¡®El caso Wanninkhof-Carabantes¡¯: el crimen medi¨¢tico perfecto
El documental reconstruye 20 a?os despu¨¦s el doble asesinato y demuestra de qu¨¦ forma puede la prensa dirigir una investigaci¨®n policial y declarar culpable a una inocente con total impunidad
Es menuda y viste de negro. La rodea una nube de periodistas. Sujeta una fotograf¨ªa de su hija y dice: ¡°No, se?ores, esto no es un culebr¨®n ni una pel¨ªcula de Almod¨®var, como se ha dicho. Esto es la desaparici¨®n de mi hija¡±. La que habla es Alicia Hornos, la sufrida madre de Roc¨ªo Wanninkhof, la joven de 19 a?os que desapareci¨® un d¨ªa de octubre de 1999 en la puerta de su casa en Mijas (M¨¢laga), y acab¨® convertida en el epicentro del mayor y m¨¢s rocambolesco error policial y judicial de la historia de Espa?a. Y si son esas declaraciones y no otras las que sirven de apertura a El caso Wanninkhof-Carabantes, necesario y reparador true crime al respecto, es porque de lo que va a hablarse a continuaci¨®n es del peligro de la construcci¨®n de un relato que nada tiene que ver con la verdad pero que, por su perfecci¨®n narrativa, resulta m¨¢s cre¨ªble que la verdad.
El escritor Don DeLillo describi¨® en Libra, la novela que dedic¨® al asesinato de John Fitzgerald Kennedy, de qu¨¦ forma se puede construir a alguien a partir de lo que lleva en su bolsillo. En su caso, el objeto era Lee Harvey Oswald, el supuesto asesino, al que el due?o de un club nocturno abati¨® antes de la que polic¨ªa pudiera interrogarlo. El silencio en su caso estaba asegurado. No lo estaba en el de Dolores V¨¢zquez, la principal acusada por el asesinato de la joven Wanninkhof, pero ella decidi¨® ejercerlo. ¡°Debemos desterrar la idea de que el que calla otorga, porque el silencio es un derecho que no podemos pisar¡±, asegura T¨¤nia Ball¨®, directora del documental que este s¨¢bado se estrena en Docs Barcelona y que el 23 de junio estar¨¢ disponible, v¨ªa Netflix, en todo el mundo. Dolores V¨¢zquez pas¨® 519 d¨ªas en prisi¨®n por un crimen que no cometi¨®, y los siguientes 18 a?os fuera de una Espa?a que, sent¨ªa, la segu¨ªa juzgando.
Retrocedamos. A las tres semanas de la desaparici¨®n de Roc¨ªo Wanninkhof, se encuentra su cuerpo. El estado de descomposici¨®n es tan avanzado que no hay una sola prueba, a menos que cuenten el ADN de la colilla encontrada junto al cuerpo y el rastro de las huellas del coche que pudo haber abandonado all¨ª el cad¨¢ver. Reci¨¦n cerrado el juicio por los cr¨ªmenes de Alc¨¤sser, los medios, ¨¢vidos por entonces de un nuevo caso al que seguir la pista enfebrecidamente, empiezan a presionar a la familia, y a la Polic¨ªa, que, en vista de una nueva alarma social ¡ª¡°nadie quer¨ªa pensar en el azar de que pod¨ªa ocurrirle a cualquiera, otra vez¡±, apunta Ball¨®¡ª, centra su investigaci¨®n en el entorno familiar de la v¨ªctima, obviando un aviso de la Interpol sobre la presencia en M¨¢laga de un asesino m¨²ltiple de mujeres, el llamado Estrangulador de Holloway: Tony Alexander King.
?Y qu¨¦ encuentran en el entorno de la v¨ªctima? Una relaci¨®n l¨¦sbica de la madre con una mujer ¡°de car¨¢cter fr¨ªo y calculador, agresivo¡±, a la que supuestamente una empleada del hogar vio acuchillar una fotograf¨ªa de la v¨ªctima. Lo que pasa es que la relaci¨®n, que hab¨ªa durado 11 a?os ¡ªen los que la supuesta asesina hab¨ªa criado a los tres hijos de Hornos¡ª, hac¨ªa casi cinco que se hab¨ªa acabado y las dos mujeres ten¨ªan una relaci¨®n de amistad desde entonces. ¡°Entre los indicios que se presentaron en su contra figuraba el de que hac¨ªa footing¡±, apunta la crimin¨®loga Paz Velasco. ¡°Se decidi¨® que aquello hab¨ªa sido un crimen pasional y que todo lo que apuntase a un comportamiento masculino encajaba. Los investigadores re¨²nen indicios y elaboran una teor¨ªa. Aqu¨ª hicieron lo contrario. Llegaron a una conclusi¨®n, y luego buscaron los indicios que la refutasen¡±, a?ade Velasco.
