Sentirse libre (o no) dentro del velo
La afluencia de inmigrantes de religiones diversas a Europa y la amenaza de grupos islamistas han convertido a los musulmanes en blanco de discriminaci¨®n, y al ¡®hiyab¡¯ en s¨ªmbolo visual de estas tensiones. De los 27 Estados miembros de la UE y el Reino Unido, nueve tienen alguna restricci¨®n legal frente al pa?uelo
La m¨¢s reciente controversia sobre el hiyab, el pa?uelo que usan las mujeres musulmanas, estall¨® a finales de octubre de 2021. Ir¨®nicamente, el detonante fue una campa?a contra la discriminaci¨®n lanzada por el Consejo de Europa, quien public¨® en sus redes sociales un breve v¨ªdeo compuesto por una serie de im¨¢genes divididas por la mitad. Un lado muestra a una mujer con el velo y, el otro, a la misma mujer sin cubrirse la cabeza. Al final del video, se lee el texto: ¡°La belleza est¨¢ en la diversidad, de la misma forma que la libertad est¨¢ en el hiyab¡±. Por ¨²ltimo, se muestran las etiquetas #celebratediversity y #JOYinHIJAB.
Esta iniciativa caus¨® revuelo en Francia, donde se cit¨® al portavoz del Gobierno Gabriel Attal en el Financial Times indicando que ¡°no se debe confundir la libertad religiosa con la promoci¨®n de facto de un s¨ªmbolo religioso¡±. Attal calific¨® el uso del hiyab como una posici¨®n ¡°identitaria¡± que es ¡°contraria a la libertad de conciencia que apoya Francia¡±. La ministra francesa de Juventud y Deportes, Sarah El Ha?ry, se pronunci¨® en¨¦rgicamente contra el v¨ªdeo y calific¨® como meritoria la decisi¨®n del Consejo de retirarlo de la circulaci¨®n. Pol¨ªticos de derechas como Marine le Pen y Michel Barnier, as¨ª como tambi¨¦n destacados expertos que brindan comentarios en medios televisivos, sumaron sus voces a las cr¨ªticas de la campa?a.
Francia no es el ¨²nico pa¨ªs europeo que restringe el hiyab. La afluencia de inmigrantes musulmanes a Europa y la amenaza de grupos islamistas violentos han convertido a las comunidades musulmanas en blanco de hostilidad y discriminaci¨®n, y el velo se ha convertido en un s¨ªmbolo visual de estas tensiones. De los 27 Estados miembros de la UE y el Reino Unido, nueve tienen alguna restricci¨®n legal sobre utilizar velo; ha habido propuestas legislativas para limitar la pr¨¢ctica en otros cinco Estados. En los pa¨ªses sin restricciones nacionales, algunas regiones han decidido de forma independiente prohibir los revestimientos faciales. Solo hay seis pa¨ªses de la UE (Croacia, Chipre, Grecia, Polonia, Portugal y Ruman¨ªa) en los que no hubo, hasta ahora, ning¨²n debate p¨²blico sobre la restricci¨®n del pa?uelo.
Los partidarios de las medidas restrictivas representan una amplia gama de perspectivas. Muchos pol¨ªticos liberales, creyentes ac¨¦rrimos en el Estado laico, consideran la religi¨®n como un asunto privado que debe mantenerse fuera de la vista. Algunas feministas ven el pa?uelo en la cabeza como un s¨ªmbolo de la opresi¨®n patriarcal o religiosa hacia las mujeres. Pero los partidarios m¨¢s vociferantes de las prohibiciones han sido los pol¨ªticos populistas de derechas que encuentran muy conveniente ocultar su xenofobia detr¨¢s de argumentos que tienen un atractivo ideol¨®gico m¨¢s amplio.
