M¨¢s hijoputas que ventanas
En los pueblos es donde se mezclan de manera m¨¢s habitual el rico y el pobre, el que vota al Frente Popular de Judea y al Frente Judaico Popular, el viejo y el cr¨ªo
Como tantas, Correos es una empresa comprometida con cualquier causa salvo si tiene que ver con los derechos laborales: lo mismo te pintan un buz¨®n con la bandera arco¨ªris que te sacan unos sellos antirracistas. Que en muchas de sus carter¨ªas, en las cuales hay gais, negros, lesbianas o latinos, los trabajadores tengan cada vez peores condiciones ¡°ya tal¡±, como dec¨ªa aquel.
Su compromiso no es m¨¢s que una cuesti¨®n de marketing: les importan los derechos sociales en la medida en que les concierne su bolsillo. Esto no quiere decir ¡ªpara los pejigueros¡ª que aquellos por los que dicen combatir no sean principios justos. Ni siquiera que, aunque su objetivo sea ¨²nicamente el dinero, no dejen por el camino algunas cosas buenas.
La ¨²ltima fue el anuncio m¨¢s reciente de la compa?¨ªa, una pieza que pon¨ªa en valor la vida en el pueblo. Aparecen desde los padres primerizos que se acaban de mudar hasta los tenderos de toda la vida. Nos hablan de c¨®mo son sus vidas, en plural, porque en cada una de sus palabras queda patente que no son individuos sino comunidad. Nos dicen que all¨ª la gente se saluda muchas veces y que cuando se cruzan se preguntan que de d¨®nde vienen o a d¨®nde van. Y que no es por cotillear: es por saber.
El v¨ªdeo emocionar¨ªa, y seguramente emocion¨®, a muchos de los que viven en pueblos o tienen uno al que volver. Pero como los cenizos, como los pejigueros, existen, y como Twitter es la esquina del mundo donde m¨¢s abundan, hubo all¨ª quien mont¨® en c¨®lera. Quien se?al¨® que Correos hab¨ªa pasado por alto que el wifi llega regular a muchos pueblos, obviando que un spot no es un ensayo, y quien puso el grito en el cielo porque el rural muy bien menos si eres homosexual o divorciada, como si en las ciudades no hubiera indeseables.
Fuera de Twitter todo es siempre menos cansino, pero este esc¨¢ndalo responde a una falsa dicotom¨ªa que se da tambi¨¦n en anal¨®gico: la contraposici¨®n entre un rural b¨¢rbaro y una urbe civilizada, que tiene su contrario en la caricatura de un n¨²cleo urbano impersonal y un campo pensado como locus amoenus. Pero a los blancos y negros les ocurre como a la red social: que la realidad siempre es m¨¢s compleja.
Con ella se topa uno cuando observa, por ejemplo, la paradoja de que en las ciudades, donde aparentemente se tiene una visi¨®n global del mundo, la idea que suele forjarse uno de la realidad se va constri?endo cada vez m¨¢s a fuerza de relacionarse solo con los de su clase social ¡ªque viven en su barrio¡ª, con los de su parecer pol¨ªtico ¡ªque militan en su Asamblea¡ª, con los de su nivel intelectual ¡ªque frecuentan sus bares u oficina¡ª e incluso a veces con los de su misma edad ¡ªvisiten Malasa?a¡ª.
All¨ª los c¨ªrculos son m¨¢s electivos y supongo que eso tiene, como casi todo, cara y cruz. Sin embargo, en los pueblos, donde seg¨²n el imaginario colectivo se obtiene una visi¨®n chica y pobre de lo que es la sociedad, es donde se mezclan de manera m¨¢s habitual el rico y el pobre, el que vota al Frente Popular de Judea y al Frente Judaico Popular, el viejo y el cr¨ªo. Y claro que, desgraciadamente, hay homofobia y hay criticones en los visillos. Dec¨ªa uno de mis monitores en los Scouts que hay m¨¢s hijoputas que ventanas. Y en la ciudad hay m¨¢s ventanas, as¨ª que por una cuesti¨®n num¨¦rica, tambi¨¦n m¨¢s hijoputas.
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