Libertad

Antoine Augustin Parmentier fue farmace¨²tico y jardinero, pero sobre todo un hombre ingenioso. Estaba convencido de que la patata, utilizada en el siglo XVIII solamente para alimentar el ganado o decorar con sus flores alg¨²n jard¨ªn, pod¨ªa ser un alimento sano y nutritivo. Pero la gente no quer¨ªa comer patatas: los cl¨¦rigos sosten¨ªan que lo que crec¨ªa bajo tierra era cosa del diablo, los rebeldes lo ten¨ªan por una porquer¨ªa que les daban a los mendigos para humillarlos. Mejor morirse altivamente de hambre. Parmentier recurri¨® a Luis XVI, que tampoco era mucho apoyo, pero por lo menos se puso una flor de patata en la solapa (no le cortaron la cabeza por eso, sino por otras muestras de bonhom¨ªa). El tenaz Parmentier pidi¨® al rey la exclusividad del cultivo del tub¨¦rculo y luego hizo publicidad: lo sembr¨® en su campo de Sablons (m¨¢s o menos donde ahora est¨¢ la torre Eiffel) y puso unos feroces guardias que impidieran al vulgo acercarse a sus plantas para robar esquejes. Pero vigilaban s¨®lo de d¨ªa y aceptaban discretos sobornos por consejo de Parmentier: durante la noche, todo el mundo pod¨ªa entrar en Sablons y llevarse lo que quisiera. Convencidos de robar un tesoro que se les negaba, los listillos se encargaron de difundir la patata por todo el pa¨ªs. El fil¨¢ntropo hab¨ªa cumplido su tarea.

Necesitamos otros Parmentier para convencer a los remisos de que se pongan la vacuna contra la covid-19 y acabar con esta plaga como con otras. Pero, ah, los m¨¢s bobos invocan su libertad para negarse, como si ser libre consistiese en rechazar las normas racionales y pasar los sem¨¢foros en rojo. No s¨¦ si se cometen tantos cr¨ªmenes en nombre de la libertad como dijo Madame Roland, pero tonter¨ªas desde luego much¨ªsimas.