Alejandro Gaviria, un intelectual para romper los extremos
El ahora candidato presidencial ha sido un promotor del cambio social, aboga por replantear la pol¨ªtica frente a las drogas y enarbola la decencia en la vida p¨²blica
Alejandro Gaviria ha retomado con ¨ªmpetu su papel de intelectual, aunque la palabra le parece antip¨¢tica. Despu¨¦s de sus largos a?os como ministro de Salud, se le ve¨ªa c¨®modo como rector de la Universidad de Los Andes, el puesto de prestigio al que ha renunciado para buscar la presidencia de Colombia despu¨¦s de meses de indecisi¨®n y especulaciones. Recuperado del c¨¢ncer linf¨¢tico por el que tuvo que someterse a una quimioterapia que lo dej¨® sin un pelo en el cuerpo, pero cauteloso ante cualquier se?al de reca¨ªda, todav¨ªa guarda en el tercer caj¨®n del cl¨®set, a manera de amuleto, los gorritos tejidos que se le convirtieron en una suerte de uniforme en los momentos m¨¢s duros de la enfermedad. Su decisi¨®n final depend¨ªa de un examen definitivo, en el que la escueta respuesta de su m¨¦dico de confianza se convirti¨® en el mejor presagio para dar el salto: ¡°cuente con mi voto¡±.
Es la primera ocasi¨®n en que se va a medir en las urnas. Antes que presidente, Gaviria quiso ser escritor, record¨® en el arranque del discurso en que anunci¨® este viernes su aspiraci¨®n a la Casa de Nari?o. Sus libros son tambi¨¦n un compendio de su trayectoria vital. El m¨¢s reciente, lanzado este mes, es En defensa del humanismo, que re¨²ne varios de los discursos de grado que pronunci¨® como rector de Los Andes. En el anterior, Otro fin del mundo es posible, retoma las ideas de Aldous Huxley y narra su propia experiencia con el LSD como parte de una inmersi¨®n en la ¡°revoluci¨®n psicod¨¦lica¡± que se avecina. El ahora candidato es tambi¨¦n un sobreviviente, como cuenta en Hoy es siempre todav¨ªa, por mucho su t¨ªtulo m¨¢s vendido y celebrado. All¨ª relata su doble condici¨®n como ministro de Salud y paciente de c¨¢ncer. Una ma?ana se levant¨® con sensaci¨®n de llenura, y para el final del d¨ªa estaba diagnosticado con un linfoma no Hodgkin. Aunque la quimioterapia lo dej¨® flaco y calvo, no pidi¨® un solo d¨ªa de incapacidad.
Un reputado economista y acad¨¦mico, Gaviria se convirti¨® en el rostro m¨¢s liberal del Gabinete de Juan Manuel Santos durante los seis a?os en que estuvo al frente de la cartera de Salud. Dio recordadas batallas con las que refrend¨® sus credenciales progresistas, como el control de los precios de los medicamentos, que lo enfrent¨® a las farmac¨¦uticas; o la suspensi¨®n de las aspersiones a¨¦reas para erradicar cultivos il¨ªcitos con glifosato, un herbicida que puede ser cancer¨ªgeno, lo que lo confront¨® a los halcones militares.
En un pa¨ªs marcado a fuego por la fallida guerra contra las drogas, ha abogado incansablemente, m¨¢s que ning¨²n otro candidato, por descriminalizar su uso y superar el paradigma prohibicionista. Desde el ministerio, reglament¨® la prometedora industria de la marihuana medicinal, y durante las quimioterapias us¨® gotas de cannabis para disminuir las n¨¢useas. Tambi¨¦n promovi¨® otros cambios sociales como el derecho a la muerte digna, o a la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. Eso, sumado a su p¨²blico ate¨ªsmo, lo ha convertido en blanco del dogmatismo religioso. Para cuando acab¨® su gesti¨®n con el final del Gobierno Santos, en agosto de 2018, su pelo ensortijado ya estaba de regreso.
