Argentina, entre las turbulencias y las sobreactuaciones, m¨¢s de lo mismo
Esta vez la crisis se da dentro del mismo espacio pol¨ªtico. No hay incentivos para la ruptura y nadie parece estar dispuesto a abandonar la cancha
Argentina es un pa¨ªs acostumbrado a las turbulencias, pasi¨®n tanguera. Pero a dos d¨¦cadas de la crisis del 2001, con varios pa¨ªses de la regi¨®n transitando crisis institucionales de calado, el pa¨ªs parec¨ªa un oasis en que a pesar del malestar econ¨®mico la pol¨ªtica institucional segu¨ªa marchando sobre sus rieles. ?Cambi¨® algo tras las elecciones primarias abiertas simult¨¢neas y obligatorias (PASO) del 12 de setiembre? Las PASO son ¨²nicas en el mundo. Buscan ampliar la oferta de cara al electorado sin que se multipliquen los partidos. Lo hacen dando cabida a las distintas facciones presentes en una formaci¨®n pol¨ªtica que, en una interna obligatoria, miden fuerzas para luego organizar sus listas. Juntos por el Cambio (JxC, ex Cambiemos, alianza entre el PRO, del expresidente Mauricio Macri y la hist¨®rica Uni¨®n C¨ªvica Radical) y el Frente de Todos (FdT) concentraron en esta elecci¨®n el 70% de la intenci¨®n de voto, con un 67% de participaci¨®n. Al ser simult¨¢neas, las PASO tambi¨¦n funcionan como una muy confiable encuesta preelectoral a dos meses de la verdadera elecci¨®n. Y pas¨® que el gobierno se llev¨® un buen batacazo.
JxC, recibi¨® 10 puntos m¨¢s que el oficialismo y recibi¨® m¨¢s votos en 15 de los 24 distritos electorales (23 provincias y la Ciudad Aut¨®noma de Buenos Aires, CABA). El FdT gan¨® en siete, y en otros dos los favoritos fueron partidos provinciales. No s¨®lo es el n¨²mero de provincias, JxC sac¨® m¨¢s votos en los principales centros econ¨®micos y urbanos del pa¨ªs, desplaz¨® al FdT en provincia de Buenos Aires (38% frente al 34% de FdT) y gan¨® en la CABA (48% de los votos frente a los 25% del partido del Gobierno y un 13% de la emergente ultraderecha libertaria). Para la oposici¨®n es un triunfo que adem¨¢s cambia equilibrios: el intendente de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodr¨ªguez Larreta, se apunta como presidenciable para 2023. Le queda un largo camino.
La crisis de Gobierno fue may¨²scula, pero cuatro claves invitan a desdramatizar los veinte p¨¢rrafos de la carta de la vicepresidenta que tuvieron al pa¨ªs en vilo en los d¨ªas pasados, despu¨¦s de que cinco ministros y dos altos funcionarios alineados con el kirchnerismo presentaran su renuncia. La primera es sist¨¦mica. No hay ninguna novedad en esta derrota. Se ve¨ªa venir por los malos datos econ¨®micos y porque es la tendencia desde 1983: hubo 10 elecciones intermedias, 5 veces gan¨® el Gobierno y 5 la oposici¨®n. Se llama alternancia y canalizaci¨®n electoral del desencanto. Segunda, tampoco hay novedad en las tensiones que atraviesa la coalici¨®n panperonista de Gobierno. Aunque el peronismo unido se considere invencible, lo cierto es que no lo es. Lo que sorprende es que se sorprendan. Tercera, su crisis no arrastra al pa¨ªs, ni los gobernadores provinciales ni los sindicados optar¨¢n por desestabilizar (as¨ª lo han mostrado en los ¨²ltimos d¨ªas, respaldando al presidente). Cuarta, aunque les sobren ganas, no tienen incentivos para romper, se necesitan, la sangre no llegar¨¢ al r¨ªo. La carta de la vicepresidenta redobl¨® una pulseada, pero acab¨® con un triunfo tibio del presidente, alguna inc¨®gnita y varias derrotas. El kirchnerismo atribuye el simulacro de derrota al presidente, pero perdieron tambi¨¦n en sus bastiones electorales. La remodelaci¨®n anunciada por Alberto Fern¨¢ndez no lo deja peor parado que las PASO mismas porque su Ministro de Econom¨ªa sigue ah¨ª y Santiago Cafiero sali¨® por una puerta y entr¨® por la otra. En lo dem¨¢s, pierde el feminismo y la causa federal: la representaci¨®n de mujeres y de l¨ªderes provinciales no boanerenses sobre m¨ªnimos.
La Argentina que fue, la Argentina que vino
En octubre se cumplir¨¢n 21 a?os de la crisis del Gobierno de la Alianza, la coalici¨®n que llev¨® a la presidencia a Fernando de la R¨²a (Uni¨®n C¨ªvica Radical) y Carlos Chacho ?lvarez (Frepaso). ?lvarez renunci¨® despu¨¦s del esc¨¢ndalo por los sobornos pagados a senadores de la oposici¨®n para que aprobaran las reformas a las leyes laborales. La Alianza no se rompi¨®, pero aquello fue la antesala del estallido de 2001. Aquel terremoto caus¨® da?os y activ¨® una de las tantas maldiciones de la pol¨ªtica argentina: ning¨²n gobierno no peronista consegu¨ªa completar su mandato desde que lo hiciera Marcelo T. de Alvear el 12 de octubre de 1928, ni siquiera entre los militares desde Justo, en 1938. En 2019, Macri rompi¨® el hechizo.
El vicepresidente es el ¨²nico cargo del Gobierno que el presidente no puede destituir y el ¨²nico que puede tener un inter¨¦s en que al Gobierno le vaya mal. Lo sabe bien Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, que durante su primera presidencia (2007-2011) vivi¨® una crisis institucional de calado cuando una de las propuestas legislativas centrales para su Gobierno fue derrotada en el Parlamento con el voto de su vicepresidente, Julio Cobos, de la UCR. Se dejaron de hablar, pero terminaron el mandato. Esta vez la crisis se da dentro del mismo espacio pol¨ªtico. No hay incentivos para la ruptura y nadie parece estar dispuesto a abandonar la cancha. La pelea de los d¨ªas pasados la interpreta el famoso dicho del general Per¨®n: ¡°Los peronistas son como los gatos, parece que se pelean pero se est¨¢n reproduciendo¡±. La intenci¨®n ser¨¢ esa, pero lo m¨¢s probable es que en noviembre la derrota mal ensayada se haga efectiva. La pol¨ªtica seguir¨¢ un tiempo m¨¢s sobre sus rieles, ser¨¢ hora de que la econom¨ªa encuentre su rumbo.
Yanina Welp es investigadora en Albert Hirschman Centre on Democracy, Graduate Institute, Ginebra (Suiza) y coordinadora editorial de Agenda P¨²blica.
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