El plan de Col¨®n
La protesta ciudadana es comprensible, pero el PP debe aclarar su propuesta
La manifestaci¨®n celebrada ayer en la madrile?a plaza de Col¨®n represent¨® el leg¨ªtimo derecho de la ciudadan¨ªa a expresar el rechazo a los indultos que el Gobierno previsiblemente conceder¨¢ a los l¨ªderes del proc¨¦s. Hay razones de peso en contra de ellos y es comprensible el anhelo de protesta. El acto, sin embargo, puso en evidencia inquietantes aspectos del movimiento opositor: una da?ina instrumentalizaci¨®n de s¨ªmbolos ¡ªentre ellos, la propia Constituci¨®n Espa?ola¡ª que por su naturaleza institucional ser¨ªa preciso dejar fuera de cualquier patrimonializaci¨®n pol¨ªtica; la ausencia de un plan alternativo por parte del principal partido de la oposici¨®n; y cierto reflejo de divisiva superioridad moral.
Tiene raz¨®n el escritor Andr¨¦s Trapiello cuando afirma que ¡°nadie es facha¡± por rechazar los indultos. Desafortunadamente, en el mismo acto, Rosa D¨ªez ¡ªconfundadora de la plataforma que convocaba la protesta¡ª opt¨® por considerar que los ¡°espa?oles de bien¡± se opondr¨¢n a la medida. ?Qu¨¦ clase de espa?oles ser¨ªan, pues, los que no se oponen? Evidentemente, ni los unos son ¡°fachas¡± ni los otros son menos constitucionalistas solo por esa posici¨®n pol¨ªtica. Los indultos no implican la justificaci¨®n del proc¨¦s ni su concesi¨®n supone la violaci¨®n de la Constituci¨®n, como sostiene D¨ªez. Representan, por el contrario, un instrumento perfectamente constitucional que puede ser entendido ¡ªcon acierto o no¡ª como una v¨ªa para encauzar pol¨ªticamente la cuesti¨®n catalana.
En cuanto a los partidos pol¨ªticos, obviamente tienen el mismo derecho a manifestarse, pero de ellos se espera que adem¨¢s de la condena ofrezcan respuestas elaboradas a los conflictos pol¨ªticos m¨¢s all¨¢ de manifiestos, lemas y marchas. Especialmente del Partido Popular, la principal fuerza de la oposici¨®n, que sigue sin dar pistas expl¨ªcitas sobre la hoja de ruta alternativa que propone para afrontar el pulso catal¨¢n. Recoger firmas para oponerse a los indultos, como ya se hizo hace 15 a?os para rechazar el Estatut, no es una respuesta pol¨ªtica, e implica mantener la misma v¨ªa de enfrentamiento que en parte sembr¨® su posterior fracaso al frente del Gobierno de Rajoy en relaci¨®n a Catalu?a: dos consultas ilegales y una declaraci¨®n unilateral de independencia.
Un buen punto de partida ser¨ªa que el PP asumiera, por el bien de la democracia espa?ola, que no puede considerarse el aut¨¦ntico int¨¦rprete de la Constituci¨®n y verdadero guardi¨¢n de la Jefatura del Estado. Nefastas fueron, en ese sentido, las declaraciones de Isabel D¨ªaz Ayuso interpelando al Rey: ¡°?Qu¨¦ va a hacer, va a firmar esos indultos?¡±. La interpelaci¨®n es de gravedad suficiente como para que el presidente del PP, Pablo Casado, aclarara qu¨¦ piensa al respecto. Tratar de implicar ideol¨®gicamente a la figura del Monarca no solo demuestra un desconocimiento manifiesto del papel que la Constituci¨®n le asigna en una monarqu¨ªa parlamentaria, esto es, la de firmar decretos de indulto si as¨ª lo acuerda el Consejo de Ministros. Tambi¨¦n supone obviar que una de las principales obligaciones de los partidos pol¨ªticos es la de respetar la neutralidad pol¨ªtica del Rey. A quien m¨¢s perjudican esas palabras es al propio Monarca.
Cabe, por ¨²ltimo, notar la significativa ausencia en Col¨®n de tantos dirigentes del PP. El rechazo a los indultos es comprensible: Casado deber¨ªa ahora liderarlo en las instituciones, explicando a los espa?oles cu¨¢l es su plan en relaci¨®n a Catalu?a. Porque a¨²n no lo sabemos.
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