Naci¨® hace 55 a?os en Santiago de Chile por casualidad, debido a que su pap¨¢, Juan Felipe Gaviria, se hab¨ªa ganado una beca para estudiar estad¨ªstica matem¨¢tica, pero creci¨® en Medell¨ªn, de familia antioque?a, donde estudio Ingenier¨ªa Civil. En 1988, en los peores tiempos de la violencia del narcotr¨¢fico en la capital de Antioquia, sufri¨® un traum¨¢tico asalto cuando regresaba de la casa de su novia en un Renault 4 rojo. Los asaltantes armados lo golpearon y amenazaron de muerte en lo que ahora considera un intento de homicidio. Se mud¨® a Bogot¨¢, donde hizo su maestr¨ªa en Econom¨ªa, y despu¨¦s un doctorado en la Universidad de California. Su tono reflexivo y pedag¨®gico evidencia que viene del mundo acad¨¦mico. Antes que ministro, fue decano de la facultad de Econom¨ªa de Los Andes y columnista del peri¨®dico El Espectador.
Sin irrumpir a¨²n en las encuestas, Gaviria se propone una campa?a de mayor altura, que permita superar la polarizaci¨®n que ha erosionado el debate p¨²blico, empantanado en los rutinarios ataques entre los sectores que apoyan al expresidente ?lvaro Uribe y aquellos que respaldan al izquierdista Gustavo Petro. ¡°Tom¨¦ la decisi¨®n porque creo que mi abordaje de los problemas sociales y mi visi¨®n de vida, puede ser unificadora. Abarcante. Puede ayudar a buscar caminos de reconciliaci¨®n. A juntar a quienes piensan distinto. A darle a nuestra sociedad un poco de esperanza. Un poco de inspiraci¨®n¡±, se?al¨®, sin mencionar nombres, en una declaraci¨®n de principios que apunta a un pa¨ªs m¨¢s justo, m¨¢s decente, m¨¢s digno y m¨¢s sostenible. ¡°El miedo y la rabia hacen parte de la pol¨ªtica y de la vida. Yo prefiero sin embargo otra emoci¨®n, m¨¢s incierta tal vez, pero m¨¢s constructiva. El sesgo por la esperanza, la invitaci¨®n, desde el discurso y desde el ejemplo, a ser mejores¡±.
Abanderado del humanismo y las ideas aut¨¦nticamente liberales, la suya era una candidatura anhelada desde sectores progresistas y de centro, aunque con un alcance popular todav¨ªa incierto. Al hasta ahora decano lo hab¨ªan cortejado tanto el Partido Liberal como la Alianza Verde, pero de momento se presenta como independiente, mediante la recolecci¨®n de firmas. Su perspectiva, sin embargo, es incorporarse al mecanismo que defina el Nuevo Liberalismo, el partido del asesinado l¨ªder pol¨ªtico Luis Carlos Gal¨¢n a finales de los 80 que acaba de revivir un fallo de la Corte Constitucional. Su padre fue concejal del Nuevo Liberalismo, y mantiene los contactos con Juan Manuel y Carlos Fernando, los hijos de Gal¨¢n, para definir esa ruta.
Alejandro Gaviria encarna dos esperanzas hasta ahora frustradas de los colombianos. La idea de la llegada de un intelectual al poder, del ¡®presidente profesor¡¯, que en 2010 represent¨® la ¡®ola verde¡¯ de otro antiguo rector, Antanas Mockus ¨Clo que lo deja en franca competencia con Sergio Fajardo por los votantes de centro¨C. Y tambi¨¦n la decencia en la vida p¨²blica que enarbolaba Gal¨¢n hasta que ocurri¨® su magnicidio en 1989, en plena campa?a presidencial. ¡°Debemos dejar atr¨¢s esa idea absurda que este pa¨ªs es un fracaso sin atenuantes¡±, apunt¨® Gaviria en su discurso. ¡°Necesitamos un relato esperanzador¡±.
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