Estados Unidos vuelve a un mundo distinto
El primer viaje internacional de Biden merece buena nota tanto por su planificaci¨®n como por su ejecuci¨®n. Logr¨® marcar un perfil radicalmente distinto al de Trump y restablecer puentes con sus aliados europeos. Pero el mundo unipolar que lideraba ha quedado relegado al pasado
El primer viaje internacional del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, supuso todo un soplo de aire fresco. Desde la cumbre del G-7 en Cornualles hasta su reuni¨®n con el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, en Ginebra, Biden hizo gala de un aplomo y una solvencia que contrastan claramente con los pueriles excesos de su predecesor, Donald Trump. El viaje de Biden mand¨® un mensaje contundente: Estados Unidos vuelve a estar en buenas manos y dichas manos se encuentran tendidas principalmente a sus aliados tradicionales.
Pero el objetivo de Biden es mucho m¨¢s ambicioso: impulsar un cierto renacimiento democr¨¢tico a escala global, en contraposici¨®n a China y otras autocracias. Quedan muchas dudas sobre si el nuevo presidente ser¨¢ capaz de implementar esta visi¨®n. Lo que est¨¢ claro, en cualquier caso, es que no ha tardado en ponerse manos a la obra.
El ¨²ltimo presidente estadounidense que escogi¨® Europa como destino de su viaje inaugural fue Jimmy Carter, en 1977. El tour de Carter arranc¨® en el Reino Unido, donde asisti¨® a una cumbre del G-7, y le llev¨® a Suiza, donde se reuni¨® con el presidente sirio Hafez el Assad (aliado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica). Los paralelismos con el viaje de Biden son f¨¢cilmente distinguibles y, dada su admiraci¨®n por Carter, quiz¨¢ no del todo casuales.
Sin embargo, el mundo ha experimentado cambios extremadamente profundos desde 1977. Tomemos como ejemplo el Reino Unido. Cuando Carter visit¨® el pa¨ªs, este acababa de ingresar en las Comunidades Europeas, decisi¨®n que cont¨® con el posterior refrendo de la ciudadan¨ªa brit¨¢nica. Hoy, el Reino Unido se halla inmerso en la inestabilidad pol¨ªtica tras abandonar la Uni¨®n Europea.
Para Biden, esto requer¨ªa reafirmar la ¡°relaci¨®n especial¡± que mantiene Estados Unidos con el Reino Unido, mediante la adopci¨®n de una nueva Carta del Atl¨¢ntico. Pero tambi¨¦n exig¨ªa un recordatorio al primer ministro Boris Johnson de que el Reino Unido debe cumplir los acuerdos alcanzados con la UE al respecto de Irlanda del Norte. La conclusi¨®n es m¨¢s que evidente: si Biden se ve obligado a escoger entre el Reino Unido y la UE, se decantar¨¢ por la segunda.
El G-7 tambi¨¦n ha cambiado considerablemente desde los tiempos de Carter. Cuando los pa¨ªses del G-7 (Alemania, Canad¨¢, Estados Unidos, Francia, Italia, Jap¨®n y el Reino Unido) se reunieron por primera vez en los a?os setenta, representaban pr¨¢cticamente el 70% del PIB mundial en t¨¦rminos nominales, cuota que mantendr¨ªan hasta finales de siglo. Pero en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, este porcentaje ha ca¨ªdo en picado hasta el 45%.
La apuesta de Biden por robustecer la cooperaci¨®n con el G-7 es digna de alabar, aunque ha producido resultados dispares. Por un lado, las econom¨ªas m¨¢s ricas del mundo contin¨²an qued¨¢ndose muy cortas en sus esfuerzos por proveer de vacunas para la covid a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Por otro lado, el reciente acuerdo del G-7 a favor de un impuesto m¨ªnimo de sociedades del 15% a escala global puede calificarse, como ha se?alado el economista de Harvard Dani Rodrik, de ¡°hist¨®rico¡±.
No obstante, dado el peso cada vez m¨¢s reducido del G-7 a nivel internacional, la adopci¨®n de estos principios por parte de otros pa¨ªses se hace a la vez m¨¢s necesaria y m¨¢s compleja. El siguiente obst¨¢culo a superar ser¨¢ el G-20, donde la propuesta ser¨¢ recibida con reticencias por parte de pa¨ªses como China, cuyas pr¨¢cticas comerciales y en materia de derechos humanos fueron duramente criticadas en el comunicado del G-7.
