Democracia es lo que Cuba necesita
La revuelta contra el r¨¦gimen evidencia el hartazgo ante la pobreza y la opresi¨®n
El r¨¦gimen cubano ha vuelto a desaprovechar, como ya es costumbre, una oportunidad hist¨®rica. La escenificaci¨®n en abril pasado de la llegada de un nuevo tiempo con la salida de Ra¨²l Castro de la secretar¨ªa general del Partido Comunista Cubano no ha podido ser m¨¢s frustrante. En estos meses nada ha cambiado y todo ha empeorado. As¨ª lo evidencian las protestas que este domingo sacudieron la isla caribe?a y cuya extensi¨®n y espontaneidad, por mucho que el castrismo busque ahora enemigos exteriores, dejan al descubierto la profundidad del hartazgo.
Todo arranc¨® en el peque?o poblado habanero de San Antonio de Ba?os. La falta de electricidad y de vacunas contra la covid llevaron a unos cientos de ciudadanos a salir a la calle y exigir mejoras en sus p¨¦simas condiciones de vida. Esa manifestaci¨®n r¨¢pidamente devino en algo m¨¢s. Los gritos de ¡°libertad¡± y ¡°abajo la dictadura¡± corrieron como la p¨®lvora por las redes sociales y prendieron una mecha de esperanza en miles de cubanos. En Santiago de Cuba, en La Habana Vieja y en muchos otros rincones del pa¨ªs se multiplicaron las protestas en una hist¨®rica oleada de descontento.
La respuesta del r¨¦gimen, encabezada por el presidente Miguel D¨ªaz-Canel, no por previsible fue menos lacerante. Tras culpar (otra vez) a Estados Unidos del agravamiento de la situaci¨®n, llam¨® a sus huestes a recuperar las calles y procedi¨® a la detenci¨®n de centenares de personas. Bajo la consigna de ¡°no se permitir¨¢n provocaciones¡±, el jefe del Estado actu¨® como un aut¨®mata y dio la espalda a la realidad cubana.
Podr¨¢ el Gobierno cubano enga?arse a s¨ª mismo, pero no a sus ciudadanos ni a la comunidad internacional. Las protestas vividas este 11 de julio son las mayores desde 1994 y quiz¨¢ marquen un punto de no retorno. La pandemia ha exhibido cruelmente las carencias del castrismo y exacerbado las penurias de la isla. Responder con la consabida bunkerizaci¨®n ideol¨®gica de nada sirve. Tampoco la represi¨®n ayudar¨¢. Los males de Cuba son excesivos para mantener la farsa. Y no es llenando calabozos de opositores, disidentes y artistas como se solucionar¨¢n.
El sempiterno desabastecimiento, las colas y los estragos de la covid forman parte de un horizonte t¨¦trico en el que la fracasada operaci¨®n de recambio pol¨ªtico hace presagiar a la poblaci¨®n otra era de penalidades. Son demasiadas d¨¦cadas de autoenga?o. El cambio hacia una democracia plena es un imperativo moral. Y este es un reto que exige altura y cohesi¨®n a la comunidad internacional. Espa?a y la UE deben actuar sin dilaci¨®n ante la estrategia inmovilista de EE UU, el gran actor regional. No es aumentando el sufrimiento de la ciudadan¨ªa como se abrir¨¢ el camino a la libertad. Pero tampoco cerrando los ojos a los excesos del r¨¦gimen con la vana esperanza de que todo cambiar¨¢ por s¨ª mismo. Es necesario movilizarse para acompa?ar la democratizaci¨®n que corresponde a los cubanos desarrollar; formar un frente com¨²n que, m¨¢s all¨¢ de los intereses geoestrat¨¦gicos y econ¨®micos, sit¨²e en el centro de la acci¨®n a un pueblo devastado por la pobreza y la falta de libertad. Es solo pensando en Cuba y la democracia como se resuelve el problema.
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