Algunas feministas ven el pa?uelo en la cabeza como un s¨ªmbolo de la opresi¨®n patriarcal o religiosa a las mujeres
En medio de toda la gran palabrer¨ªa, se presta poca atenci¨®n a los puntos de vista de las musulmanas. Los soci¨®logos llevan mucho tiempo prediciendo que la modernizaci¨®n traer¨¢ consigo una disminuci¨®n de la religiosidad y, por ende, del uso de s¨ªmbolos religiosos como el hiyab. Esta predicci¨®n se ha confirmado tanto en las sociedades cristianas como en las musulmanas, y a medida que aumenta la modernizaci¨®n, la frecuencia con la que las mujeres llevan velo suele disminuir.
Pero hay un matiz de crucial importancia en la interacci¨®n entre los niveles previos de religiosidad y la modernizaci¨®n. Por ejemplo, entre las fieles musulmanas altamente religiosas, la probabilidad de llevar el hiyab se incrementa con la participaci¨®n de dichas mujeres en la vida social moderna, sobre todo si son j¨®venes, educadas y solteras. Esto parece ser cierto no solo en los pa¨ªses predominantemente musulmanes, sino tambi¨¦n donde son una minor¨ªa, como en B¨¦lgica. Cuanto m¨¢s se relacionan aquellas que se identifican como profundamente religiosas con los belgas nativos, es m¨¢s probable que lleven el hiyab; una tendencia que tambi¨¦n se observa en pa¨ªses como Indonesia, donde el n¨²mero de f¨¦minas que usan velo aumenta, junto con la prosperidad.
Los estudios demuestran que la mayor¨ªa de las mujeres que no utilizan el pa?uelo act¨²an as¨ª debido a la presi¨®n que reciben de sus familias o comunidades. De hecho, la pr¨¢ctica est¨¢ m¨¢s extendida entre las mujeres altamente religiosas que, debido a su situaci¨®n laboral, a su educaci¨®n, ingresos y participaci¨®n pol¨ªtica, deber¨ªan estar relativamente mejor preparadas para resistir las coacciones familiares.
El llevarlo no parece ser ¨²nicamente una expresi¨®n de religiosidad, sino tambi¨¦n una decisi¨®n estrat¨¦gica. Las mujeres religiosas parecen llevarlo para reconciliar su vida fuera del hogar con las normas sociales de sus comunidades. Adoptar el hiyab garantiza a sus comunidades que su participaci¨®n en las vidas seculares ¡°m¨¢s arriesgadas¡± lejos de sus hogares no debe interpretarse como una oportunidad para participar en un comportamiento contrario a sus normas religiosas. El hiyab, entonces, es una se?al de la resiliencia de la devoci¨®n de las mujeres verdaderamente religiosas frente a los peligros que la modernizaci¨®n podr¨ªa plantear a sus reputaciones.
Esta comprensi¨®n del velo tiene implicaciones para la pol¨ªtica cultural. En Europa, este podr¨ªa ser un s¨ªmbolo no de segregaci¨®n, sino de integraci¨®n de los musulmanes en la sociedad. A medida que las musulmanas altamente religiosas hacen m¨¢s amigos no musulmanes y se mudan a vecindarios donde ellas son la minor¨ªa, pueden optar por usar el hiyab como un medio para salvaguardar su imagen ante la sociedad como devotas religiosas frente a la modernidad. La prohibici¨®n de algunas formas del velo las privar¨ªa de elegir una opci¨®n que les permita m¨¢s libertad, no menos libertad.
Si se prohibiera su uso, una mujer que quiere enviar se?ales sobre su religiosidad y su decisi¨®n de cumplir con las normas de su propia comunidad se ver¨ªa obligada a buscar alternativas que podr¨ªan ser tan engorrosas como quedarse en casa. Y es de suponer que ese no es un resultado que muchos defensores de la prohibici¨®n desean. No todo lo que yace detr¨¢s del velo es de temer. La consigna del Consejo de Europa, tal vez de manera sorprendente, no est¨¢ lejos de la verdad. Ciertamente, hay m¨¢s ¡°libertad en el hiyab¡± de la que habr¨ªa en caso de prohibirlo.
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