Una bruja en el Congreso
En Espa?a hay un derecho al aborto que est¨¢ siendo vulnerado por quienes insultan y vejan a las mujeres que tratan de ejercer su leg¨ªtima voluntad. Esa vulneraci¨®n ha de ser castigada
Aunque haya colectivos que han resignificado los insultos que los estigmatizaban para exhibirlos con orgullo, no creo que consigan desinfectarlos de su lacerante connotaci¨®n. Hay que estar muy integrado en un ambiente para que la palabra maric¨®n suene a camarader¨ªa. Hay que ser una estrella del pop, llamarse Zahara y estar en un escenario, para que la palabra ¡°puta¡± se libre de la voluntad degradante con la que tantas veces ha sido pronunciada, puta, y se transforme en un t¨¦rmino reivindicativo. Otro tanto ocurre cuando a una mujer se la tacha de bruja. Ni los estudios hist¨®ricos que rescataron desde el XIX el papel de las brujas, como benefactoras y v¨ªctimas a la vez, revolucionarias, rebeldes, ind¨®mitas, perseguidas, condenadas durante siglos; ni tan siquiera el movimiento feminista que asumi¨® la historia de estas mujeres torturadas, enviadas a la hoguera, como bandera de insumisi¨®n, podr¨¢ desprenderse del todo de esa parte de su significado que es brutal. Ni las brujas s¨²per guays de las superproducciones americanas han lavado la imagen. Si a una mujer hoy se la define como bruja se est¨¢n reviviendo todas las connotaciones f¨¦tidas del apelativo. Una bruja es una mujer oscura, que se mueve en las sombras y con malas artes para manejar al pr¨®jimo a su antojo. Aunque las leyes contra la brujer¨ªa nos queden lejos, llamar a una mujer bruja es tildarla de mala persona, de cruel, de manipuladora.
Cuando el diputado de Vox Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez llama bruja a la diputada socialista, Laura Berja, el insulto, que en absoluto es inocente sino elegido con tino, resuena en el hemiciclo con todo su a?ejo sentido: se trata de una mujer defendiendo el derecho de todas las mujeres a que se les practique una interrupci¨®n voluntaria del embarazo (sin eufemismos, un aborto) sin que le salgan al paso esos agresivos defensores de la moral que se manifiestan a las puertas de las cl¨ªnicas, montando unas performances calcadas de las que durante a?os han protagonizado los fan¨¢ticos religiosos americanos. Pocas bromas, en muchos Estados han ganado, puesto que han conseguido que desaparecieran los centros de planificaci¨®n familiar, por no hablar de Texas, donde no solamente se ha prohibido el aborto despu¨¦s de seis semanas sino que se incita a la delaci¨®n de cualquier persona que intervenga en ese procedimiento, incluido el taxista que lleva a una mujer a las puertas de una cl¨ªnica.
Bruja, en boca del diputado de Vox, es la mujer que incita al desenfreno sexual para luego deshacerse sin piedad de las indeseadas consecuencias. En Espa?a hay un derecho al aborto que est¨¢ siendo vulnerado por quienes insultan y vejan a las mujeres que tratan de ejercer su leg¨ªtima voluntad. Esa vulneraci¨®n ha de ser castigada y el Partido Popular deber¨ªa estar de parte de las mujeres que necesitan apoyo, no sumarse al se?alamiento ni encogerse de hombros. ?D¨®nde estamos llegando? A tolerar que el insulto personal se cuele en las instituciones: ah¨ª est¨¢ el ayuntamiento de Ceuta, la Asamblea de Madrid o el Congreso de los Diputados. Comentarios xen¨®fobos en un caso, que ridiculizan el aspecto de las mujeres en otro, que las se?alan como p¨¦rfidas en el tercero. Ning¨²n pa¨ªs est¨¢ libre de una involuci¨®n y hay que estar alerta para que no se vaya colando por la puerta trasera. En la ley puede reconocerse un derecho, que en la realidad resulte dif¨ªcil ejercer. Y en este asunto, con la iglesia hemos topado: cuando se alaba el aperturismo del Papa Francisco, tal vez por el cambio sustancial con sus antecesores, la progres¨ªa (sobre todo varonil) olvida que el Santo Padre se pregunt¨®, cuando el aborto fue legalizado en su pa¨ªs, ¡°si est¨¢ bien que un sicario sea contratado para resolver un problema¡±. Por su propia naturaleza es dif¨ªcil que la Iglesia asuma el aborto, pero al menos hay que recordar de qu¨¦ manera las religiones castigan o reprimen la libertad de las mujeres, de las brujas.
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