Papeles, por fin papeles
El impulso de la reforma de la ley de extranjer¨ªa permite seguir mejorando la dif¨ªcil gesti¨®n de la inmigraci¨®n de j¨®venes y menores no acompa?ados
La gesti¨®n de la inmigraci¨®n irregular plantea enormes desaf¨ªos en todas las sociedades democr¨¢ticas, pero la lucha contra el tr¨¢fico de personas no justifica transigir con una exclusi¨®n social que vulnera los derechos humanos y acaba provocando m¨¢s da?os de los que pretende evitar. Eso es lo que durante demasiado tiempo ha ocurrido con el tratamiento de los menores migrantes no acompa?ados que han llegado a Espa?a y que, ante la imposibilidad de una repatriaci¨®n a sus pa¨ªses de origen, han acaba...
La gesti¨®n de la inmigraci¨®n irregular plantea enormes desaf¨ªos en todas las sociedades democr¨¢ticas, pero la lucha contra el tr¨¢fico de personas no justifica transigir con una exclusi¨®n social que vulnera los derechos humanos y acaba provocando m¨¢s da?os de los que pretende evitar. Eso es lo que durante demasiado tiempo ha ocurrido con el tratamiento de los menores migrantes no acompa?ados que han llegado a Espa?a y que, ante la imposibilidad de una repatriaci¨®n a sus pa¨ªses de origen, han acabado bajo la tutela del Estado. Tras muchos titubeos y un considerable retraso, la reforma del reglamento de la ley de extranjer¨ªa permitir¨¢ finalmente facilitar la concesi¨®n de los permisos de residencia y trabajo cuando los menores migrantes cumplan los 18 a?os y puedan valerse por s¨ª mismos. Los 15.000 adolescentes y j¨®venes menores de 23 a?os que han migrado solos podr¨¢n encarar as¨ª en mejores condiciones una integraci¨®n laboral y social que de todas formas no ser¨¢ f¨¢cil: si no lo es para los j¨®venes que han nacido en Espa?a y tienen una familia que los apoya, menos lo ser¨¢ para quienes carecen de anclajes sociales y emocionales.
Cambiar el reglamento era un requisito imprescindible, pero no suficiente, para asegurar una v¨ªa que facilite el arraigo y la integraci¨®n social. Las trabas que durante a?os han sufrido para obtener los permisos de residencia y trabajo han dejado a miles de estos j¨®venes a la intemperie al cumplir la mayor¨ªa de edad, con la paradoja de que se les ha formado en unos oficios que luego no se les permite ejercer. Sin techo y sin poder trabajar, muchos de ellos se han visto abocados a la marginalidad y a la explotaci¨®n de la econom¨ªa sumergida. Este bucle de exclusi¨®n ha llevado a muchos a tener que malvivir en las calles y algunos han ca¨ªdo en los tent¨¢culos de la delincuencia, alimentando as¨ª el discurso xen¨®fobo y criminalizador de la extrema derecha. Los efectos de la reforma no ser¨¢n ¨®ptimos sin un programa de inclusi¨®n social que evite que otros j¨®venes caigan en la marginalidad en el futuro.
Los actuales recursos son a¨²n insuficientes, empezando por los centros de acogida en los puntos de llegada, que se encuentran totalmente saturados. En Canarias, los dispositivos de acogida albergaban a principios de octubre 2.513 menores no acompa?ados llegados en el ¨²ltimo a?o y medio, de los que 1.370 a¨²n estaban pendientes del tr¨¢mite de determinaci¨®n de edad. Como ha puesto de manifiesto un informe de Unicef con datos de 27 centros de acogida canarios, los menores viven en condiciones de hacinamiento penosas y una escolarizaci¨®n muy insuficiente. Los tr¨¢mites de documentaci¨®n son lentos y apenas se han derivado 166 menores a otras comunidades, que tambi¨¦n tienen sus centros saturados. No es mucho mejor la situaci¨®n en la ciudad de Ceuta, donde hay m¨¢s de 500 menores varados en el centro de acogida y muchos otros, en n¨²mero indeterminado, que deambulan y malviven en las calles. El miedo a un efecto llamada muy dif¨ªcil de demostrar y cuantificar no justifica un tratamiento inhumano a los menores que ya han llegado. La reforma del reglamento ha sido el avance eficaz que puede impulsar los que faltan todav¨ªa.