La campa?a presidencial del pr¨®ximo a?o copa ya pr¨¢cticamente toda la agenda del pa¨ªs sudamericano despu¨¦s de meses de convulsi¨®n social. Ante este escenario, la candidatura de Alejandro Gaviria, de 55 a?os, abre la lucha electoral incorporando un nombre imprevisto. Acad¨¦mico de verbo brillante, liberal en lo econ¨®mico y de ideas progresistas en lo soc...
La campa?a presidencial del pr¨®ximo a?o copa ya pr¨¢cticamente toda la agenda del pa¨ªs sudamericano despu¨¦s de meses de convulsi¨®n social. Ante este escenario, la candidatura de Alejandro Gaviria, de 55 a?os, abre la lucha electoral incorporando un nombre imprevisto. Acad¨¦mico de verbo brillante, liberal en lo econ¨®mico y de ideas progresistas en lo social, su decisi¨®n de competir por la presidencia ensancha un campo de batalla polarizado hasta ahora por el candidato situado m¨¢s a la izquierda, Gustavo Petro, y la ¨®rbita del influyente y mercurial expresidente ?lvaro Uribe, quien a¨²n no se ha decantado por ning¨²n candidato. En apenas unos d¨ªas, la mera irrupci¨®n de Gaviria ha devuelto la mirada a las zonas templadas del electorado y escapa de la confrontaci¨®n rutinaria. Su mera aparici¨®n merece una valoraci¨®n positiva.
El pa¨ªs necesita que el debate pol¨ªtico supere dial¨¦cticas enquistadas y abra sus puertas a otras agendas y problemas que hasta ahora apenas han sido tratados. En un pa¨ªs donde la guerra y el posterior acuerdo de paz con las FARC han decidido la suerte de los ¨²ltimos tres presidentes, la candidatura de Gaviria representa una posibilidad de mirar al futuro con otro aire y garantizar de una vez por todas el desarrollo de lo pactado.
A su favor, Gaviria tiene su propia trayectoria como ministro de Salud durante el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018). En esa etapa refrend¨® sus credenciales progresistas dando la batalla por el control de los precios de los medicamentos, que lo enfrent¨® a las farmac¨¦uticas, o con la suspensi¨®n de las aspersiones con glifosato, una medida que el actual Ejecutivo de Iv¨¢n Duque ha tratado de revertir. Tambi¨¦n encabez¨® la lucha por descriminalizar el uso de las drogas y superar el paradigma prohibicionista, no solo desde la palabra, sino con los hechos, al reglamentar la industria de la marihuana medicinal, a la que ¨¦l mismo recurri¨® durante el c¨¢ncer linf¨¢tico que sufri¨®. Promover el derecho a una muerte digna y facilitar la interrupci¨®n voluntaria del embarazo son otras dos importantes cartas de presentaci¨®n que ratifican su confrontaci¨®n con una sociedad con fuertes tendencias conservadoras como la colombiana.
La aparici¨®n de Gaviria es oxigenante pero tambi¨¦n es una candidatura todav¨ªa precaria. A diferencia de Petro, quien ocupa el primer puesto en todas las apuestas, Gaviria apenas tiene penetraci¨®n entre las clases populares y es pr¨¢cticamente desconocido en muchos lugares del pa¨ªs. Para avanzar tendr¨¢ que demostrar su temple en una geograf¨ªa diversa y desigual que nada tiene que ver con las ¨¦lites bogotanas que le han saludado. Adem¨¢s, necesitar¨¢ de una estructura de partido de la que ahora carece. Los gui?os intercambiados con sectores como Nuevo Liberalismo o el Partido Verde son positivos pero a¨²n distan mucho de armar una carrera presidencial. Deber¨ªa Gaviria, en cualquier caso, huir de las redes clientelares que han caracterizado a los partidos colombianos en su historia reciente. Si alguna fuerza tiene el nuevo candidato es su discurso de futuro y capacidad de renovaci¨®n. Ser¨ªa un error echar este bagaje por la borda y acomodarse a las exigencias de estructuras malsanas.