Espa?a como tragedia
Cada semana, la comparecencia del Gobierno en el Parlamento para dar cuentas de su gesti¨®n se ha convertido en un combate verbal que nada tiene que envidiar al de los dos hermanos de Ant¨ªgona
Mientras en los jardines de la Residencia de Estudiantes de Madrid, ese templo de la cultura espa?ola y universal (Lorca, Dal¨ª, Bu?uel, tantos otros), asist¨ªa a la representaci¨®n de Ant¨ªgona, pensaba en la vigencia de esa obra escrita ya hace 2.500 a?os y en sus paralelismos con la pol¨ªtica espa?ola de estos tiempos, tan dada al dramatismo y a los excesos verbales y a las exageraciones. En la obra de S¨®focles los excesos verbales y las exageraciones no son tales, son la consideraci¨®n de la vida y sus pasiones que se ten¨ªa cuando se escribi¨®, y el dramatismo va impl¨ªcito en un g¨¦nero, la tragedia, de la que el autor de Ant¨ªgona fue el principal autor de su tiempo, pero en la pol¨ªtica espa?ola solo se sostienen por la voluntad de algunos pol¨ªticos de dramatizarlo todo, haya o no razones para ello.
Cada semana, desde hace ya alg¨²n tiempo, la comparecencia del Gobierno en el Parlamento para dar cuentas de su gesti¨®n, algo a lo que est¨¢ obligado por ley, se ha convertido en un combate verbal que nada tiene que envidiar al de los dos hermanos de Ant¨ªgona, Eteocles y Polinices, al comienzo de la obra ni al que librar¨¢n luego f¨ªsicamente ante las murallas de Tebas delante de todos sus compatriotas. Cierto que en el Parlamento espa?ol, por fortuna, la sangre de verdad no corre (aunque a m¨¢s de uno le gustar¨ªa, me temo), pero las pu?aladas dial¨¦cticas, la agresividad verbal y las descalificaciones personales del contrario podr¨ªan entrar muy bien en la categor¨ªa de tragedia griega tal es el desasosiego que nos producen a quienes las escuchamos por la televisi¨®n o las leemos despu¨¦s en la prensa escrita sin dar cr¨¦dito a veces a nuestros ojos y nuestros o¨ªdos. El discurso del l¨ªder de la oposici¨®n de esta semana, por ejemplo, en respuesta a los indultos a los independentistas catalanes presos por parte del Gobierno fue ¡ªal margen de que se est¨¦ de acuerdo o no con su posici¨®n¡ª m¨¢s propio de un personaje de ¨®pera tr¨¢gica que de un pol¨ªtico moderno y actual, tal era su sobreactuaci¨®n, mientras que el del l¨ªder de la ultraderecha parec¨ªa directamente sacado de la mitolog¨ªa griega: la ira de los dioses, la traici¨®n, la patria sin honor, la sangre derramada in¨²tilmente, la verg¨¹enza... Bastaba cerrar los ojos para escuchar en la televisi¨®n a Ant¨ªgona o a cualquiera de los personajes de su tragedia en lugar de a unos pol¨ªticos del siglo XXI cuya misi¨®n consiste en procurar la normal convivencia y el progreso de sus compatriotas; unos compatriotas que lo que quieren salvo excepciones es cobrar su pensi¨®n de jubilaci¨®n o su sueldo cada mes, que los servicios del pa¨ªs funcionen, que sus infraestructuras sean suficientes y que les dejen en paz. Vamos, lo que esperan de sus pol¨ªticos todos los europeos, hartos ya de discursos y de dramatizaciones despu¨¦s de tanta tragedia vivida en el siglo XX. Pero en Espa?a parece que tampoco en esto somos europeos del todo. Despu¨¦s de d¨¦cadas de relativa calma, nuestro famoso sentimiento tr¨¢gico de la vida ha vuelto a aflorar y aqu¨ª estamos, como Ant¨ªgona, maldiciendo nuestra situaci¨®n en una sobreactuaci¨®n teatral que es m¨¢s pat¨¦tica que cre¨ªble por m¨¢s que pretendan los que la protagonizan. Por mucho que se empe?en, Espa?a no es una tragedia griega sino un pa¨ªs democr¨¢tico y europeo con los mismos problemas o parecidos que los dem¨¢s.
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