributivas, derechos sociales, educaci¨®n de calidad y accesible a todos, administraci¨®n p¨²blica eficaz y controlada por los ciudadanos, defensa de los derechos de minor¨ªas culturales o de g¨¦nero (que no consiste s¨®lo en hablar de ¡°ellos y ellas y elles¡±; lo que a?ade a su moralina una pedanter¨ªa muy alejada de ese pueblo al que dice defender)¡
C¨¦ntrese, sobre todo (la izquierda; o la derecha, qu¨¦ m¨¢s da; quien quiera gobernar bien), en problemas pol¨ªticos, porque es lo propio de la pugna pol¨ªtica; y porque es la clave de todo lo dem¨¢s. Un Estado ineficaz no puede resolver nada. El Estado debe funcionar, gestionar bien, la burocracia debe estar preparada e imbuida de sentido de servicio p¨²blico. ?A qui¨¦n se le ocurrir¨ªa poner la econom¨ªa en manos de una burocracia corrupta e incompetente? Antepongamos a cualquier otra exigencia la buena gobernanza y el fortalecimiento del Estado de Derecho. Porque s¨®lo un poder controlado y limitado, pero eficaz, permitir¨¢ aumentar a la vez la igualdad y la libertad.
En el caso espa?ol, a todo esto se a?ade un problema de la m¨¢xima gravedad: la organizaci¨®n territorial del poder. Para el que la izquierda nunca ha sabido ofrecer una soluci¨®n clara. Cargada de mala conciencia ante un espa?olismo asociado al franquismo, coquetea con los nacionalistas perif¨¦ricos. El gobierno actual lleg¨® a serlo con el apoyo de ERC y Bildu. Con lo que regal¨® la bandera nacional a la derecha. Elabore y defienda de una vez el PSOE una propuesta seria de reorganizaci¨®n territorial del Estado, un federalismo completo, con clara delimitaci¨®n de competencias y adscripci¨®n de recursos, con ¨®rganos de coordinaci¨®n (Senado, para empezar) y de arbitraje (Tribunal Constitucional consensuado) y con un compromiso de lealtad que excluya independentismos e intentos de recentralizaci¨®n.
S¨®lo plante¨¢ndose estos temas podr¨¢n los aspirantes a l¨ªderes adecuarse a los tiempos y al lugar en el que viven. Y el electorado dejar¨¢ de verles como anticuados y arrellanados en el poder.
Jos¨¦ ?lvarez Junco es historiador.