B¨¢rbaro rey
Los trapos sucios se lavan en casa, pero algunas manchas son tan dif¨ªciles de sacar de ciertas telas que igual convendr¨ªa aludir al marr¨®n p¨²blicamente
Aun hoy, en el apogeo de la Tindercracia, los salones de muchas casas siguen presididos por las fotos de las bodas de los hijos enmarcadas en alpaca y los novios mirando al infinito, como si su amor fuera a ser vitalicio. Con el paso de las d¨¦cadas, y de los divorcios, algunas de ellas han sido discretamente retiradas o sustituidas por otras de los v¨¢stagos con sus nuevas parejas. Pero tengo vista alguna en las que la figura del c¨®nyuge cesante ajeno a la saga ha sido mutilada a c¨²ter limpio y sustituida por la virgen o el santo patr¨®n del pueblo de los suegros, en un af¨¢n entre quir¨²rgico y p¨ªo de cortar por lo sano: extirpado el ex se acab¨® la rabia. El problema viene cuando no es que te divorcies, sino que te deshijas por pura supervivencia, tu ex es tu padre y tu antecesor en la jefatura del Estado, y tu ¨¢lbum de fotos, historia de Espa?a. Por mucho que le metas el c¨²ter en los retratos y los sustituyas por la Corona, el fantasma permanece hasta que lo llamas por su nombre. Algo as¨ª sent¨ª viendo el discurso de Nochebuena de Felipe VI. A fuerza de no verlo ni mentarlo, pesaba en el ¨¦ter m¨¢s el rey ausente que el presente. Los trapos sucios se lavan en casa, pero algunas manchas son tan dif¨ªciles de sacar de ciertas telas que igual convendr¨ªa aludir al marr¨®n p¨²blicamente.
Mientras, Juan Carlos de Borb¨®n, el ex de La Zarzuela, sigue exiliado en Abu Dabi, en campechano compadreo con un traficante de armas, pr¨®fugo de la justicia y amigo de toda la vida, no necesariamente por este orden. Intramuros, los mismos cortesanos que le re¨ªan las gracias y se luxaban el coxis haci¨¦ndole la reverencia en el besamanos de su onom¨¢stica, ora le repudian, ora exigen su vuelta a casa como si nada, y su todav¨ªa esposa firma a medias con ¨¦l su felicitaci¨®n navide?a tragando con carros y carrozas hasta que toque tragar con el arc¨®n f¨²nebre. Viendo lo visto, y lamentando infinito perderme tama?o espect¨¢culo, lo de su examante B¨¢rbara Rey, neg¨¢ndose a declarar en el Senado sobre si vendi¨® o le compraron su silencio con fondos reservados, casi me parece una inocentada. Por cierto, B¨¢rbara Rey, en realidad, se llama Mar¨ªa Garc¨ªa Garc¨ªa. El rey s¨ª que es b¨¢rbaro.
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