Las invisibles de la crisis migratoria en Ceuta
Medio centenar de ni?as permanecen en zonas de acogida separadas de los varones que tambi¨¦n llegaron en mayo. Las menores, especialmente vulnerables, suponen menos del 1% de los 10.000 marroqu¨ªes que entraron de forma irregular cuando Marruecos abri¨® la frontera
En las rutas migratorias el perfil dominante es el de hombre adulto. En el extremo opuesto de las estad¨ªsticas se hallan las ni?as. Las que alcanzaron Ceuta en la crisis fronteriza de la que este d¨ªa 17 se cumplen tres meses no llegaron al centenar, seg¨²n las fuentes consultadas en el Gobierno local y en las organizaciones humanitarias. Supone, por tanto, menos del 1% de los aproximadamente 10.000 marroqu¨ªes que accedieron de forma irregular a la ciudad aut¨®noma.
Algunas de las personas que han tenido contacto con ellas y que conocen sus perfiles y los motivos de la salida de sus lugares de origen no dudan en se?alar que son el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil, vulnerable e invisible de la cadena migratoria. Ninguna de ellas ha sido enviada a su pa¨ªs de vuelta entre los grupos de menores que el Ministerio del Interior ha repatriado por la frontera del Tarajal estos d¨ªas, pero su situaci¨®n preocupa de manera especial.
La organizaci¨®n Save The Children ha entrevistado de manera individual a 85 chicas menores de edad llegadas entre el 17 y el 18 de mayo a Ceuta. Algunas expresaron su deseo de solicitar asilo. Zineb Emrane, la coordinadora de esta ONG en Melilla, que ha permanecido en Ceuta desde mayo hasta la semana pasada, es una de las tres personas que ha realizado las entrevistas y conoce bien los perfiles de las menores.
Detalla que en torno al 4% son casos de personas LGTBI que sufren violencia dentro o fuera de su entorno familiar; otras escapan de situaciones de explotaci¨®n laboral como servir en casas (las conocidas como ¡°petites bonnes¡±, o ¡°peque?as asistentas¡± en franc¨¦s); tambi¨¦n de redes de explotaci¨®n sexual o en el entorno familiar as¨ª como de matrimonios forzosos. Hay, adem¨¢s, dos casos, muy infrecuentes a?ade Emrane, de chicas que ven¨ªan de vivir en su pa¨ªs en la calle y otras que son hijas no reconocidas por sus progenitores y que tienen dif¨ªcil acceso al sistema sanitario o la educaci¨®n.
En las calles de Ceuta es muy sencillo toparse con ni?os extranjeros no acompa?ados, pero no as¨ª con ni?as. Ni siquiera en estos d¨ªas en los que para evitar ser repatriados muchos se est¨¢n escapando de los albergues de emergencia en los que se encuentran. ¡°Son m¨¢s vulnerables porque tienen menos aptitudes para estar en un ambiente tan violento y hostil como es la calle y el viaje¡±, explica la antrop¨®loga Mercedes Jim¨¦nez. Esas dificultades explican, por ejemplo, que para ellas sea m¨¢s complicado escapar de los centros, como est¨¢n haciendo esos d¨ªas los chavales, ¡°porque tienen menos entrenamiento¡±.
¡°No hay ni?as en la calle y si estuvieran escapando de los centros las ver¨ªamos¡±, confirma Joana Mill¨¢n, de la ONG Maakum, que trabaja con menores en Ceuta desde 2018, si bien, a diferencia de Save The Children y Unicef, no tiene acceso a ellos una vez que est¨¢n bajo la tutela de las autoridades. Dice que en estos meses solo han tenido contacto con dos ni?as de la calle y que ya est¨¢n de vuelta en Marruecos. ¡°El trayecto migratorio de las ni?as ha sido siempre distinto. Muchas llegaban a Ceuta como adolescentes a servir en casas, pero todo esto cambi¨® cuando el a?o pasado se cerr¨® la frontera por la pandemia¡±, explica Mill¨¢n. Eso no ha impedido que un n¨²mero dif¨ªcil de evaluar se haya quedado aprovechando esos contactos con familiares o conocidos en Ceuta.
La estructura de recursos en los que viven los menores extranjeros no acompa?ados de Ceuta est¨¢ formada por siete centros: seis son para chicos y el restante, para chicas. Entre los primeros est¨¢n el polideportivo de Santa Amelia (de donde salen menores para las repatriaciones de estos d¨ªas), el centro La Esperanza (donde se concentran los considerados m¨¢s vulnerables), y el campamento de Piniers, dividido en cuatro secciones de m¨®dulos prefabricados. Todos son atendidos por la Fundaci¨®n Samu. El centro para ni?as dispone de tres chal¨¦s que gestiona una organizaci¨®n distinta y cuya ubicaci¨®n prefieren que no sea desvelada.
Mercedes Jim¨¦nez explica esa mayor invisibilidad que tradicionalmente ha rodeado el proceso migratorio de las ni?as con respecto a los ni?os. Ellas han atravesado la frontera m¨¢s arropadas por redes familiares, ocultas en el maletero de un coche o, incluso, con el pasaporte de una prima o de alguien que f¨ªsicamente se le parece. Pero ha comprobado que, sobre todo desde 2018, cada vez hay m¨¢s ni?as que viajan en pateras, se?ala esta investigadora, con dos d¨¦cadas de experiencia con menores en Marruecos.
¡°Hay m¨¢s familias que optan por pagar por el viaje, sobre todo adolescentes del interior del pa¨ªs¡± para que lleguen al otro lado de la frontera de la mano de las redes, comenta Jim¨¦nez. Hay, adem¨¢s, diversos factores para explicar los motivos del viaje de las chicas. En sus entrevistas, detalla la antrop¨®loga, hablan de ansias de libertad, o de que son hijas de madres solas ¡ªen algunos casos prostitutas¡ª que invierten su dinero para mandar a sus hijas al extranjero. Tambi¨¦n son ni?as de zonas rurales a las que sus familias mandan a emigrar como forma de salvarlas de la precariedad en que viven.
¡°Las ni?as siempre han estado presentes, pero ahora num¨¦ricamente son m¨¢s que antes¡±, comenta. A ello hay que sumar el peso del ¡°tab¨²¡± que supone, y m¨¢s en una sociedad como la marroqu¨ª, el hablar, por ejemplo, de redes sexuales. ¡°El pudor impide bajo ese barniz moral reconocer el alto ¨ªndice, por ejemplo, de matrimonios entre menores que los jueces est¨¢n autorizando en Marruecos pese a la Mudawana¡±, el c¨®digo de familia aprobado hace 18 a?os y que sigue siendo de dif¨ªcil aplicaci¨®n.
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