Las palabras son navajas afiladas
Antonio Caballero pretendi¨® hacer un fresco de la oligarqu¨ªa colombiana y su ambigua relaci¨®n con el pa¨ªs
Antonio Caballero hablaba muy bajo, como en un susurro permanente. Muchas veces, durante alguna conversaci¨®n en un restaurante ruidoso o una cena, alguien le ped¨ªa que repitiera lo que acababa de decir. Su reacci¨®n era siempre la misma: se enfurec¨ªa. A Caballero no le gustaba repetir porque med¨ªa el valor de cada cosa que dec¨ªa. La fragilidad de su voz contrastaba con el peso de sus palabras: esas que utiliz¨® a lo largo de su vida como navajas afiladas.
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En una entrevista con la revista Semana, en 1994, dijo: ¡°Todo lo que puede salir mal saldr¨¢ mal, toda situaci¨®n por mala que sea es susceptible de empeorar. Hay que saber que lo peor es siempre cierto. Adem¨¢s si miramos el entorno ¨Cel horror pol¨ªtico, el horror econ¨®mico, la destrucci¨®n acelerada del planeta¨C no hay razones para el optimismo. Aunque como dice Borges: toc¨®, como a todo el mundo, vivir tiempos infames¡±.
Antonio Caballero Holgu¨ªn naci¨® en Bogot¨¢, en 1945. Fue hijo del escritor Eduardo Caballero Calder¨®n, sobrino del escritor Lucas Caballero y hermano del pintor Luis Caballero, lo que le permiti¨®, desde ni?o, estar relacionado con la literatura y las artes pl¨¢sticas. El hecho de pertenecer a una de las familias m¨¢s tradicionales y ricas de Colombia le abri¨® las puertas tambi¨¦n a los secretos de la oligarqu¨ªa. Estudi¨® en el colegio Gimnasio Moderno de Bogot¨¢ y luego pas¨® un tiempo en la facultad de Derecho en la universidad de El Rosario. A los 23 a?os viaj¨® a Par¨ªs donde inici¨® estudios en Ciencias Pol¨ªticas. Fue durante su estad¨ªa en Francia que presenci¨® uno de los eventos fundamentales para su posterior formaci¨®n intelectual: las revueltas de mayo de 1968.
Mayo del 68 le mostr¨® todas las frustraciones de la posguerra. Se trataba de una generaci¨®n desencantada, cansada de un orden pol¨ªtico desgastado. Este ambiente lo marc¨® y molde¨® su car¨¢cter contestatario. Debido a las revueltas de mayo, la facultad de Ciencias Pol¨ªticas cerr¨® y Caballero se march¨® a Londres; all¨ª trabaj¨® en la BBC y en la revista The Economist.
Poco despu¨¦s, entr¨® a hacer parte de la revista Alternativa. Este experimento editorial, fundado en febrero de 1974 en Bogot¨¢, fue un intento de hacer oposici¨®n pol¨ªtica, de crear una opini¨®n contestataria de izquierda frente a los poderes establecidos en Colombia. Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Enrique Santos, Orlando Fals Borda, Daniel Samper y Jorge Restrepo hicieron parte de este proyecto, todos influenciados por la ola revolucionaria europea. Se puede decir que fue el germen del periodismo contempor¨¢neo en el pa¨ªs.
En el editorial del primer n¨²mero qued¨® clara su postura: ¡°No es f¨¢cil en Colombia abrir una ventana por donde entre el viento fresco de un pensamiento de izquierda. Este esfuerzo es Alternativa, que nace con y desde una posici¨®n. Alternativa busca contrarrestar la desinformaci¨®n sistem¨¢tica de los medios de comunicaci¨®n del sistema y se ha comprometido a servirle en forma pr¨¢ctica, pol¨ªtica y pedag¨®gica, a todos los sectores de la izquierda colombiana¡±.
