Para Espa?a vaciada
En un entorno fragmentado es posible ser decisivo con pocos diputados y la rentabilidad de emular al nacionalismo perif¨¦rico es cada vez mayor
Cuando un concepto echa a andar cobra vida propia. Esto pasa con la ¡°Espa?a vac¨ªa¡± o, en su versi¨®n condescendiente, la ¡°Espa?a vaciada¡±. Si el t¨¦rmino ya hab¨ªa hecho fortuna los ¨²ltimos a?os, ahora que se habla de un potencial partido que la represente, el inter¨¦s a¨²n es mayor. Tanto se ha inflado esta burbuja que hoy es un win-win para esos territorios; se materialicen o no las candidaturas, el disputado voto del se?or Cayo tendr¨¢ m¨¢s inter¨¦s que nunca para los partidos pol¨ªticos tradicionales.
A¨²n no sabemos con qu¨¦ f¨®rmula se concretar¨¢ el partido del significante vac¨ªo ni tampoco con que fuerza irrumpir¨¢ seg¨²n la regi¨®n. Que no les despisten, de momento las encuestas no afinan a nivel provincial. Sin embargo, al margen del da?o que har¨¢n al PP y al PSOE (especialmente al partido que quede segundo), estas candidaturas son un buen s¨ªntoma del signo de los tiempos: en un entorno fragmentado es posible ser decisivo con pocos diputados y la rentabilidad de emular al nacionalismo perif¨¦rico es cada vez mayor.
Cosa distinta es que debajo del paraguas de la ¡°Espa?a vac¨ªa¡± haya una realidad ¨²nica. En un libro reciente Fernando Collantes y Vicente Pinilla recuerdan que en la Espa?a rural viven hoy m¨¢s personas que hace un cuarto de siglo. Es verdad que muchas comarcas del interior sufren un acelerado envejecimiento y despoblaci¨®n, pero hay otros municipios que han aumentado de tama?o. La mistificaci¨®n que se hace desde las tribunas urbanitas sobre el entorno rural (y que tanto enerva a los que verdaderamente somos ¡°de pueblo¡±) no hace justicia a la heterog¨¦nea realidad de nuestro pa¨ªs.
La concentraci¨®n de poder en las grandes ciudades es un fen¨®meno global empujado por cambios tecnol¨®gicos y la terciarizaci¨®n de la econom¨ªa, lo que hace que tratar de modularlo se parezca a batallar con las mareas. Pero, de nuevo, no es imposible. Se sabe que aquellos lugares que han retenido m¨¢s poblaci¨®n son los que tienen econom¨ªas m¨¢s diversificadas del sector agrario y en ese sentido deber¨ªan ir las inversiones, sobre todo las locales y auton¨®micas. Se puede llevar el Senado a Palencia o invitar a refugiados de Siria a repoblar municipios de Soria, pero eso son titulares, no pol¨ªticas p¨²blicas de fondo. En Francia o Suecia, donde las zonas rurales reverdecen, es el mercado laboral y/o residencial el que hace de tractor.
Bienvenido sea el inter¨¦s con el que algunos descubren que hay vida fuera de las capitales, pero ojal¨¢ que en este debate las narrativas no tapen la discusi¨®n sobre medidas concretas. Si la espada de Damocles de la amenaza electoral es necesaria como palanca para ello que as¨ª sea, pero no se olviden que el objetivo no deber¨ªa ser atar a la gente a un territorio, sino que tenga oportunidades para poder decidir si se queda o no.
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