Los investigadores re¨²nen indicios y elaboran una teor¨ªa. Aqu¨ª hicieron lo contrarioPaz Velasco, crimin¨®loga
¡°No import¨® que Dolores V¨¢zquez tuviese dos coartadas para ese d¨ªa ni que no hubiese ni una sola prueba. Se le asign¨® un jurado popular, por completo contaminado por los medios, que la declar¨® culpable sin m¨¢s¡±, dice Ball¨®. ¡°Hasta ella misma lleg¨® a dudar, en un momento. He le¨ªdo que le dijo a su abogado: ¡®?Y si la mat¨¦ y no me acuerdo?¡¯. As¨ª de potente era el relato medi¨¢tico¡±, a?ade la directora, que se centra en el papel de las mujeres, ¡°y su valent¨ªa¡±, en el documental, que deja atr¨¢s a V¨¢zquez ¡ª¡°a la que, no olvidemos, se detuvo ante las c¨¢maras, vulnerando todos sus derechos, y de la que el ministro Acebes dijo, en su disculpa, que era la opci¨®n m¨¢s veros¨ªmil¡±, recuerda Ball¨®¡ª y se abre camino hasta el asesinato de Sonia Carabantes (en 2003) tan id¨¦ntico en modus operandi al de Wanninkhof que acabaron siendo relacionados.
La voz de la superviviente
¡°Lo que ocurre es que el cad¨¢ver de Sonia habla, y el de Roc¨ªo no habl¨®. Lo hace porque se encuentra antes y en mejor estado, si no llega a encontrarse as¨ª, hoy Dolores seguir¨ªa en la c¨¢rcel y Tony King podr¨ªa haber vuelto a matar¡±, apunta Velasco, una de las voces del documental, que cuenta con la participaci¨®n de la ¨²nica superviviente del Estrangulador de Holloway. ¡°Pasamos dos a?os investigando, hicimos m¨¢s de 60 entrevistas, dimos con ella en un peri¨®dico ingl¨¦s. Cuando se detuvo a King, la mujer cont¨® de qu¨¦ manera se hab¨ªa librado: estaba embarazada cuando la asalt¨®, y eso la salv¨®. Fue m¨¢gico o¨ªrla hablar y decir que le parec¨ªa que hab¨ªa llegado el momento de que se escuchara su voz. He sido muy cauta para no revictimizar a las v¨ªctimas, las he filmado en un espacio emocional donde se sintiesen c¨®modas¡±, dice la directora.
Cecilia King, entonces mujer de Tony, madre de su hija, tambi¨¦n es un personaje clave que el relato oficial hab¨ªa obviado. Ella sospech¨® de su marido desde la desaparici¨®n de Roc¨ªo ¡ª¡°lleg¨® a casa de madrugada, se meti¨® en el ba?o, y volvi¨® a irse, cuando entr¨¦, el ba?o estaba impoluto, y ¨¦l no era un hombre limpio¡±, cuenta¡ª pero no fue hasta que no estuvo divorciada y supo de la desaparici¨®n de Carabantes cuando puso en alerta a la Polic¨ªa. Entonces ya ten¨ªa otra pareja, y fue enterarse y decirle: ¡°Ha sido ¨¦l, ha sido Tony¡±. Carabantes se resisti¨® a la agresi¨®n, y encontraron restos de ADN que encajaban con los de la colilla encontrada en el descampado junto al cuerpo de Wanninkhof. Se recuper¨® entonces el informe de la Interpol. Tony King fue condenado a 55 a?os de c¨¢rcel. Dolores V¨¢zquez fue exculpada ¡°pero nadie le pidi¨® perd¨®n, ni se la indemniz¨®¡±, dice Ball¨®.
¡°Respeto su silencio, porque sigue siendo su ¨²nica arma. Lo fue durante todo el juicio y lo ha seguido siendo estos a?os. Querr¨ªamos que nos perdonara, pero no lo merecemos. La historia negra de un pa¨ªs dice mucho de ese pa¨ªs, y yo creo que el caso Wanninkhof dice mucho de ese momento, pero tambi¨¦n de c¨®mo nos enfrentamos a lo inexplicable¡±, se?ala la directora, que no solo apunta a la lesbofobia, que, en 1999, era alt¨ªsima, sino tambi¨¦n a la manera en que los medios jugaban con las v¨ªctimas de este tipo de casos como si fuesen personajes. ¡°Es algo de lo que, pienso, hemos aprendido¡±, apunta la crimin¨®loga, Paz Velasco, que no cree que ahora pudiera ocurrir algo parecido. Y sin embargo, el da?o ya est¨¢ hecho. ¡°Para Alicia Hornos, la asesina de su hija sigue siendo la que el relato dice, no el verdadero culpable¡±, dice Ball¨®. Hasta ah¨ª puede llegarse.
Puedes seguir EL PA?S TELEVISI?N en Twitter o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.