El centroderecha: un espacio en busca de int¨¦rprete
La disputa por la moderaci¨®n ha sido sustituida por la radicalizaci¨®n de los mensajes y el deterioro del debate p¨²blico; la alternativa al Gobierno debe representar al ciudadano templado que desea estabilidad
Desde la transici¨®n de la dictadura a la democracia hasta hoy, los espa?oles se han autodefinido ideol¨®gicamente ¡ªen promedio y con una tozuda persistencia¡ª como ligeramente de centroizquierda. Ello es coherente con las diferentes alternancias en el Gobierno que hemos tenido desde las primeras elecciones libres en 1977.
As¨ª, en funci¨®n de las circunstancias, los ciudadanos dieron su confianza primero a la UCD, para completar la plena transici¨®n a la democracia y sentar las bases para la reintegraci¨®n de Espa?a en el mundo, de manera que, una vez agotado su ¡°objeto social¡±, desapareci¨®.
Luego, se otorg¨® la confianza al PSOE con un objetivo expl¨ªcito: la modernizaci¨®n. Es decir, la integraci¨®n efectiva de Espa?a en organismos multilaterales, como la entonces Comunidad Econ¨®mica Europea (1986) y la OTAN, la adaptaci¨®n del tejido productivo a las exigencias de una econom¨ªa abierta e integrada y la modernizaci¨®n social iniciada por la UCD, con la universalizaci¨®n de la sanidad, las leyes de divorcio, aborto o la reforma fiscal.
Despu¨¦s del desgaste producido por la acci¨®n de Gobierno, incluidos los casos de corrupci¨®n y de guerra sucia, los espa?oles dieron una mayor¨ªa ajustada al PP (una vez unificado todo el espacio a la derecha del PSOE) y se la renovaron claramente despu¨¦s de una legislatura de di¨¢logo y acuerdos parlamentarios transparentes, que permitieron, sobre la base de amplios consensos, la integraci¨®n plena en la Alianza Atl¨¢ntica y en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria y una proyecci¨®n internacional, iniciada ya por los gobiernos anteriores, que inclu¨ªa una mayor implicaci¨®n activa en la construcci¨®n europea, liderazgo en la Comunidad Iberoamericana, influencia en el Magreb y en Oriente Pr¨®ximo y, sobre todo, una relaci¨®n s¨®lida con Estados Unidos y con el atlantismo (incluso asumiendo un elevad¨ªsimo coste pol¨ªtico al apoyar pol¨ªticamente la intervenci¨®n en Irak).
Algunos de esos consensos b¨¢sicos se perdieron con el regreso del PSOE al poder, despu¨¦s de unas elecciones dram¨¢ticamente perturbadas por los atentados del 11 de marzo en Madrid. Un per¨ªodo en el que ETA dej¨® las armas y se avanz¨® en materia de derechos civiles, pero con una proyecci¨®n exterior declinante (producto de la pr¨¢ctica ruptura con Estados Unidos) y una pol¨ªtica econ¨®mica pasiva que impidi¨® hacer frente a las consecuencias enormes de la crisis financiera del 2008 y provoc¨® la vuelta al poder del PP, con el encargo expl¨ªcito de afrontar la crisis (agudizada por la crisis de deuda y del euro de 2011) y evitar el rescate de la econom¨ªa espa?ola. As¨ª sucedi¨®. Pero, al mismo tiempo, se agudizaron las tensiones territoriales iniciadas por el malhadado nuevo Estatuto de Catalu?a y que culminaron en la intentona secesionista de 2017.
En esos per¨ªodos se perdieron los consensos b¨¢sicos, primero sobre nuestra posici¨®n en el mundo y luego sobre la cohesi¨®n territorial que, en un intento de superar definitivamente nuestros problemas at¨¢vicos, se hab¨ªan concretado en el Estado auton¨®mico.
Por otra parte, los efectos profundos de la crisis econ¨®mica y territorial se plasmaron en una crisis social y pol¨ªtica que impuls¨® la aparici¨®n de nuevas fuerzas pol¨ªticas que transformaron sustancialmente el mapa parlamentario y pol¨ªtico derivado del denominado bipartidismo imperfecto y que han supuesto sendas batallas, en la izquierda y en la derecha, por la hegemon¨ªa en cada uno de esos espacios ideol¨®gicos.
