El chulet¨®n por bandera

Ten¨ªa el men¨² resuelto: chulet¨®n para D¨ªaz Ayuso y hamburguesa para Pablo Casado. Los dos extra size porque, como suelen decir, S¨¢nchez no es qui¨¦n para opinar sobre el tama?o de lo que se llevan a la boca. Bien, yo ten¨ªa el men¨² resuelto y tambi¨¦n una teor¨ªa. La teor¨ªa de que Trump hab¨ªa tenido ¨¦xito apelando a los instintos b¨¢sicos, al rugido del est¨®mago y a la llamada de la vieja masculinidad. Las dos cosas, de alguna manera, estaban enlazadas en su mente, ya que sol¨ªa fotografiarse al lado de una parrilla repleta de steaks para demostrar que la libertad, amigos, era eso: decidir lo que te comes sin que nadie interfiera en tus deseos.

Ah¨ª estaba yo, con mi men¨² y mi teor¨ªa trumpera al punto cuando en esto que aparece el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, y sea porque le sent¨® mal que su ministro de Consumo hiciera una campa?a por su cuenta, sea porque decidi¨® parar la rebeli¨®n de los ganaderos, zanj¨® el asunto con una bromilla que desacreditaba las palabras de Garz¨®n y lo convert¨ªa en objeto de rechifla, como si no hubiera dicho m¨¢s que tontadas; de paso, frivolizaba (y esto es lo serio) con las evidencias que sobre la insostenibilidad del excesivo consumo de carne tiene la comunidad cient¨ªfica, as¨ª como la FAO, la organizaci¨®n de la ONU para la alimentaci¨®n y la agricultura. A S¨¢nchez solo le falt¨® decir para estar en consonancia con los tiempos: ¡°?A m¨ª no me dice mi ministro de Consumo de qu¨¦ tama?o ha de ser mi imbatible chulet¨®n!¡±.

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S?NCHEZ, a GARZ?N: ¡°Un CHULET?N al punto es imbatible¡±

El tama?o y la frecuencia est¨¢n cobrando de pronto una importancia inusitada. A las declaraciones de S¨¢nchez siguieron las de Zoido, Abascal, Cifuentes, Page, el mism¨ªsimo ministro de Agricultura, y todo un batall¨®n de luchadores por la libertad que al parecer solo se alimentan de carne en un pa¨ªs en el que, como declara Mikel L¨®pez Iturriaga a The Guardian, no se trata de cambiar el filete por el tofu, se?ores: nuestra dieta mediterr¨¢nea, esa que declaramos defender, es ¡°imbatible¡± en arroces, pescados, potajes, pucheros, y que se sepa nadie hasta ahora ha pronunciado la palabra prohibir, sino moderar. Comprobar c¨®mo un debate que tendremos que asumir muy pronto se ve reducido a chascarrillos y fotos tuiteras de filetones con la retah¨ªla ideol¨®gica de costumbre, filetes por la libertad, contra el comunismo, es desalentador.

Todo esto esconde tambi¨¦n una irritante hipocres¨ªa porque ante un susto del coraz¨®n cualquiera de estos que saca pecho se achanta, se modera, coloca la salud por delante, deserta de esta guerra cultural. Que hay que dosificar la carne roja es algo que sabemos todos y m¨¢s a¨²n aquellos que cocinamos y disfrutamos de una dieta como la nuestra. Dicen que la mejor alimentaci¨®n se dio en la Espa?a de los sesenta y setenta. Muy cierto. Abundaban en las casas las legumbres, las hortalizas y el pescado m¨¢s barato; la carne se com¨ªa de vez en cuando. No ten¨ªa nada que ver aquella dieta con la falta de libertad sino con una tradici¨®n alimenticia muy arraigada: asumible y sabrosa. Toda esta exhibici¨®n de chuletones viene de un pa¨ªs que entendi¨® as¨ª lo boyante.

Luego est¨¢ el asunto de c¨®mo afecta esa producci¨®n desmesurada al cambio clim¨¢tico, algo que provoca urticaria en la derecha. Pero todo eso est¨¢ publicado, consensuado por la ciencia: ?Qu¨¦ ocurre entonces? ?Se desprecia la informaci¨®n? Hay que leer las cr¨®nicas de Eliane Brum en este mismo peri¨®dico sobre la deforestaci¨®n de la selva amaz¨®nica para convertirla en pasto de ganado. No hay que pensar en el futuro, es un debate urgente. Por eso ha sido un espect¨¢culo desolador. El Congreso se ha convertido en un gran asador y casi nadie quer¨ªa renunciar a su mesa. Fuera de esa juerga, vivimos una emergencia clim¨¢tica.

Y ya otro d¨ªa si eso hablamos del sufrimiento animal en la producci¨®n intensiva. No hay que poner toda la carne en el asador, que tampoco una es San Lorenzo.