Sin libertad de expresi¨®n no hay libertad de elecci¨®n
No hay que dejar de se?alar la anomal¨ªa y la injusticia que se vive en tantos reg¨ªmenes donde escribir libremente tiene hoy encarcelados a no pocos periodistas, blogueros y escritores

Cualquiera que se salga del marco imperante aqu¨ª y ahora, el del adanismo narcisista y desmemoriado, se dar¨¢ cuenta de que los derechos de los que disfruta ni son fruto del azar ni est¨¢n garantizados a perpetuidad. Pongamos el ejemplo de la libertad de expresi¨®n: poder decir sin temer represalias no es, ni de lejos, una realidad global. Aunque nuestro derecho a expresarnos libremente puede mejorar, es evidente que, en comparaci¨®n con lo que ocurre en otras latitudes, este es un mundo medianamente bueno. Yo misma valoro cada palabra que digo en p¨²blico, cada conjunto de teclas que toco para componer lo que necesito escribir. Soy muy consciente del privilegio que supone poder pensar libremente y transmitir estos pensamientos a quien interese.
Es por esto por lo que ha resultado m¨¢s desagradable una experiencia personal reciente que me ha devuelto a la realidad del mundo m¨¢s all¨¢ de estas fronteras: resulta que una editorial de un pa¨ªs ¨¢rabe, que no voy a citar para no perjudicar a quien no tiene posibilidad alguna de cobijarse en latitudes democr¨¢ticas, compr¨® los derechos para publicar mi peque?o ensayo Siempre han hablado por nosotras, que contiene una cr¨ªtica expl¨ªcita al islam, ya que es francamente dif¨ªcil hacer un an¨¢lisis feminista de las sociedades arabo-musulmanas sin recalar en lo que es una de sus principales fuentes de discriminaci¨®n y misoginia. Me extra?¨® incluso que una empresa que publica en la lengua de Mahoma decidiera transmitir a sus lectores mi enmienda a la totalidad de un sistema que supone tanto dolor para las mujeres. Cre¨ª, inocente de m¨ª, que se abr¨ªa un resquicio de tolerancia y firm¨¦ el contrato de cesi¨®n con todo mi entusiasmo. Ahora, despu¨¦s de que la editorial haya recibido la traducci¨®n definitiva, nos comunican que han decidido dejar el manuscrito en un caj¨®n. Seg¨²n parece, las leyes del pa¨ªs en el que residen no permiten cr¨ªtica alguna al islam. ?Dios es grande! Lo que no es ninguna sorpresa, pero no por habitual hay que dejar de se?alar la anomal¨ªa y la injusticia que se vive en tantos reg¨ªmenes donde escribir libremente tiene hoy encarcelados a no pocos periodistas, blogueros y escritores. Luego dir¨¢n que las mujeres musulmanas podemos elegir libremente. Cuando la ¨²nica posibilidad por ley es comulgar con lo decretado y no pueden ni publicarse las voces cr¨ªticas, escoger se vuelve infinitamente m¨¢s f¨¢cil.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