La consecuencia ha sido clara: la radicalizaci¨®n de los mensajes y el alejamiento del centro pol¨ªtico y una progresiva bipolarizaci¨®n que, al mismo tiempo, ha favorecido la disgregaci¨®n de la representaci¨®n parlamentaria, asociada a la defensa de intereses territoriales por encima de los intereses generales.
Ese nuevo escenario pol¨ªtico ha propiciado (esta vez en coalici¨®n con la extrema izquierda, superando la pugna en el seno de la izquierda por la hegemon¨ªa) el regreso del PSOE al Gobierno, y la agudizaci¨®n en paralelo de la pugna en el seno de la derecha, con Ciudadanos, que despu¨¦s de una etapa fulgurante, est¨¢ cercano a desaparecer, tras su intento fallido de sustituir al PP como referente y renunciando a un papel de bisagra equilibradora de posiciones; y con un Vox en ascenso, desde posiciones concomitantes con los populismos europeos de extrema derecha en temas como la construcci¨®n europea, la pol¨ªtica exterior, los debates identitarios y sociales o, espec¨ªficamente, el rechazo al Estado auton¨®mico.
En eso estamos. Esta excursi¨®n hist¨®rica nos muestra que la disputa por el centro que caracteriz¨® a los Gobiernos del bipartidismo, ha sido sustituida por la reafirmaci¨®n de posiciones propias en detrimento de la satisfacci¨®n de las demandas de muchos ciudadanos que ven con estupor y preocupaci¨®n la creciente radicalizaci¨®n de los mensajes, el deterioro del debate p¨²blico y pol¨ªtico, y la bipolarizaci¨®n t¨®xica que supone ver como enemigos a los adversarios pol¨ªticos, cuya legitimidad ¡ªque viene de los votos¡ª se niega, con descalificaciones aprior¨ªsticas y etiquetas simplistas.
La pregunta es, pues, c¨®mo representar adecuadamente a ese promedio de ciudadanos que se mueven en posiciones templadas y que desea estabilidad, respeto mutuo y a las instituciones, y buena gobernanza de los intereses generales.
Por ello, los recientes acontecimientos que afectan al PP nos generan, a muchos ciudadanos, una genuina preocupaci¨®n, independientemente de las preferencias ideol¨®gicas. La existencia de una alternativa s¨®lida y responsable al Gobierno es un requisito b¨¢sico para el buen funcionamiento de la democracia.
Y que ambos, Gobierno y oposici¨®n, a pesar de las leg¨ªtimas diferencias y del imprescindible contraste de propuestas pol¨ªticas, respeten las reglas del juego y dejen fuera de la confrontaci¨®n a las instituciones y a los intereses permanentes de una Espa?a que s¨®lo cobra pleno sentido en el marco europeo, atl¨¢ntico y occidental. M¨¢xime en un mundo globalizado, que cuestiona el orden liberal internacional vigente y el respeto a principios y normas hasta ahora com¨²nmente aceptados, como estamos viendo, tr¨¢gicamente, en Ucrania.
Por todo ello, una consistente articulaci¨®n pol¨ªtica del centroderecha es tan imprescindible como que el PSOE interprete adecuadamente las posiciones de centroizquierda y se aleje de postulados de izquierda radical.
La eventual implosi¨®n del PP (como en su d¨ªa de la UCD) dejar¨ªa hu¨¦rfana de representaci¨®n a una amplia capa de ciudadanos, que no se identifican con los postulados de Vox ni con los planteamientos del actual Gobierno. La forma en que se canalice la actual crisis va a depender de muchos factores, entre los cuales la identificaci¨®n de las personas adecuadas es muy importante. Y afortunadamente las hay.
Personalmente, no tengo duda de que Alberto N¨²?ez Feij¨®o es la persona que la alternativa al Gobierno desde el centroderecha necesita. Tiene un proyecto de Espa?a en la cabeza, capacidad para crear equipos y talento para transmitir rigor y seriedad, pero tambi¨¦n ilusi¨®n.
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