Estresada
Me realizo mientras me desintegro. Me dejo la piel. Soy una bomba de relojer¨ªa programada con el chip del desarrollismo franquista y el liberalismo global
![Una mujer hace yoga al amanecer.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FOXJAPJMQ2PM7Y3JQ3LTQ3OMQU.jpg?auth=29c64b919c3c7fe5e4767d10d9558b6a6722097773d1264ac485af3f65742cf0&width=414)
Con el estr¨¦s tengo una empanada importante. Mis abuelas no ped¨ªan las sales ante el desmayo inminente, aunque el Optalid¨®n ya empezaba a ser f¨¢rmaco milagro contra migra?as y tristezas. Los desajustes nerviosos eran un lujo de gente rica que dispon¨ªa de tiempo para recrearse en los vaivenes de su vida interior y en la lentitud con que el aire llega a los pulmones. Sin embargo, aunque lo que no se nombra parece que no existe, cocineras, mariscadoras, empleadas de perfumer¨ªa, amas de casa a veces lloraban sin motivo. Se deshac¨ªan el nudo y segu¨ªan limpiando boquerones. La generaci¨®n de mi madre sum¨® a esto la profesionalidad de mujeres con estudios superiores: la excelencia se asum¨ªa como deseo propio, pero en realidad era la condici¨®n para no ser expulsada. En los ochenta, el estr¨¦s formaba parte de la jerga yuppie. Mi amiga Clau y yo nos re¨ªamos de la endeblez de nuestras compa?eras. Ella es argentina y acaso quer¨ªa integrarse en una cultura reacia al psicoan¨¢lisis. Luego me empez¨® a doler la clav¨ªcula y mi visi¨®n del mundo de dentro hacia fuera y de fuera hacia dentro experiment¨® una revoluci¨®n: soy una enferma en una sociedad enferma. Desconf¨ªo de la gente demasiado sana.
Durante el confinamiento muchas personas nos subimos por las paredes. La inactividad nos produc¨ªa n¨¢usea, un horror vacui, proveniente de la necesidad de acci¨®n, producci¨®n, reinvenci¨®n, regeneraci¨®n, empaquetado, autopromoci¨®n, cambio como novedad fungible, malestares inoculados por un capitalismo org¨¢nico, reconvertido en nervio y sequedad de mucosas. La realizaci¨®n personal en este sistema, basado en la explotaci¨®n y segregaci¨®n de los individuos fr¨¢giles, exige autodestruirse. La lengua fuera, el estiramiento, la impresionante capacidad de trabajo que quiere hacer veros¨ªmil la distop¨ªa liberal de que las m¨¢s esforzadas conseguir¨¢n riqueza, felicidad y ¨¦xito. Me realizo mientras me desintegro. Me dejo la piel. Soy una bomba de relojer¨ªa programada con el chip del desarrollismo franquista ¡ªsoy espa?ola¡ª y el liberalismo global: durante las vacaciones sufro lesiones herp¨¦ticas. Quiz¨¢ el descanso es pernicioso, o quiz¨¢ hay personas tan locas que no sabemos ya vivir sin estar bajo presi¨®n. Mientras el sistema no cambie y solo una clase como poco semi-rica se pueda permitir los cuidados paliativos de la enfermedad cr¨®nica del estr¨¦s ¡ªgabinetes psicol¨®gicos, salones de masaje, coaching, meditaci¨®n oriental¡¡ª, Errej¨®n acierta cuando propone incluir la asistencia psicol¨®gica en la Seguridad Social. Una asistencia psicol¨®gica que no se centre en tu madre, sino en lo que te paga el patr¨®n. Pero incluso esos cuidados deber¨ªan ser transitorios: habr¨ªa que resolver lo profundo. No es que seamos m¨¢s d¨¦biles que los fornidos tercios de Flandes: es que esta sociedad l¨ªquida es muy bestia. Somatizamos las agresiones de un sistema econ¨®mico violento, no sabemos parar y nos pinchan las culebrillas del herpes. Perdemos el pelo y vamos a clases de yoga en las que, sin pensar en nada, nos interrogamos sobre el derecho a la pereza y personas perezosas que son profundamente reaccionarias; sobre el orgullo y la culpa de trabajar cuando tanta gente est¨¢ en paro o tiene un trabajo y es pobre; sobre el peligro del exceso de eficacia y la sagrada vocaci¨®n. Sobre qu¨¦ pu?etas hacemos en la posici¨®n de media paloma.
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![Marta Sanz](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F6fb4a270-46c4-4bc3-8b2f-f9f0b153ab8f.png?auth=22832ae06e36a0c95e088726949513d05e54bfdde006faaf64a6b6a42e29b647&width=100&height=100&smart=true)