Tique regalo
Muchas veces lo que anhelas no pueden tra¨¦rtelo los Reyes y lo que te traen no puedes cambiarlo por lo que quisieras
Tal d¨ªa como hoy, hace eones, me trajeron los Reyes unas deportivas Paredes con cu?a precios¨ªsimas que hab¨ªa pedido hac¨ªa meses, consciente de que rozaban lo prohibitivo para mis pajes. En el ¨ªnterin, debi¨® de crecerme el pie y, cuando me las calc¨¦ del tir¨®n para salir a los coches de choque con mis amigas, me call¨¦ que me iban just¨ªsimas, emperradita en que, en dos puestas, las domaba. Inocente. Me hicieron tales mataduras que, esa tarde, de vuelta a casa, tuve que confesar el crimen y asumir las consecuencias ante el adusto morro de mi madre. Debo decir que estuvo elegante. Ni una voz m¨¢s alta que otra. Al d¨ªa siguiente me compr¨® unas bambas marca La Bellota en las rebajas de la zapater¨ªa del barrio, meti¨® las Paredes en la lavadora, las coloc¨® en su caja, las subi¨® al altillo y all¨ª se quedaron de cuerpo presente esperando a que mi hermana creciera para heredarlas.
Hoy han venido los Reyes a las casas donde han podido, que no son todas. Los contenedores de los barrios bien, regular y pobres sin eufemismos rebosan de cajas y bolsas de chorradas m¨¢s o menos caras compradas a ¨²ltima hora a bulto para cubrir el expediente y que, ma?ana, ser¨¢n cambiadas por otras chorradas m¨¢s convenientes. Lo que ni se compra, ni se vende ni se cambia es la ilusi¨®n que me hicieron aquellas Paredes que no pude disfrutar por cabezona. No es nostalgia del pasado. Ni romantizaci¨®n de la pobreza. Ni chochez roja ni parda. Puede ser, lo admito, a?oranza de una misma cuando deseaba tanto algo como para arriesgarse a perderlo con tal de probarlo. Los Reyes de los adultos lo tienen m¨¢s dif¨ªcil. Muchas veces lo que anhelas no pueden tra¨¦rtelo y lo que te traen no puedes cambiarlo por lo que quisieras, por mucho tique regalo que grapen a la etiqueta. Cuando las Paredes le sirvieron por fin a mi hermana, la hija de mi madre dijo que no las quer¨ªa ni regaladas. No me extra?a. Las he buscado en Google para constatar que existieron. Eran espantosas.
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