No usar al Rey
Ayuso comete un grave error al utilizar la jefatura del Estado para sus maniobras pol¨ªticas
La iniciativa de indultar a los presos del proc¨¦s que el Gobierno ha anunciado es un gesto que la oposici¨®n no ha recibido con buenos ojos y que no ha dudado en calificar con unos t¨¦rminos que tienen m¨¢s que ver con el orden moral o simb¨®lico que con la pol¨ªtica. La decisi¨®n puede entra?ar riesgos de todo tipo, y es l¨®gico que en una sociedad democr¨¢tica se debata su alcance y se discuta hasta qu¨¦ punto favorecen la concordia o m¨¢s bien la entorpecen. Lo que est¨¢ ocurriendo, sin embargo, conduce a sacar fuera de quicio cualquier reflexi¨®n sobre la oportunidad de aplicar o no una medida dif¨ªcil y pol¨¦mica y desdibuja por completo tanto los argumentos que puedan darse a favor de los indultos como los que se puedan exhibir en contra. Servirse de palabras como ¡°humillaci¨®n¡± solo contribuye a empantanar cualquier posibilidad de analizar la propuesta del Gobierno con argumentos pol¨ªticos y, por tanto, para calibrar el alcance de su utilidad p¨²blica.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, ha asociado ese concepto de ¡°humillaci¨®n¡± con el rey Felipe VI. Lo grave de establecer ese v¨ªnculo es que desvirt¨²a por completo los cometidos que como jefe de Estado le asigna la Constituci¨®n. El Rey no tiene en una monarqu¨ªa parlamentaria ning¨²n papel ejecutivo ni posibilidad alguna de influir sobre unas medidas de gracia que concede el Gobierno. El l¨ªder del PP, Pablo Casado, intent¨® el lunes corregir discretamente las muy desafortunadas frases pronunciadas por su compa?era de partido el domingo ¡ª¡°?Qu¨¦ va a hacer el rey de Espa?a a partir de ahora? ?Va a firmar esos indultos? ?Lo van a hacer c¨®mplice de esto?¡±¡ª, pero esta inmediatamente volvi¨® a la carga subrayando que ambos pensaban lo mismo. El gesto parece incluso un desaf¨ªo a la autoridad del PP y revela el af¨¢n de acotar un territorio propio que solo puede debilitar a la principal fuerza de la oposici¨®n.
Es, adem¨¢s, un flaco favor el que le hace Ayuso a Felipe VI pues, al apropiarse de su figura, le atribuye unos sentimientos que le est¨¢n vedados como jefe de Estado. Una manera tan fraudulenta de proceder respecto al sistema debilita a la instituci¨®n. Las palabras de Ayuso, adem¨¢s, han dado pie a que algunos partidos que ya de por s¨ª cuestionan el modelo de jefatura de Estado ¡ªUnidas Podemos, ERC, M¨¢s Pa¨ªs o Comprom¨ªs¡ª entren al trapo. La utilizaci¨®n de grandes palabras que apelan a sentimientos identitarios para sumar apoyos a una causa partidista ¡ªo hasta personalista¡ª solo enrarece la discusi¨®n p¨²blica. Es por eso necesario que los pol¨ªticos abandonen los balcones de la l¨ªrica y se sirvan de argumentos para enfrentarse a los de sus adversarios. Abundar en el camino de las met¨¢foras es elegir el choque irracional de las emociones primarias cuando lo que urge es hacer pol¨ªtica de forma responsable.
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