Apuestas en internet: pandemias secretas
El decreto sobre el juego en l¨ªnea es un dique necesario para contener una actividad de efectos preocupantes

Hay pandemias tan interiorizadas que parecen inexistentes pero acaban siendo socialmente corrosivas. La oferta invasiva de apuestas digitales ha cooperado activamente en fomentar una de ellas. La proliferaci¨®n de locales de juego y de una avasalladora publicidad del juego en internet sigue siendo una patolog¨ªa social. No se trata de demonizar esta modalidad ni cualquier otro juego de azar pero su singular funci¨®n social y su misma seducci¨®n enga?osa demandan un marco legal y regulador que prevea sus consecuencias m¨¢s nocivas. Amplios sectores sociales muy vulnerables quedan atrapados ante la oferta de presuntas ganancias f¨¢ciles y premios inmediatos que jam¨¢s funcionan: el negocio siempre gana, a costa a menudo de quienes menos blindajes educativos y vitales tienen contra ¨¦l.
Los riesgos de las apuestas en l¨ªnea se multiplican porque se hacen en casa, junto a amigos, y casi siempre en el corto espacio entre el usuario, su m¨®vil y su impulsividad. El decreto de Comunicaciones Comerciales de las Actividades del Juego aprobado en octubre restringe severamente las condiciones de la publicidad y significa un dique necesario contra esa lacra. Su entrada en vigor limita la difusi¨®n de una actividad que ha tenido efectos devastadores entre j¨®venes y adultos.
Desde esta madrugada, los anuncios de apuestas en internet solo podr¨¢n emitirse entre la una y las cinco de la madrugada, no podr¨¢n difundirse durante las retransmisiones deportivas ni podr¨¢ haber patrocinios deportivos de las marcas. Es una buena noticia: desde abril, tampoco pueden protagonizarlos personajes famosos, en general figuras mimetizadas por los usuarios aunque ninguno de ellos haya sido o vaya a ser jugador en el mundo digital.
Al menos 400.000 personas son lud¨®patas en Espa?a, una realidad que conlleva en ocasiones el desarbolamiento vital de muchas familias o la p¨¦rdida de control sobre s¨ª mismas. Aunque el juego en internet factur¨® 2.580 millones de euros en 2019 frente a los 18.252 millones del presencial (en casinos, bingos, salas de apuestas y tragaperras), el propio formato conlleva un riesgo de comportamientos compulsivos dif¨ªcil de limitar. Prueba de ello es que las apuestas digitales se multiplicaron durante el confinamiento de tal forma (creci¨® un 58% en solo unas semanas) que el Gobierno impuso ya estas limitaciones mientras dur¨® el primer estado de alarma de la pandemia.
Regular restrictivamente la publicidad m¨¢s agresiva ha sido un paso necesario para cortar los peores efectos de una pr¨¢ctica extendida. La afici¨®n que sigui¨® fervientemente a su equipo dejar¨¢ de estar expuesta a una publicidad que insta a averiguar qu¨¦ hay detr¨¢s de una marca de juego digital. La experiencia propia ya no podr¨¢ decirle si su dinero se traducir¨¢ en dinero m¨¢gico o si acabar¨¢ disuelto de forma instant¨¢nea, como el caf¨¦ amargo.
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