Tras la reuni¨®n del G7, Biden asisti¨® a una cumbre de la OTAN en Bruselas, que tambi¨¦n dio lugar a un destacable comunicado conjunto. Una vez m¨¢s, el foco se situ¨® sobre China, que fue tildada de ¡°desaf¨ªo¡± y mencionada a la par de Rusia. Esto representa un vuelco m¨¢s que notable para la organizaci¨®n que serv¨ªa como basti¨®n de Occidente contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
El simbolismo y potenciales repercusiones de este vuelco no se le escapan a nadie (a quien menos, a la propia China). Cierto es que Pek¨ªn est¨¢ emprendiendo acciones en ¨¢mbitos militares convencionales y no convencionales que deben ser contrarrestadas. Pero, a menudo, la OTAN no representa el mejor veh¨ªculo para hacerlo, y debe evitar extralimitarse.
Podr¨ªa argumentarse que el posterior encuentro que mantuvo Biden con la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, fue el acontecimiento de menos carga pol¨ªtica de su gira europea. Pero las reuniones entre la Administraci¨®n Biden y altos cargos de la UE tuvieron los efectos m¨¢s tangibles, dado que pusieron tregua a la larga disputa bilateral sobre los subsidios a las compa?¨ªas aeroespaciales Airbus y Boeing. Todos los aranceles impuestos a ra¨ªz de la disputa han quedado suspendidos por un plazo de cinco a?os.
Estados Unidos y la UE tambi¨¦n se comprometieron a resolver sus diferencias sobre el comercio de acero y aluminio antes de final de a?o. Aunque el renovado proteccionismo estadounidense no se evaporar¨¢, y aunque la relaci¨®n comercial entre ambas partes seguir¨¢ siendo tensa, Biden es muy consciente de que ha de establecer prioridades y de que la UE ¡ªla mayor potencia comercial del planeta¡ª tiene muchas cartas en su mano.
El ¨²ltimo compromiso en la agenda de Biden ¡ªsu reuni¨®n con el presidente ruso Vlad¨ªmir Putin¡ª tambi¨¦n reflej¨® los cambios dr¨¢sticos que se han producido desde la Guerra Fr¨ªa. Por descontado, Estados Unidos y Rusia siguen siendo adversarios en m¨²ltiples frentes, y Biden dej¨® claro a Putin que, a diferencia de Trump, no reaccionar¨ªa a las transgresiones rusas mirando hacia otro lado.
Pero carecer¨ªa de sentido estrat¨¦gico tratar a Rusia solamente como un adversario, con lo que Biden est¨¢ intentando llevar a cabo un complicado juego de equilibrios. Mientras Estados Unidos caracteriza a Rusia y China como las puntas de lanza de un bloque autoritario (en consonancia con el comunicado de la OTAN), Biden est¨¢ explorando la posibilidad de alcanzar algunos entendimientos b¨¢sicos con Putin y tal vez incluso de abrir una brecha entre Mosc¨² y Pek¨ªn.
En conjunto, el primer viaje internacional de Biden merece buena nota tanto por su planificaci¨®n como por su ejecuci¨®n. El presidente estadounidense logr¨® marcar un perfil radicalmente distinto al de su predecesor, restablecer puentes con sus aliados europeos, y evidenciar que su pa¨ªs se comportar¨¢ como un actor responsable dentro del sistema multilateral (precisamente lo que Estados Unidos lleva tiempo exigiendo a China).
No obstante, los desacuerdos entre pa¨ªses democr¨¢ticos no desaparecer¨¢n de la noche a la ma?ana, ni Occidente recuperar¨¢ el peso que otrora tuvo en el escenario global. Estados Unidos est¨¢ de vuelta, y sobran motivos de celebraci¨®n. Pero, nos guste o no, el mundo unipolar que lideraba ha quedado relegado al pasado.
Javier Solana es distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de EsadeGeo-Center for Global Economy and Geopolitics.
? Project Syndicate, 2021.
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