Politizar el dolor no era esto
¡®Hunos¡¯ y ¡®hotros¡¯ solo se ponen de acuerdo en su empe?o por se?alar unas v¨ªctimas como relevantes y otras no, seg¨²n quienes sean y seg¨²n quienes sean sus victimarios
Hace un par de semanas un chaval denunci¨® que ocho encapuchados le hab¨ªan asaltado y le hab¨ªan grabado con un cuchillo en las nalgas la palabra maric¨®n. Sucedi¨®, presuntamente, en el barrio madrile?o de Malasa?a. Y sucedi¨®, tristemente, dos meses despu¨¦s del asesinato del joven Samuel, que nos conmocion¨® y nos puso frente a una realidad que siempre es inc¨®moda: que los hijos de puta existen y est¨¢n entre nosotros. Y que la homofobia existe tambi¨¦n, porque como algunos dec¨ªan aquellos d¨ªas, lo que le gritan a uno mientras le golpean hasta la muerte importa.
Aquella terrible denuncia volvi¨® a soliviantar a la opini¨®n p¨²blica. Y, como viene siendo habitual, pol¨ªticos y opin¨®logos quisieron no solo dolerse sino echarle en cara la v¨ªctima al otro: los hunos, que si aquello era culpa de Vox, acus¨¢ndolos de ser un partido hom¨®fobo. Los hotros, que si seguro que hab¨ªan sido inmigrantes, que igual eran menas porque al final Teresa Rodr¨ªguez no se los llev¨® a su casa aunque fueran sus ni?os.
La estampa no es nueva: que si la anciana asesinada era un crimen machista o una asistencia caritativa a la muerte ante un gobierno que ha dejado desamparados a los m¨¢s d¨¦biles. Que si a los ni?os los ha matado el padre as¨ª que es violencia vicaria o que si los ha matado la madre pero no existe la alienaci¨®n parental. Que si al de los tirantes rojigualdos lo asesinaron por hispanofobia o por antifascismo. Que si el que mand¨® las balas era afiliado al partido de Abascal o tan solo un enfermo mental del que no se compadecer¨ªa Errej¨®n. Que si la ¨²ltima violaci¨®n grupal fue perpetrada por inmigrantes ¡ªas¨ª, en general¡ª como dice Roc¨ªo Monasterio o por hombres ¡ªas¨ª, en general¡ª como le corrigi¨® M¨®nica Garc¨ªa en el debate de hace unos meses. Que si en la Manada hab¨ªa militares o m¨¢s bien ultras de izquierda del f¨²tbol. Que si las ni?as prostituidas son culpa de Podemos o las muertes de ancianos en residencias competencia del PP o bien de Ciudadanos. Por arrojarse se arrojan a la cara incluso las v¨ªctimas pret¨¦ritas, eso bien lo saben las de ETA, las que a¨²n yacen en cunetas, las del Yak42 o las de la cal viva.
Lo de los encapuchados result¨® ser finalmente mentira as¨ª que los hotros se apresuraron a vocear sobre el victimismo y las denuncias falsas del colectivo LGTBI, sin reparar en que si escandaliz¨® que aquello fuera inventado fue, precisamente, porque las denuncias falsas no son habituales. Los hunos, por su parte, tambi¨¦n omiten cuando y lo que les interesa: un d¨ªa te dicen que Espa?a es uno de los pa¨ªses m¨¢s tolerantes con el colectivo ¡ªy se adjudican la medalla¡ª y otro que hay una banda aguardando en cada esquina para darle una paliza a un homosexual. Los hotros a?adir¨¢n, claro, que de haberla es extranjera.
Y la homofobia existe, como existe el machismo y existen las bandas latinas y la sobrerrepresentaci¨®n de algunos colectivos en algunas estad¨ªsticas, pero hunos y hotros solo se ponen de acuerdo en su empe?o por se?alar unas v¨ªctimas como relevantes y otras no, seg¨²n quienes sean y seg¨²n quienes sean sus victimarios; en analizar como fen¨®menos sociales que deber¨ªan preocuparnos solo los que llevan previamente en su programa electoral, constri?endo la realidad ¡ªque siempre es m¨¢s compleja¡ª a sus dogmas, dict¨¢ndonos qu¨¦ son casos aislados y qu¨¦ son fen¨®menos seg¨²n les convenga.
Y entre tanto ruido, como cantaba aquel, parece que lo que menos importa son las v¨ªctimas. Politizar el dolor no era esto, no era que los minutos de silencio dieran paso a las horas de estruendo, el que provocan los que se empe?an en buscar, m¨¢s que soluciones, un pu?adito de votos, un pu?adito de espectadores, un pu?adito de likes.
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