Bielorrusia: John Wayne no se equivocaba de enemigo
Queremos a Europa democr¨¢tica y racional, pero tambi¨¦n la queremos viva. Por ello hay que atender a esos inmigrantes de forma humanitaria y a la vez hay que saberse defender
A estas alturas de la historia me van a perdonar el spoiler sobre El hombre que mat¨® a Liberty Valance, pelicul¨®n de 1962 que, si no han visto, merecen que tanto John Wayne como James Stewart les disparen al un¨ªsono sin que se abra el debate sobre qui¨¦n les ha ejecutado a ustedes. Y es este: hombre duro del Oeste, el primero, ingenuo abogado del Este, el segundo, han de acabar con el cruel pistolero encarnado por Lee Marvin. Todos grandes. Armas o leyes son las herramientas a mano y podemos suponer que Liberty Valance no llegar¨¢ a la vejez en prisi¨®n. Una bala impondr¨¢ su final y el abogaducho con delantal que ha disparado a la vista de todos se llevar¨¢ la fama mientras John Wayne guardar¨¢ el secreto para s¨ª tras descerrajar unos buenos tiros desde las sombras.
Viene esto a cuento de la ¨²ltima burla que los pistoleros del Oeste de hoy, que est¨¢n m¨¢s bien al Este, se permiten en su relaci¨®n con la Uni¨®n Europea. Mientras Rusia se atreve a humillar a Borrell en un viaje a Mosc¨² y Turqu¨ªa a Von der Leyen al dejarla sin silla, Bruselas responde como James Stewart en esa pel¨ªcula. De forma tan c¨¢ndida que empieza a respirarse un aire de bullying dif¨ªcil de digerir. El empoll¨®n de la clase ¡ªEuropa¡ª se ha convertido en la diana m¨¢s f¨¢cil para malotes como Rusia, Turqu¨ªa y ahora Bielorrusia. Despu¨¦s de imponer el terror tras las elecciones ama?adas y de atreverse a desviar un vuelo entre dos capitales de la UE para detener a un opositor, el r¨¦gimen lleva meses ensayando una nueva t¨¢ctica guerrera de imposible clasificaci¨®n: captar inmigrantes a cascoporro en Oriente Pr¨®ximo y acarrearlos hasta la frontera polaca para fastidiar. John Wayne ya estar¨ªa mirando de reojo bajo el ala de su sombrero sin perder detalle, listo para reaccionar. El arma, cargada.
Pero Europa es James Stewart, el encantador abogaducho que solo puede atenerse a las buenas palabras y las leyes y por ello le quieren acribillar. Y as¨ª la queremos, democr¨¢tica y racional, pero tambi¨¦n la queremos viva. Por ello hay que atender a esos inmigrantes de forma humanitaria y a la vez hay que saberse defender. En la ¨²ltima escena de la pel¨ªcula y para rabia de un anciano Stewart que ha propiciado el desarrollo ferroviario, urbano y democr¨¢tico del Oeste, un hombre le halaga con el broche final: ¡°?C¨®mo no hacerlo por el hombre que mat¨® a Liberty Valance!¡±. De poco sirve su legado si no se sabe defender. Sin confundir nunca a los inmigrantes con el mat¨®n que les ha puesto ah¨ª. Que idiotas no somos.
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