¡®Interruptus¡¯
Mi colega se divorci¨® tras el confinamiento. La convivencia forzosa remat¨® su maltrecha pareja. Separados 14 horas al d¨ªa hubieran durado siglos. Como Cristina e I?aki si no le hubieran cazado y hubieran seguido vendi¨¦ndonos la burra
Un d¨ªa, vi¨¦ndolo atribulado, le pregunt¨¦ qu¨¦ tal a un colega, esperando un bien, gracias. Pero, en esas, fue el t¨ªo y me lo cont¨® todo. Andaba de mudanza con su esposa y sus dos cr¨ªos, estaban haciendo agua como pareja, pero, abducido por el estr¨¦s y la inercia, no ten¨ªa tiempo ni de divorciarse. Me hizo tanta gracia y tanta pupa escuchar en otra boca males tan conocidos que adopt¨¦ la frase como santo y se?a. Separarse no es f¨¢cil. Nunca es el momento. Siempre hay una excusa. Por los hijos, por los padres, por la pasta, por v¨¦rtigo. Por no poner tu vida patas arriba, aunque tu vida sea una mierda y t¨² seas el primero en saberlo. Hasta que un d¨ªa, de repente, llega algo, o alguien, y te lo da todo hecho. O nunca llega nadie ni nada y te comes en vida el limbo o el mism¨ªsimo infierno antes de palmarla y ganarte el cielo de los m¨¢rtires y los cobardes.
Para m¨ª que, m¨¢s que el oprobio de los cuernos, a los que deb¨ªa de estar m¨¢s acostumbrada que a las tiaras de infanta de Espa?a, Cristina de Borb¨®n ha consentido en declarar interruptus su matrimonio con I?aki Urdangarin porque sus hijos, ya adultos, la han puesto en su sitio. Una cosa es intuir que tu padre y tu madre no se aman, o que una ama y el otro se deja, y otra ver en bucle en la tele a tu padre y a su novia retozando en la playa y a tu madre tragando quina. Donde tantos ven traici¨®n y venganza, yo, apreci¨¢ndolos, veo una historia extra ordinaria ¡ªas¨ª, separado¡ª de dependencia emocional de ella y conveniencia de ambos. Con todo, lo que m¨¢s me pasma es el cabreo que, seg¨²n los tertulianos de ciertos programas, se agarr¨® Juan Carlos I en el Golfo al ver a su yerno pon¨¦rselos a su hija en Lecturas. ?l, que coleccionaba amantes mientras o¨ªa misa con su santa esposa y reina. Mi colega se divorci¨® tras el confinamiento. La convivencia forzosa remat¨® su maltrecha pareja. Separados 14 horas al d¨ªa hubieran durado siglos. Como Cristina e I?aki si no le hubieran cazado y hubieran seguido vendi¨¦ndonos la burra.
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