Por detr¨¢s de la sociedad
La regulaci¨®n del cannabis aspira a reducir el control de las mafias sobre un consumo socialmente extendido
Despu¨¦s de Uruguay, Canad¨¢ ha sido el segundo pa¨ªs del mundo en legalizar el consumo de cannabis sin finalidad terap¨¦utica, en abril de 2020, despu¨¦s de que el gobernador dem¨®crata, Andrew Cuomo, del Estado de Nueva York se hubiese sumado a la lista de los quince Estados que hab¨ªan despenalizado con anterioridad el uso recreativo de la marihuana. En su caso, adem¨¢s, dejaba sin efecto de forma autom¨¢tica las condenas previas por consumo y posesi¨®n de la sustancia. ...
Despu¨¦s de Uruguay, Canad¨¢ ha sido el segundo pa¨ªs del mundo en legalizar el consumo de cannabis sin finalidad terap¨¦utica, en abril de 2020, despu¨¦s de que el gobernador dem¨®crata, Andrew Cuomo, del Estado de Nueva York se hubiese sumado a la lista de los quince Estados que hab¨ªan despenalizado con anterioridad el uso recreativo de la marihuana. En su caso, adem¨¢s, dejaba sin efecto de forma autom¨¢tica las condenas previas por consumo y posesi¨®n de la sustancia. Su circulaci¨®n legal en Canad¨¢ ascendi¨® en el primer a?o, como lo hicieron los ingresos a la Hacienda p¨²blica procedentes de un negocio hasta entonces mantenido fuera del control del Estado.
En los ¨²ltimos d¨ªas se ha desatado en Espa?a una llamativa carrera por los pasillos del Congreso para promover medidas semejantes. El viernes pasado anunciaba Unidas Podemos la voluntad de activar un proyecto de ley que regule el consumo de marihuana sin restricciones, M¨¢s Pa¨ªs se adelant¨® el martes al registrar una Ley Integral del Cannabis que va en la misma direcci¨®n y, a pesar de que las negociaciones con ERC para hacerlo conjuntamente no prosperaron, la formaci¨®n catalana tambi¨¦n ha anunciado una iniciativa similar. Desde junio, por otra parte, la C¨¢mara aprob¨® a propuesta del PNV la creaci¨®n de una subcomisi¨®n para el estudio de su uso medicinal. Tres meses despu¨¦s, no se ha constituido a¨²n y, tanto entonces como en la actualidad, merece la oposici¨®n frontal del PP y de Vox, mientras que Ciudadanos ha abogado por perderle el miedo a la realidad y quitarle de encima a este asunto el pacto de silencio con que suele taparse.
No puede haber mejor indicador de la perezosa lentitud con que ha llegado por fin al Congreso una realidad extendida en la sociedad espa?ola. El consumo de los derivados del cannabis no es precisamente una pr¨¢ctica reci¨¦n estrenada con el siglo XXI. Los registros y testimonios abarcan, al menos, el siglo XX entero y ha formado parte sin demasiado aparato clandestino de las pr¨¢cticas del ocio adulto y joven. La concentraci¨®n de iniciativas parece indicar que varios partidos institucionales ¡ªPNV, Podemos, M¨¢s Pa¨ªs, ERC¡ª han aceptado por fin encarar la evidente necesidad de una regulaci¨®n despenalizadora de lo que hoy sigue viviendo en la ilegalidad en la calle y en las casas. Ser¨ªa deseable que el actual contexto de negociaci¨®n de los Presupuestos no supusiese un obst¨¢culo para que prospere una iniciativa compartida por una parte de los grupos de la C¨¢mara, con muy diferentes matices, y a pesar de las reticencias que el partido socialista ha mostrado en algunas ocasiones, como hizo en junio la ministra Carolina Darias ante la subcomisi¨®n del PNV.
Aunque sea de forma tard¨ªa, estas propuestas ponen rumbo hacia el realismo ante un negocio que mueve grandes cantidades de dinero y favorece pr¨¢cticas mafiosas, adem¨¢s de una fingida negaci¨®n que a menudo raya en la pura hipocres¨ªa. Incluso la salud democr¨¢tica habr¨ªa de salir fortalecida del debate parlamentario sobre una regulaci¨®n compleja, dif¨ªcil y llena de meandros. No solo Espa?a sino el conjunto de Europa tendr¨¢ que afrontar un d¨ªa u otro legislar sobre esta materia. De momento, las actuales iniciativas pueden ayudar a salir del doble fondo de armario a un tipo de consumo cuya discusi¨®n p¨²blica siempre ser¨¢ preferible al negacionismo neopuritano y embustero.