La estrategia de la estridencia
La apuesta de Casado por el ruido es inoperante como alternativa
¡°Llegar tarde y mal a Afganist¨¢n¡±, como ha dicho Pablo Casado, debe de ser la manera de enunciar enigm¨¢ticamente que hab¨ªa un secreto mecanismo para resolver ¡°pronto y bien¡± una situaci¨®n explosiva. Es probable que no sea siquiera ese el mensaje escondido de la frase, sino un modo de generar ruido de oposici¨®n en salvas muy desangeladas e incluso ineficaces para los intereses nacionales del Partido Popular que Casado lidera. Por fortuna, sin embargo, el PP tiene otros portavoces menos secuestrados por la estrategia de la estridencia como acci¨®n pol¨ªtica. No es nueva ni ha sido extra?a a su tradici¨®n hist¨®rica reciente, y hoy parece seguir arraigada en las pr¨¢cticas del PP y, muy en particular, en las de D¨ªaz Ayuso y su entorno asesor. En algunos momentos, el talante disruptivo y la inmediatez de la respuesta, a ritmo de tuit bronco, equipara el comportamiento del PP a otros dos momentos en los que este partido estuvo en la oposici¨®n: la ¨²ltima legislatura de Felipe Gonz¨¢lez entre 1993-1996 y la ¨²ltima de Rodr¨ªguez Zapatero (2008-2011). Vuelve a sonar en la actualidad el eco de aquellos dos episodios de oposici¨®n visceral.
Pero la analog¨ªa entre la situaci¨®n actual y las otras dos es enga?osa. Quiz¨¢ la evacuaci¨®n de Afganist¨¢n fuera mejorable, pero desde luego no ha sido un fracaso, sino todo lo contrario. Empe?arse en negar la evidencia es y ha sido com¨²n en esta derecha, pero, sobre todo, en la ultraderecha de Vox, instalada estrat¨¦gicamente en la difusi¨®n de noticias falsas, la dramatizaci¨®n emocional, la simplificaci¨®n tipol¨®gica y el reaccionarismo indisimulado. El seguidismo de semejante c¨®ctel t¨®xico no parece la receta m¨¢s aconsejable para un partido del talante hist¨®rico y las aspiraciones del PP, y eso parecen significar gestos, declaraciones y actuaciones valientes de algunos (pocos) de sus dirigentes. La rectificaci¨®n del presidente de Murcia, Fernando L¨®pez Miras, en la grav¨ªsima situaci¨®n del mar Menor y la ejemplar actitud del presidente de Ceuta, Juan Jes¨²s Vivas, ante un dram¨¢tico problema para el que nadie tiene soluciones m¨¢gicas (contra lo que parece creer Casado) son dos ejemplos de inteligencia pol¨ªtica. Es improbable que el votante conservador rechace esa proclividad a resolver problemas acuciantes, en lugar de utilizarlos como munici¨®n discrecional para erosionar al Gobierno. Incluso alg¨²n l¨ªder popular m¨¢s templado, como Andrea Levy, no ha callado el orgullo leg¨ªtimo que deja la gesti¨®n de la desesperaci¨®n en Afganist¨¢n.
El centroderecha al que aspira Casado, o al que se le vio aspirar en alg¨²n momento estelar, como en la moci¨®n de censura de Vox, tiene por delante un largo camino. La virtual desaparici¨®n del mapa de Ciudadanos es una mala noticia para la sociedad en su conjunto, pero buena para quienes aspiren a hacer del PP no una caricatura d¨¦bil del mensaje tronado de Vox, sino un partido de Estado, con sensibilidad institucional y autonom¨ªa ideol¨®gica y pol¨ªtica. Posiblemente, el efecto euforizante de la victoria en Madrid de D¨ªaz Ayuso siga teniendo efectos contagiosos en la c¨²pula del PP. Pero pueden ser tambi¨¦n t¨®xicos y hasta contraproducentes. Guiarse por la eficacia de la estridencia medi¨¢tica no parece el mejor m¨¦todo para repoblar electoralmente dos sonoros desiertos de la derecha como Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. Es lo contrario, en realidad, de promover en los pr¨®ximos dos a?os una alternativa cr¨ªtica, razonada y consistente a un Gobierno de centroizquierda. Es posible que hayamos ido perdiendo sensibilidad a la escandalera verbal en los ¨²ltimos tiempos a causa de la sobreexposici¨®n continua al exabrupto, la descalificaci¨®n y la hip¨¦rbole mal¨¦vola. Pero la estridencia sigue siendo estridencia: inoperante como alternativa program¨¢tica y susceptible de aumentar la imagen de inconsistencia de la c¨²pula del PP ante un electorado que leg¨ªtimamente discrepa del Gobierno de S¨¢nchez. El obstruccionismo ante la renovaci¨®n de la c¨²pula del Poder Judicial y el resto de ¨®rganos constitucionales es hoy el ejemplo mayor y m¨¢s grave de otra estridencia, esta vez sorda, pero democr¨¢ticamente letal.
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