Razones inoportunas
El Gobierno aplaza la reforma de la ley de extranjer¨ªa sobre migrantes menores de edad sin argumentos convincentes
Tras escuchar a Pedro S¨¢nchez en su discurso en la ONU, se hace algo m¨¢s dif¨ªcil comprender las dificultades de ¡°oportunidad¡± que aduce el ministro de la Presidencia F¨¦lix Bola?os, a instancias del ministro del Interior Grande-Marlaska, ...
Tras escuchar a Pedro S¨¢nchez en su discurso en la ONU, se hace algo m¨¢s dif¨ªcil comprender las dificultades de ¡°oportunidad¡± que aduce el ministro de la Presidencia F¨¦lix Bola?os, a instancias del ministro del Interior Grande-Marlaska, para enfriar la reforma del reglamento de la ley de extranjer¨ªa que afecta a menores y j¨®venes que llegaron solos a Espa?a. Ahora aguarda en un caj¨®n hasta nuevo aviso. Las razones para ese aplazamiento no son claras y, desde luego, su presunta inoportunidad es la menos clara de todas. El presidente S¨¢nchez record¨® en su discurso en la ONU que la desigualdad se ceba en los m¨¢s vulnerables y entre ellos est¨¢n los migrantes menores de edad. Su desamparo es de todos los colores: no solo humano y familiar sino social y laboral. La actual legislaci¨®n sobre extranjer¨ªa los condena a la marginalidad forzosa a partir de los 18 a?os porque quedan fuera de la protecci¨®n del Estado y deben buscarse la vida (en un sentido muy literal) por su cuenta.
La propuesta de reforma del reglamento de la ley de extranjer¨ªa que puso en marcha el ministro Escriv¨¢ agiliza los tr¨¢mites para obtener permisos de residencia y de trabajo. Estaba lista desde mediados del verano, con la previsi¨®n de llegar al Consejo de Ministros en fechas inmediatas. La crisis de Ceuta y la gesti¨®n de los centenares de j¨®venes marroqu¨ªes en curso parece estar en el origen de esta cautela actual: hoy las noticias rebajan la expectativa de esa reforma a otro m¨¢s de los asuntos pendientes. Pero la vida de unos 16.000 menores de edad migrantes (8.000 que han alcanzado la mayor¨ªa de edad y otros tantos que siguen siendo menores) no es ni puede ser solo un asunto pendiente sino una urgencia que un Gobierno progresista deber¨ªa acometer de forma inmediata. Retrasar las modificaciones a ese reglamento de la ley de extranjer¨ªa obliga a esos j¨®venes a callejear sin remedio y sin otra v¨ªa de auxilio que su propia capacidad de supervivencia en un medio hostil.
El marco del an¨¢lisis excede las condiciones espec¨ªficas de esta reforma. Si las razones humanitarias no bastasen, podr¨ªan aducirse tambi¨¦n razones de car¨¢cter ego¨ªsta o directamente econ¨®mico. Algunos sectores del mercado laboral han se?alado reiteradamente la dificultad para encontrar mano de obra, en particular en ¨¢mbitos que han ido perdiendo atractivo para los espa?oles, menos dispuestos a aceptar los trabajos m¨¢s duros. M¨²ltiples estudios avanzan desde hace tiempo la necesidad perentoria de un pa¨ªs con muy baja natalidad de contar con mano de obra for¨¢nea. La hipocres¨ªa que hoy dificulta los procedimientos para obtener el permiso de residencia de los menores se convertir¨¢ despu¨¦s en precipitada improvisaci¨®n delatora (porque har¨¢n falta). Es preferible promover los cambios que la reforma prev¨¦ en auxilio de los menores que no desean regresar a sus lugares de origen y encontrar v¨ªas m¨¢s ¨¢giles de arraigo legal. Solo alguna forma de estabilidad podr¨¢ liberarlos de seguir a la intemperie, sin ocupaci¨®n, sin trabajo y sin posibilidades de vivir bajo techo. La alarma ante un presunto efecto llamada, de imposible cuantificaci¨®n, deber¨ªa palidecer a la vista de la efectividad inmediata de una reforma que dota a 16.000 j¨®venes migrantes de rutas legales de inserci¨®n laboral y socializaci¨®n cultural.