Testimonios de valor
A¨²n se le debe al pueblo roman¨ª europeo el reconocimiento que merecen todas las v¨ªctimas del Holocausto nazi
El Holocausto es un hecho hist¨®rico decisivo que a¨²n sigue sacudiendo nuestras conciencias: lo saben los historiadores, enfrentados a la necesidad de explicar el exterminio sistem¨¢tico por motivos raciales e ideol¨®gicos de millones de personas; lo saben los amantes de la historia, p¨²blico ¨¢vido de los muchos productos culturales, desde el cine al ensayo, que abordan este tiempo atroz.
Asomarnos a este abismo es alucinar ante la banalidad del mal, por emplear la f¨®rmula de Hannah Arendt, y es preguntarnos por los l¨ªmites de la condici¨®n humana, como han hecho los supervivientes de los campos nazis. Las memorias de estos ¨²ltimos son imprescindibles para entender realmente qu¨¦ fue el Holocausto: Primo Levi, Paul Steinberg, Jean Am¨¦ry, Nico Rost y tantos otros hitos de la literatura testimonial en torno a los cuales siguen gravitando buena parte de nuestras referencias morales. Por mucho que avance la investigaci¨®n y por mucho que se abran nuevos archivos, la materia humana adolorida que hay en estas memorias sumerge al lector en el universo concentracionario de forma especialmente brutal y necesaria.
Estas voces, grabadas en el fuego de la palabra escrita, nos siguen interpelando. Porque los supervivientes demandan interlocuci¨®n y reconocimiento: no mir¨¦is para otro lado, nos dicen, vosotros que quedasteis fuera de los campos tambi¨¦n por raz¨®n de tiempo; aqu¨ª estamos, quienes sufrimos tortura y vimos asesinar a nuestros seres queridos; desde aqu¨ª os hablamos, para denunciar la raigambre cultural de una ideolog¨ªa racista que tuvo amplia aceptaci¨®n social. Nunca se reconocer¨¢ lo suficiente el valor de estos testimonios. Quienes escribieron sobre su experiencia como v¨ªctimas y exploraron su dolor con tanta valent¨ªa como angustia ayudaron a construir una memoria colectiva que nos resulta preciosa hoy.
Sin embargo, apenas conocemos la existencia de memorias de supervivientes del genocidio roman¨ª, como tampoco se suele saber que medio mill¨®n de gitanos europeos fueron v¨ªctimas directas del nazismo. El holocausto del pueblo gitano-roman¨ª es una de las asignaturas pendientes de la historia entendida como conocimiento p¨²blico. No es tanto una falta de investigaci¨®n (aunque la diferencia respecto a otros holocaustos es significativa) como una grave carencia de transmisi¨®n hacia el espacio de lo p¨²blico. Hay poca literatura sobre ello, el tema no se introduce en los planes de estudio escolares, ni siquiera se contempla en los programas universitarios de Historia e, incluso, muchos acad¨¦micos ignoramos las dimensiones concretas de esta tragedia. En consecuencia, como es f¨¢cil de imaginar, apenas existen espacios p¨²blicos para la memoria del genocidio roman¨ª: aunque en Alemania y otros pa¨ªses las asociaciones vienen exigiendo desde hace a?os un reconocimiento similar al debido al pueblo jud¨ªo, sus logros han sido tard¨ªos y parecen en peligro.
As¨ª ha sucedido, por ejemplo, con el Memorial de Berl¨ªn en recuerdo de las v¨ªctimas sinti y roma del nacionalsocialismo, que, inaugurado en el a?o 2012 tras muchas dilaciones, ha sido recientemente amenazado por la reforma del metro urbano. Para entender la gravedad de este hecho hay que tener en cuenta que la justicia alemana deneg¨® durante d¨¦cadas el reconocimiento como v¨ªctimas del nazismo a millares de roman¨ªes que hab¨ªan sido encerrados en campos de concentraci¨®n y exterminio, esterilizados, esclavizados, despose¨ªdos de sus bienes, separados de sus familias, torturados en experimentos m¨¦dicos, fusilados en matanzas colectivas o conducidos a las c¨¢maras de gas. Seg¨²n la justicia postb¨¦lica, la administraci¨®n nazi simplemente habr¨ªa luchado contra la delincuencia, atribuyendo as¨ª a los gitanos una criminalidad gen¨¦tica de manera parecida a como lo hicieron los cient¨ªficos raciales de Hitler. En este punto, la falta de sensibilidad de la sociedad alemana fue y es pareja a la de otros muchos pa¨ªses europeos cuyas minor¨ªas roman¨ªes fueron igualmente v¨ªctimas del nazismo.
La historia de estos supervivientes del Holocausto refleja la persistencia de un antigitanismo tradicional, que en un momento dado el nacionalsocialismo transform¨® en un programa genocida pero que tiene un alcance hist¨®rico considerablemente m¨¢s extenso. Se trata de un racismo espec¨ªficamente antigitano que sigue enquistado en la cultura europea en forma de prejuicios compartidos. Las memorias de los supervivientes roman¨ªes del Holocausto nos ayudan a revisar nuestros estereotipos y poner rostro al sufrimiento que pueden llegar a causar. Por ello, frente al olvido que colabora con el racismo, leamos las memorias publicadas por autores sinti, gitanos alemanes y austriacos, a partir de 1985 (la fecha es expresiva del silencio impuesto por la falta de reconocimiento). Recomiendo comenzar por las pioneras, mujeres valientes como Philomena Franz y Ceija Stojka. Como afirma la primera, superviviente de Auschwitz y Ravensbr¨¹ck, ¡°todos tenemos derecho, incluso hoy, a seguir hablando de nuestro sufrimiento. Para reencontrarnos, para honrar a las v¨ªctimas y para decirles a los j¨®venes: as¨ª fue y esto no debe repetirse nunca¡±. Sus memorias, junto a las de supervivientes jud¨ªos y otros prisioneros del fascismo constituyen el monumento-memorial del Holocausto m¨¢s imperecedero y, quiero creer, m¨¢s resistente a la banalizaci¨®n.
Mar¨ªa Sierra es catedr¨¢tica de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Sevilla.
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