Caballero trabaj¨® ah¨ª desde 1975, primero como corresponsal internacional y luego como jefe de redacci¨®n. Desde esta tribuna, atac¨® sin consideraciones a los gobiernos de turno. Ya con una prosa furibunda, se ensa?¨® en contra de las fuerzas armadas. Desde luego, el proyecto dur¨® poco: Alternativa cerr¨® sus puertas en 1980, en su n¨²mero 257, en gran parte por amenazas, por falta de recursos y por presiones externas. De cierta manera, el experimento de Alternativa propici¨® una reuni¨®n de la izquierda colombiana: muy cerca de su sala de redacci¨®n naci¨® el movimiento Firmes, que buscaba llevar las propuestas de la revista a la arena pol¨ªtica.
Por su rol protag¨®nico en Alternativa, Caballero era visto como una amenaza para la estabilidad del pa¨ªs y fue amenazado varias veces. Decidi¨® entonces exiliarse en Madrid. All¨ª conoci¨® a Juan Tom¨¢s de Salas, un periodista opositor al r¨¦gimen del General Franco. Salas hab¨ªa fundado la revista m¨¢s importante de la posdictadura espa?ola: Cambio 16. Caballero entr¨® a trabajar all¨ª con la idea de hacer periodismo cultural. Fue en esa Espa?a, reci¨¦n salida de la dictadura, donde se gest¨® una de sus principales aficiones: la fiesta brava. Sus textos sobre las corridas de toros son deslumbrantes y nunca le import¨® que lo criticaran por ellos.
Caballero pas¨® tres d¨¦cadas en Madrid. En la capital espa?ola, en un piso ubicado en la calle de San Cosme y San Dami¨¢n en Lavapi¨¦s, encontr¨® su refugio natural. La gastronom¨ªa, los cuadros de Goya y Vel¨¢squez, el vino y la fiesta brava era su gran adoraci¨®n. Viv¨ªa rodeado de libros y de los cuadros de su hermano Luis. Recordaba, de memoria, fragmentos enteros de la Il¨ªada y la Odisea. Conoc¨ªa de principio a fin la obra de todos los poetas del siglo de oro. Le¨ªa en franc¨¦s a Proust y en alem¨¢n a Thomas Mann.
En esa ¨¦poca empez¨® a escribir su c¨¦lebre columna en la revista colombiana Semana que mantuvo casi hasta el final de su vida. Desde ah¨ª atac¨®, sin consideraci¨®n, al establecimiento colombiano. No se salvaron de sus cr¨ªticas mordaces los poderosos, los ricos y, en particular, los pol¨ªticos. Escribi¨®, mucho antes de que la discusi¨®n fuera p¨²blica, sobre la necesidad de un proceso de paz con las guerrillas colombianas, sobre la legalizaci¨®n de las drogas y sobre la nefasta influencia de los Estados Unidos en Latinoam¨¦rica. El propietario de la revista, Felipe L¨®pez, mantuvo a Caballero como su principal columnista, sin mover una coma de sus textos, a pesar de las presiones de sus enemigos.
Caballero escrib¨ªa sus columnas con intensidad y pasi¨®n. Se sentaba frente a su m¨¢quina de escribir, con un whisky y un cigarro a su lado, y tecleaba con ira. Cuando le preguntaban si hac¨ªa reporter¨ªa o si investigaba para sus columnas, respond¨ªa que no: no hac¨ªa falta pues en Colombia siempre pasaba lo mismo.
En una entrevista de 1988, Daniel Samper Pizano le pregunt¨®: ¡°?C¨®mo imagina, sentado en un banco invernal en el Parque del Retiro de Madrid, que ser¨¢ la Colombia en la que Isabel Caballero, su hija, vote por primera vez en el 2003?¡±. A lo que Caballero respondi¨®: ¡°Temo que en el a?o 2003 Colombia est¨¦ embarcada en la misma guerra interminable en que yo la he conocido toda la vida y en la cual nunca hay vencedores ni vencidos¡±. Adem¨¢s de premonitoria, esta respuesta es la s¨ªntesis de su pensamiento cr¨ªtico, envuelto en una capa de humor negro que pocos pod¨ªan penetrar.
