?dolo
Me bastaba tener un libro suyo entre las manos para sentirme m¨¢s inteligente, m¨¢s segura, m¨¢s fuerte y m¨¢s feliz, como si la admiraci¨®n que sent¨ªa por ¨¦l creara una coraza capaz de protegerme de todo mal
Escribir esta palabra produce pudor, una extra?eza que raya con la verg¨¹enza, pero no existe otra a la altura de aquel deslumbramiento, el rayo luminoso capaz de marcar el rumbo de una vida entera. Supongo que todo el mundo tiene ¨ªdolos, pero tal vez no todos resulten igual de importantes. Para m¨ª, fue vital. Leer sus libros no s¨®lo me regal¨® una vocaci¨®n, sino un lugar en el mundo. Recuerdo el hormigueo fren¨¦tico de mis dedos mientras pasaban p¨¢ginas, la voz que resonaba dentro de mi cabeza, esto es, esto es, esto es lo que yo quiero hacer¡ Me bastaba tener un libro suyo entre las manos para sentirme m¨¢s inteligente, m¨¢s segura, m¨¢s fuerte y m¨¢s feliz, como si la admiraci¨®n que sent¨ªa por ¨¦l, el amor que me inspiraba su obra, creara una coraza capaz de protegerme de todo mal. M¨¢s all¨¢ de la adolescencia, los excesos de fantas¨ªa se fueron diluyendo, pero la devoci¨®n no cambi¨®. La admiraci¨®n fue madurando, haci¨¦ndose m¨¢s consciente, m¨¢s exigente, mientras yo escrib¨ªa mis propios libros, y la gratitud se desbord¨® como una levadura m¨¢gica, porque llegu¨¦ a pensar que tal vez, sin ¨¦l, no habr¨ªa encontrado un camino para escribir. Da verg¨¹enza decir estas cosas, pero eso era lo que yo sent¨ªa. Luego, las aguas comenzaron a enturbiarse. El torrente bravo, valiente, que segu¨ªa fluyendo como un milagro de la naturaleza en las p¨¢ginas de los libros, se acobard¨® en recodos inesperados al contacto con la realidad. Nada que reprochar, me dije. La biograf¨ªa y la literatura pueden divergir, separarse para volver a encontrarse¡ Pero los ¨ªdolos dan lecciones de vida tambi¨¦n cuando se derrumban. La admiraci¨®n no cambia, no puede cambiar, porque es leg¨ªtima, imposible arrancarla sin llevarse con ella nuestro coraz¨®n. La admiraci¨®n no cambia, pero m¨¢s all¨¢ est¨¢ el fr¨ªo, el dolor h¨²medo del abandono y esta insoportable sensaci¨®n de orfandad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.