Un par de ideas contra la malnutrici¨®n
Nadie tiene muy claro qu¨¦ bacterias hay que favorecer o estimular en el microbioma para conseguir efectos saludables en las personas y las poblaciones
Entiendo a los cient¨ªficos serios que persiguen formas de actuar sobre el microbioma para luchar contra la enfermedad humana, pero tambi¨¦n a los que se echan la mano a la cartuchera en cuanto oyen hablar de ello. El microbioma o microbiota ¡ªla distinci¨®n entre ambos t¨¦rminos es un academicismo improductivo¡ª es el conjunto de bacterias que viven en nuestras tripas, tambi¨¦n llamado flora intestinal, y ha dado lugar a tal enjambre de chamanes interesados, recetas ignorantes y puras y simples estafas que, como primera aproximaci¨®n, lo m¨¢s inteligente que puede hacer un consumidor es ignorarlo por completo. Pero el caso es que tambi¨¦n hay investigaci¨®n muy solvente sobre el tema y, como parece l¨®gico, tiene relaci¨®n con la nutrici¨®n y las graves dolencias asociadas a su error o exceso, como la enfermedad metab¨®lica, la diabetes, el infarto, el alzh¨¦imer, las alergias de los beb¨¦s y no pocos tipos de c¨¢ncer. El objetivo de entender y manipular el microbioma merece la pena, por m¨¢s que arrastre a extra?os compa?eros de viaje, pelmazos irrepetibles y una nutrida taxonom¨ªa de amigos de lo ajeno.
Tambi¨¦n la malnutrici¨®n por privaci¨®n, la que no peca de exceso de calor¨ªas sino de insuficiencia de nutrientes, tiene una relaci¨®n interesante con el microbioma, aunque de momento no ha dado lugar a intervenciones eficaces para aliviar esa pesada carga. Pese a que los investigadores han reunido datos, no saben a¨²n en qu¨¦ consiste un microbioma sano, y en qu¨¦ forma eso depende de la edad, la buena o mala salud y el estilo de vida. Soy consciente de que referirse a las carencias de la poblaci¨®n de los pa¨ªses pobres como ¡°estilo de vida¡± puede resultar chocante, pero no olviden que lo primero que el mundo en desarrollo est¨¢ importando de Occidente son justo sus peores h¨¢bitos diet¨¦ticos, de los refrescos sepultados en az¨²car a las hamburguesas de tres pisos anegadas en grasas saturadas, lo que afecta al microbioma, por supuesto. Pero el caso es que nadie tiene muy claro qu¨¦ bacterias hay que favorecer o estimular en el microbioma para conseguir efectos saludables en las personas y las poblaciones. Los mensajes simples de los nutricionistas tienden a ser demasiado simples y demasiado nutricionistas para tom¨¢rselos en serio.
Hay otra idea contra la malnutrici¨®n, sin embargo, que s¨ª sabemos que funciona, pero que curiosamente no nos da la gana de aplicar. Se llama biotecnolog¨ªa, u organismos gen¨¦ticamente modificados, esos bautizados frankenfood por el ingenio ecologista, y un buen ejemplo es el no menos pomposamente llamado arroz dorado. Esta variedad transg¨¦nica de arroz resuelve el mayor problema nutricional de su precedente natural, su falta de vitamina A. La deficiencia de vitamina A ha condenado a muerte a millones de ni?os de los pa¨ªses en desarrollo en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. El arroz dorado, por m¨¢s que no me guste su mercadot¨¦cnico nombre, es una excelente soluci¨®n para esa enfermedad asesina que tan poco parece preocupar a los activistas ambientales del mundo rico. La espantosa campa?a de mentiras e intoxicaciones sobre este logro de la ciencia ha causado millones de muertes evitables en el mundo. Una curiosa forma de moralidad planetaria.
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