Pobre democracia
Como dec¨ªa Chejov, ¡°el amor, la amistad y el respeto no une tanto a la gente como el odio com¨²n¡±. Y este ¨²ltimo ingrediente, el odio, no las discrepancias, se ha convertido en el impulso principal que gu¨ªa casi todos los movimientos pol¨ªticos de nuestro pa¨ªs
Tarde o temprano ten¨ªa que pasar, que nos enfrent¨¢ramos a una sesi¨®n parlamentaria en la que todas las contradicciones de nuestra pol¨ªtica aparecieran en clave de farsa o esperpento; a ese momento en el que en pocas horas se concentran todas las ignominias de la pol¨ªtica de vuelo raso y perfil chato e innoble. No le falt¨® ninguno de los ingredientes del envilecimiento en el que hemos ca¨ªdo, desde diputados traidores a su partido ¨Dy cobardes, ni se atrevieron siquiera a desvelar sus intenciones¨D, hasta el sectarismo de determinados grupos, los supuestos aliados parlamentarios del Gobierno, que lo dejaron tirado en el momento decisivo de la legislatura. Aunque luego condescendieran afirmando que quieren seguir siendo sus amigos ¨Dtodav¨ªa es mucho lo que pueden sacar de su situaci¨®n de debilidad¨D. Y si as¨ª se portan los amigos, ?qu¨¦ no har¨¢n sus enemigos? Por lo pronto, meter la pata. Casado ha desaprovechado la segunda gran oportunidad ¨Dla primera fue la pandemia¨D para dar la imagen de que le importa el destino de Espa?a, no sus aspiraciones de poder. Y la chapuza del error en el voto, el momento grouchiano, fue ya el broche de oro de una tarde/noche que no merec¨ªan los votantes de ninguno de los partidos. Porque aqu¨ª, con independencia del resultado, hemos perdido todos.
Hab¨ªa algo muy potente simb¨®licamente en la forma en la que se negoci¨® la reforma laboral, la aspiraci¨®n a que fuera por consenso de las partes. Y se consigui¨®. Eso debi¨® de ser lo que alarm¨® a quienes han hecho del disenso metodol¨®gico su ¨²nica br¨²jula de acci¨®n pol¨ªtica. Por la manera en la que desde uno y otro lado del bibloquismo se reaccion¨® a este acontecimiento casi in¨¦dito en los ¨²ltimos lustros ¨Dla posibilidad de acuerdos transversales¨D qued¨® claro que al final los contenidos del pacto eran secundarios. Lo que importaba es no aparecer votando lo mismo que el enemigo, el otro demonizado. Como si ERC, por ejemplo, perdiera su identidad al coincidir en algo con Ciudadanos. Y estos ¨²ltimos dejaron bien claro que daban su apoyo por el rechazo previo de ¡°los independentistas¡± al proyecto. Como dec¨ªa Chejov, ¡°el amor, la amistad y el respeto no une tanto a la gente como el odio com¨²n¡±. Y este ¨²ltimo ingrediente, el odio, no las discrepancias, se ha convertido en el impulso principal que gu¨ªa casi todos los movimientos pol¨ªticos de nuestro pa¨ªs. Nuestro Parlamento ha devenido en un h¨ªbrido entre Weimar y el Congreso estadounidense.
El error de Yolanda D¨ªaz quiz¨¢ fuera presentar la reforma como ¡°proyecto de pa¨ªs¡±, algo que aqu¨ª no se tolera. Cada cual tiene el suyo en oposici¨®n al del otro, y vale en la medida en que presupone la derrota del de enfrente. Por eso mismo hab¨ªa que cortarle las alas. Es un personaje que sobra para quienes solo admiten una pol¨ªtica agon¨ªstica. Otros en el Gobierno ver¨¢n en ella el fusible que hab¨ªa que quemar para conseguir su medida estrella. Tengo para m¨ª, sin embargo, que es la mejor garant¨ªa para que un sector a la izquierda del PSOE permanezca inmune al s¨ªndrome de Portugal. Y adem¨¢s ha resultado ser una gran parlamentaria. Por todo ello, ahora se compite desde uno y otro lado por se?alar la frustraci¨®n de su proyecto personal, como si estuvi¨¦ramos sobrados de ¡°pactistas¡±, de pol¨ªticos que no temen la transversalidad. Lo que s¨ª es cierto es que la legislatura ha entrado ya en otra din¨¢mica: en una acentuaci¨®n de la esquizofrenia en el interior del Gobierno de coalici¨®n y de mayor tensi¨®n con sus aliados. Su ruptura formal no se escenificar¨¢ empero hasta que estemos en la antesala de las pr¨®ximas elecciones.
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