Fue un caricaturista excepcional. En sus dibujos cre¨® una galer¨ªa de personajes que fueron el reflejo de la sociedad colombiana. Caballero reconoci¨®, cuando recibi¨® el premio nacional de periodismo por su labor como caricaturista, la importancia de este trabajo: ¡°Ese ha sido, desde los catorce a?os, mi primer y m¨¢s constante oficio. Caricaturista en el sentido estricto: uno que hace dibujos chistosos y grotescos; y caricaturista tambi¨¦n en un sentido m¨¢s amplio: uno que describe la realidad, simplifica y exagera¡±.
As¨ª lo entendi¨® Garc¨ªa M¨¢rquez: ¡°Antonio Caballero se distingue del resto de los colombianos por su inteligencia y su cultura, mezcladas en medio vaso de un humor corrosivo que podr¨ªa parecer resentimiento si sus amigos no supi¨¦ramos que no es m¨¢s que el ¨¢cido muri¨¢tico de su incredulidad irreparable¡±.
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Adem¨¢s de sus ensayos, sus caricaturas, sus textos sobre tauromaquia, arte y gastronom¨ªa, Caballero public¨®, en 1984, una novela: Sin remedio. La acci¨®n transcurre durante los primeros meses despu¨¦s del cumplea?os n¨²mero treinta y uno de Ignacio Escobar, un aprendiz de poeta que deambula por Bogot¨¢ sin ning¨²n rumbo, sin ninguna ocupaci¨®n.
A Escobar lo persigue durante toda su vida una idea oscura y pueril: que nada cambia. El aspirante a poeta escribe un verso que pretende explicar esta obsesi¨®n y que est¨¢ presente en toda la novela: ¡°Las cosas son iguales a las cosas¡±. El verso ¨Cque no es especialmente brillante¨C hoy resulta prof¨¦tico.
En ese momento, Caballero pretendi¨® hacer un fresco de la oligarqu¨ªa colombiana y su ambigua relaci¨®n con el pa¨ªs. Quer¨ªa, a modo de caricatura, retratar c¨®mo los ricos colombianos viv¨ªan en una realidad alterna y blindada de los hechos terribles. Cuando Sin remedio se public¨®, circularon todo tipo de rumores. El m¨¢s popular afirmaba que se trataba de una novela en clave: que Caballero la escribi¨® inspirado en varios personajes reales.
Despu¨¦s su largo exilio espa?ol, Caballero regres¨® hace unos a?os a vivir en Colombia. Sigui¨® escribiendo y leyendo, en su amplio departamento del norte de Bogot¨¢, casi hasta la ¨²ltima semana de su vida. Nunca perdi¨® su mirada cr¨ªtica, su honestidad y su humor corrosivo. A pesar de una penosa enfermedad que le imped¨ªa moverse, todas las semanas escrib¨ªa una columna. En su ¨²ltima etapa, publicaba en el portal Los Danieles. Si se mira con detenimiento, su influencia como opinador es monumental. Caballero fue durante d¨¦cadas el columnista m¨¢s le¨ªdo del pa¨ªs y su estilo marc¨® para siempre la prensa colombiana.
Una de las ¨²ltimas veces que nos vimos, le pregunt¨¦ por qu¨¦ no hab¨ªa escrito una segunda novela. Me respondi¨® ¨Ccomo si se tratara de Escobar¨C que no lo hab¨ªa hecho porque no hab¨ªa nada nuevo que contar. El tiempo parece darle la raz¨®n.
Felipe Restrepo Pombo es escritor, periodista y editor. Fue elegido como uno de los mejores narradores de Latinoam¨¦rica y es autor de varios libros, entre ellos la novela Formas de evasi¨®n. Twitter: @felres
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