La impunidad que pide ?lvaro Uribe
Si el expresidente de Colombia bajara de su pedestal sabr¨ªa que la mejor amnist¨ªa es la verdad
Gran esc¨¢ndalo ha producido en Colombia el testimonio que dio el expresidente ?lvaro Uribe ante la Comisi¨®n de la Verdad, un organismo que es hijo del acuerdo de paz y que debe presentar sus hallazgos en noviembre de este a?o.
El espect¨¢culo fue grotesco por varias razones, primero porque era un show poco cre¨ªble debido a que Uribe ha dicho en muchas ocasiones que desconoce a Comisi¨®n de la Verdad porque la considera una concesi¨®n a las Farc. Segundo, porque su testimonio fue un sartal de mentiras. Sin ruborizarse Uribe minti¨® durante las seis horas que dur¨® la intervenci¨®n y acomod¨® de tal manera las piezas para que sus mentiras evitaran poner la luz sobre el cuestionado papel que cumpli¨® como gobernador de Antioquia y como presidente durante los a?os mas fat¨ªdicos de la guerra.
En nombre de la verdad, el expresidente neg¨® todo lo que ya casi nadie se atreve a negar. Neg¨® el contubernio que hubo en Antioquia durante su gobernaci¨®n entre los militares y los paramilitares, denunciado con lujo de detalles por exjefes de las autodefensas como Mancuso.
Neg¨® que hubiese tenido v¨ªnculos con los paramilitares pese a que Mancuso ha dicho todo lo contrario. Seg¨²n sus versiones ante Justicia y Paz, durante la gobernaci¨®n de Uribe los paras entraban como Pedro por su casa a la cuarta brigada de Medell¨ªn. Mancuso tambi¨¦n ha dicho que fue con la anuencia de los generales, y de Pedro Juan Moreno, su secretario de gobierno, que prepararon masacres como la del Aro, en la que murieron mas de 40 campesinos.
Uribe tambi¨¦n neg¨® cualquier responsabilidad en los falsos positivos, esa pr¨¢ctica macabra que se dio en varias unidades militares durante su gobierno y que permiti¨® que militares asesinaran a civiles para hacerlos aparecer como guerrilleros muertos en combate. Eso s¨ª, se dio el lujo de defender la pol¨ªtica del body counting y el sistema de premios e incentivos a cambio de bajas que instaur¨® como estrategia para derrotar a las FARC, y hasta tuvo el cinismo de calificarla de transparente. Sin embargo, a la hora de asumir la responsabilidad pol¨ªtica por los atropellos que se cometieron, escurri¨® el bulto y dijo que los responsables eran los soldados que lo hab¨ªan enga?ado. Es decir, Uribe descarg¨® en los soldados y militares la responsabilidad de los abusos que se cometieron bajo sus ¨®rdenes.
Lo relevante en la mentira, dec¨ªa Derrida, no es nunca su contenido sino la intencionalidad del que miente. Y en el caso de Uribe su intenci¨®n es clara: quiere imponernos su verdad para que nos olvidemos de los falsos positivos, de las capturas masivas, de los despojos sucedidos en su gobierno, de los perfilamientos que se le hicieron a periodistas y a pol¨ªticos de la oposici¨®n, y de los montajes que se urdieron contra magistrados de la Cortes porque se atrevieron a investigar los nexos de los pol¨ªticos uribistas con los paramilitares en el congreso.
?l quiere imponernos su mentira porque le teme a la verdad. Eso nos qued¨® muy claro.
Su show fue un espect¨¢culo fallido, comenzando por la decisi¨®n de recibir a los comisionados en una de las haciendas ganaderas desde donde Uribe maneja los hilos del poder y amansa sus caballos. Sin embargo, sus mentiras no embrujaron ni se volvieron verdades porque el pa¨ªs de hoy ya no le copia, como bien lo demuestra su bajonazo en las encuestas.
Lo que los colombianos vimos no fue a un expresidente dando su versi¨®n para esclarecer la verdad sino a un due?o de hacienda d¨¦spota y malhumorado con ¨ªnfulas de caporal que trat¨® a los comisionados que fueron a tomarle la versi¨®n como peones de finca.
Vimos fue a un expresidente manejando al pa¨ªs como si fuera su finca. Semejante imagen feudal es la mejor invitaci¨®n al pasado. Vimos en resumidas cuentas a un expresidente desesperado por llenarnos de mentiras para impedir que salga la verdad a flote.
Su verdad no solo result¨® una larga y tediosa mentira: dej¨® al descubierto la podredumbre del poder en Colombia. La verdad ante todo: Uribe representa tambi¨¦n a todas esas ¨¦lites que no quieren asumir su responsabilidad en esta guerra.
Uribe no es el ¨²nico exmandatario que ha escurrido el bulto ni es el ¨²nico expresidente que nos debe la verdad. Por la comisi¨®n han desfilado el expresidente Samper, el expresidente Gaviria y Juan Manuel Santos, y aunque este ¨²ltimo pidi¨® perd¨®n, su mea culpa no fue para nada suficiente.
Entrados en gastos hay que decir que tampoco han sido suficientes los perdones hier¨¢ticos de las FARC ni las denuncias de los paramilitares diciendo que ellos no fueron responsables de nada porque solo cumpl¨ªan ¨®rdenes del establecimiento pol¨ªtico y econ¨®mico.
Decir la verdad, siempre cuesta. Pero cuando el grado de desconfianza entre todos los actores legales e ilegales es tan alto como nos sucede en Colombia, decir la verdad se vuelve un acto casi que imposible.
La tapa del show en El Ub¨¦rrimo, fue la propuesta de amnist¨ªa general que lanzo Uribe como receta para que Colombia encuentre la paz y la felicidad. Las amnist¨ªas son en realidad la peor forma de impunidad y en el mundo globalizado donde no se permite la amnist¨ªa para los delitos atroces, estas est¨¢n condicionadas a la verdad y a la reparaci¨®n de las v¨ªctimas. Una amnist¨ªa general a cambio nada, como las que propone Uribe es un tiquete a la impunidad que hoy es pr¨¢cticamente un imposible.
Si Uribe bajara de su pedestal sabr¨ªa que la mejor amnist¨ªa es la verdad. La verdad tiene que reconciliarse con el dolor, la inequidad, la injusticia y la discriminaci¨®n que la guerra ha destilado. En cambio, la Impunidad sin verdad como parece proponer Uribe, es la mejor receta para que nada cambie en Colombia.
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