Nuevas alianzas para la financiaci¨®n auton¨®mica
Ahora mismo s¨®lo parece consolidada la coalici¨®n de la Espa?a vaciada, que responde al resurgimiento de la reivindicaci¨®n rural frente a las ¨¢reas urbanas. Y emerge en este nuevo escenario un actor principal: Madrid
El pasado 23 de noviembre se reunieron en Santiago de Compostela los presidentes de las ocho comunidades aut¨®nomas representantes de la Espa?a vaciada: las dos Castillas, Galicia, Arag¨®n, Asturias, La Rioja, Cantabria y Extremadura. Un encuentro ins¨®lito en el clima pol¨ªtico actual (con cinco representantes del PSOE, dos del PP y el c¨¢ntabro Revilla), pero no tan ins¨®lito por lo que al tema se refiere. Las comunidades m¨¢s afectadas por la despoblaci¨®n y el e...
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El pasado 23 de noviembre se reunieron en Santiago de Compostela los presidentes de las ocho comunidades aut¨®nomas representantes de la Espa?a vaciada: las dos Castillas, Galicia, Arag¨®n, Asturias, La Rioja, Cantabria y Extremadura. Un encuentro ins¨®lito en el clima pol¨ªtico actual (con cinco representantes del PSOE, dos del PP y el c¨¢ntabro Revilla), pero no tan ins¨®lito por lo que al tema se refiere. Las comunidades m¨¢s afectadas por la despoblaci¨®n y el envejecimiento (todas las reunidas en Santiago salvo Cantabria y Extremadura) ya hab¨ªan firmado tres a?os antes la Declaraci¨®n de Zaragoza, que conten¨ªa una serie de reivindicaciones comunes a todos los territorios. Entonces, como ahora, se trataba de un encuentro por encima de adscripciones partidistas. Y entonces, como ha ocurrido ahora, el objetivo final era el de fijar posiciones con vistas a la negociaci¨®n de la reforma de la financiaci¨®n auton¨®mica.
La cumbre de Santiago es un paso m¨¢s en la articulaci¨®n de alianzas con vistas a la negociaci¨®n de una nueva LOFCA, que el Gobierno ha anunciado sin ponerle fecha concreta. La de la negociaci¨®n auton¨®mica es una de las patatas m¨¢s calientes para un Ejecutivo. Tanto es as¨ª que Rajoy nunca quiso abordarla, a pesar de que durante su mandato caduc¨® la ¨²ltima reforma, aprobada en 2009, cuya vigencia expiraba el primero de enero de 2014. Desde entonces han pasado casi ocho a?os y ning¨²n Gobierno se ha atrevido a abrir esa carpeta. Ciertamente, en este tiempo se han producido cuatro elecciones generales, una moci¨®n de censura exitosa y un terremoto en el sistema de partidos, adem¨¢s de una sacudida existencial del propio modelo auton¨®mico a ra¨ªz del proc¨¦s independentista.
No es posible saber cu¨¢ndo tiene previsto el Gobierno abrir formalmente la negociaci¨®n de la nueva LOFCA. El calendario parecer¨ªa propicio, una vez aprobado el presupuesto, pero los adelantos electorales no ayudan.
Lo que es evidente a estas alturas es que el escenario sobre el que se negociar¨¢ la nueva financiaci¨®n no tendr¨¢ nada que ver con el de 2009, y la reuni¨®n de Santiago es una prueba de ello, pero no solo. La negociaci¨®n de 2009 es una muestra de las alianzas tradicionales, con Catalu?a ejerciendo de rompehielos. Hoy en d¨ªa, esas alianzas parecen superadas, en parte por la emergencia de nuevos ejes, como el de la despoblaci¨®n, y el liderazgo catal¨¢n ni est¨¢ ni se le espera.
La alianza del sur entre Andaluc¨ªa, Extremadura y Castilla-La Mancha, que hist¨®ricamente enarbolaba la solidaridad como principio rector del sistema, sufre hoy por el cambio de color en el Gobierno andaluz, lo que debilita el frente com¨²n que las tres autonom¨ªas hab¨ªan mostrado siempre. La suma de Extremadura a la coalici¨®n de la Espa?a vaciada podr¨ªa obedecer a la necesidad de ¨¦sta de encontrar una nueva alianza que sustituya a la anterior.
Tampoco sigue en pie la tradicional coalici¨®n del levante, en este caso por la dimisi¨®n de Catalu?a, actor fundamental en las negociaciones anteriores y que ahora pretende negociar exclusivamente de forma bilateral con el Gobierno central. Este cambio ha obligado a Ximo Puig a emprender una gira de visitas a otras comunidades (Andaluc¨ªa entre ellas), con la intenci¨®n de recabar apoyos y forjar una nueva alianza con vistas a la negociaci¨®n.
Ahora mismo s¨®lo parece consolidada la coalici¨®n de la Espa?a vaciada, que responde al resurgimiento de la reivindicaci¨®n rural frente a las ¨¢reas urbanas. Las coaliciones tradicionales, tanto la del sur como la del levante, han desaparecido. Y emerge en este nuevo escenario un actor principal que parece no tener ning¨²n inter¨¦s en sentarse a la mesa: Madrid. Convertido en el centro del debate por su pol¨ªtica agresiva de dumping fiscal y su papel de ariete opositor al Gobierno central, la comunidad de D¨ªaz Ayuso es la menos interesada en que la negociaci¨®n pueda llegar a buen puerto, ya que cualquier nuevo acuerdo de financiaci¨®n va a tener que abordar el papel de Madrid como aspiradora de recursos e inversiones, principalmente de esa Espa?a vaciada.
Madrid tradicionalmente ha estado ausente en los debates sobre la financiaci¨®n territorial, protagonizados por las alianzas del sur y del levante, representantes de los dos polos de discusi¨®n. Ahora Madrid es literalmente el centro de la discusi¨®n y le es imposible ponerse de perfil. Su salvaci¨®n ser¨ªa que la negociaci¨®n no se llegase a producir o, si se produjera, que no acabara en acuerdo. Es relevante que el Gobierno madrile?o no haya hecho ning¨²n movimiento de acercamiento a otras comunidades. Parad¨®jicamente, puede que le acabe salvando el Govern independentista catal¨¢n. Sin el concurso de Catalu?a todo el mundo entiende que no podr¨¢ haber acuerdo para una nueva financiaci¨®n. La insistencia en la bilateralidad de Aragon¨¨s y los suyos no s¨®lo deja a la Comunidad Valenciana sin aliados, sino que podr¨ªa acabar siendo providencial para los intereses de D¨ªaz Ayuso.