Linchamiento en directo de una mujer lesbiana

Si cre¨ªamos que el linchamiento era una realidad arcaica que a¨²n nos puede dejar perplejos en pel¨ªculas grandiosas como La jaur¨ªa humana, pero nunca cerca de nosotros, est¨¢bamos equivocados. Linchado, s¨ª, linchado ha sido Samuel Luiz, un auxiliar de enfermer¨ªa que habr¨¢ estado cuidando a enfermos en su honrosa y corta vida adulta, y que ha muerto a patadas y golpes por una turba enloquecida de chavales de su edad.

Pero hay linchamientos que no se producen con sangre, ni con Marlon Brando, ni con el triste consuelo de una espl¨¦ndida movilizaci¨®n contra la homofobia, o ni siquiera con un Gregory Peck en la defensa como en Matar a un ruise?or. Es el que sufri¨® Dolores V¨¢zquez, condenada por el asesinato de la joven Roc¨ªo Wanninkhof y liberada cuatro a?os despu¨¦s del crimen, despu¨¦s de que el verdadero culpable, el ingl¨¦s Tony Alexander King, depredara a otra chica de similar perfil, Sonia Carabantes, gracias a que andaba suelto mientras la masa se aplacaba, saciada y tranquilizada.

La se?ora V¨¢zquez tuvo la desgracia de ser lesbiana, fr¨ªa, masculina, calculadora, aficionada al k¨¢rate y mil idioteces que una buena cantidad de periodistas subrayaron hasta la saciedad en un linchamiento medi¨¢tico y popular que las masas acompa?aban al grito de ¡°?asesina, asesina!¡± cada vez que ella entraba o sal¨ªa de cualquier lado. Pareja o expareja de la madre de Roc¨ªo, qu¨¦ m¨¢s da, en todo caso hab¨ªa sido y segu¨ªa siendo cercana, colabor¨® en su crianza y llor¨® su crimen. Lo cuenta el documental El caso Wanninkhof-Carabantes, en el que T¨¤nia Ball¨® nos coloca ante un espejo angosto y negro para ver la sociedad que somos capaces de ser (simplona, virulenta, cruel, justiciera, desalmada), y una prensa que se arroga la capacidad de juzgar en plat¨®s convertidos en tribunales. ?ngel Acebes, quien fue ministro del Interior del PP, lleg¨® a decir en sede parlamentaria que V¨¢zquez daba el tipo: ¡°Parec¨ªa reunir el perfil delincuencial m¨¢s veros¨ªmilmente considerado¡±.

Al calor de ese linchamiento medi¨¢tico y popular, el jurado tendi¨® el pulgar hacia el suelo y conden¨® a Dolores V¨¢zquez sin pruebas mientras ella advert¨ªa una verdad como un templo: ¡°Busquen a los culpables. Ah¨ª fuera est¨¢n¡±.

Y as¨ª fue. Al igual que la masa hab¨ªa saciado sus bajos instintos, King saci¨® de nuevo su apetito asesino con la joven Sonia Carabantes, v¨ªctima no solo de ¨¦l, sino de ese linchamiento que hab¨ªa cegado a la turba y a las autoridades. Alguien debe una disculpa a su familia. Alguien debe una disculpa a la se?ora V¨¢zquez. Y alguien debe una disculpa a un colectivo LGTBI que, como vemos, tiene mil y un maneras de sufrir un linchamiento.