Gacelas y ¡®fake news¡¯
Es un mito que en la era de internet y las redes sociales haya m¨¢s desinformaci¨®n que nunca
Unas gacelas pastan tranquilas en las llanuras del Serengueti. Camuflado entre los arbustos, avanza sigiloso un leopardo. Al verlo, dos gacelas j¨®venes empiezan a dar grandes saltos. Las dem¨¢s entienden que un depredador anda al acecho y huyen despavoridas. Saltando, las dos gacelas pierden unos segundos y una energ¨ªa claves para escapar del felino. Pero les vale la pena. Han enviado una se?al inequ¨ªvoca al leopardo: nos sobran las fuerzas, no pierdas el tiempo persigui¨¦ndonos. El depredado...
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Unas gacelas pastan tranquilas en las llanuras del Serengueti. Camuflado entre los arbustos, avanza sigiloso un leopardo. Al verlo, dos gacelas j¨®venes empiezan a dar grandes saltos. Las dem¨¢s entienden que un depredador anda al acecho y huyen despavoridas. Saltando, las dos gacelas pierden unos segundos y una energ¨ªa claves para escapar del felino. Pero les vale la pena. Han enviado una se?al inequ¨ªvoca al leopardo: nos sobran las fuerzas, no pierdas el tiempo persigui¨¦ndonos. El depredador se retira y, si ataca, no ir¨¢ a por ellas.
El psic¨®logo Hugo Mercier usa este ejemplo para mostrar una diferencia fundamental entre el mundo animal y el humano: incluso entre v¨ªctima (gacela) y verdugo (leopardo), los animales se transmiten informaci¨®n veraz. Los humanos, desde hace como m¨ªnimo 300.000 a?os, aunque probablemente antes, nos comunicamos verbalmente y, por tanto, de forma gratuita. No hacemos aparatosos ejercicios para indicar que somos fuertes. Abrimos la boca y lo decimos. Pero, como hablar no nos cuesta esfuerzo, podemos mentir para aprovecharnos de nuestro interlocutor.
Por eso, el progreso de la humanidad ¡ªde las relaciones familiares a las comerciales y pol¨ªticas¡ª ha dependido siempre de nuestra capacidad para distinguir las verdades de las mentiras. C¨®mo lidiar con las fake news no es un problema de nuestro tiempo, sino de nuestra especie. Y no hemos inventado todav¨ªa una f¨®rmula milagrosa para resolverlo. La persona que tenemos delante puede lanzarnos una falsedad en cualquier momento. As¨ª que, a diferencia de lo que suele decirse (sobre el ¨¦xito de los mensajes antivacunas, por ejemplo), los humanos no somos instintivamente cr¨¦dulos, sino esc¨¦pticos por naturaleza. Solo nos creemos una noticia tras analizar dos pistas de su emisor: el pasado (?qu¨¦ reputaci¨®n tiene de ser fiable?) y el futuro (?qu¨¦ gana dici¨¦ndonos esto?).
Es, por tanto, un mito que en la era de internet y las redes sociales haya m¨¢s desinformaci¨®n que nunca. Al contrario, la proporci¨®n de noticias ciertas en relaci¨®n a las falsas ha aumentado. Lo que ocurre es que el conjunto de informaci¨®n al que estamos expuestos es tan gigantesco que nos llegan muchas mentiras y nos fijamos en ellas. Pero no nos damos cuenta de los muchos mensajes verdaderos (sobre la epidemia, las pensiones o el precio de la energ¨ªa) que absorbemos cada d¨ªa.
Cr¨¦eme. @VictorLapuente