Hacia un mundo de nadie
Biden regresar¨¢ a la Casa Blanca con la misma preocupaci¨®n con la que lleg¨® a Europa. EE UU corre el riesgo de ser superada por China como principal poder global
Joe Biden, en su primer viaje a Europa tras la catastr¨®fica presidencia de Donald Trump y el erosionado prestigio de las democracias liberales, se ve forzado a practicar un dif¨ªcil juego con tres bolas simult¨¢neamente en el aire. Complejo cubo de Rubik entre EE UU, en declive; China, en apabullante ascenso; y Europa, emparedada entre los dos gigantes y m¨¢s preocupada por la beligerancia de Rusia en sus fronteras que de la cuesti¨®n china, muy alejada geogr¨¢ficamente. El presidente de EE UU juega el mi¨¦rcoles en terreno neutral, Suiza, el acto de prestidigitaci¨®n m¨¢s intenso de su gira europea: la entrevista con Vlad¨ªmir Putin, el beligerante presidente de Rusia, en el que deber¨¢ tener en cuenta los intereses de una Europa avasallada por un vecino dif¨ªcil que juega a la divisi¨®n de la UE.
Rusia, un pa¨ªs continental, econ¨®micamente enfermo por su dependencia del monocultivo del gas y del petr¨®leo, no es ya considerado por EE UU como una superpotencia. Mientras, el Kremlin act¨²a como si lo fuera atizando el poderoso nacionalismo ruso y considera a Washington como su principal adversario. Al tiempo que redobla la represi¨®n de la disidencia encarcelando y envenenando a sus dirigentes.
La relaci¨®n entre los dos grandes poderes de la Guerra Fr¨ªa nunca ha sido tan sombr¨ªa desde los tiempos de Nikita Kruschev en el poder, cuando el secretario general de la URSS, intimid¨® y jug¨® con el joven presidente John F. Kennedy en la cumbre que mantuvieron en Viena. Asombra rebobinar hoy las minutas de las conversaciones mantenidas por un conservador optimista, Ronald Reagan, y Mija¨ªl Gorbachov, un audaz comunista reformador, entre 1985 y 1988, en cuatro cumbres sucesivas en Ginebra, Reikiavik, Washington y Mosc¨². Dos pol¨ªticos absolutamente opuestos coincidieron en atajar la locura de la destrucci¨®n mutua asegurada. Reagan, utilizando el sistema defensivo conocido como Guerra de las Galaxias, rompi¨® el espinazo de la econom¨ªa sovi¨¦tica. Y, finalmente, EE UU, tambi¨¦n un Papa polaco, adelantaron la implosi¨®n de la URSS. Concluyeron la Guerra Fr¨ªa.
El mi¨¦rcoles, Biden no podr¨¢ ir por la misma senda. Putin es ahora infinitamente m¨¢s fuerte que lo que era entonces Gorbachov. Disuadir a Rusia, que se ha tragado Crimea, desestabilizado Ucrania, pirateado redes digitales estadounidenses, dividido a los aliados occidentales, es un tremendo desaf¨ªo. Imposible de resolver en una primera entrevista personal. Biden buscar¨¢ congelar una m¨ªnima estabilidad estrat¨¦gica.
Tras alistar socios en Europa para defender y recuperar el orden democr¨¢tico basado en el multilateralismo y valores comunes como el sistema m¨¢s atractivo frente a las autocracias y populismos, Biden regresar¨¢ a la Casa Blanca con la misma preocupaci¨®n con la que lleg¨® a Europa. EE UU corre el riesgo de ser superada por China como principal poder global.
Pero el siglo XXI no pertenecer¨¢ a EE UU o a China. Ser¨¢ un mundo de nadie. Un mundo interdependiente sin un centro de gravedad o guardi¨¢n global (Charles A. Kupchan). Con este l¨²cido pron¨®stico del profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown, me despido de esta columna que inici¨¦ en 2008. Gracias a todos los lectores y bienvenidos al nuevo mundo. fgbasterra@gmail.com
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