?Levanta el culo, pobre!

Kim Kardashian tiene algo que decir a las que sue?an con su vida: ¡°Levanta el puto culo y ponte a trabajar. Parece que nadie quiera hacerlo hoy en d¨ªa¡±. Se lo ha contado a la revista Variety en una entrevista conjunta con las mujeres de su familia por el estreno en abril del nuevo programa de telerrealidad que preparan, The Kardashians. ¡°Con el debido respeto, no es que est¨¦ siendo una perra [bitch, en el ingl¨¦s original]; solo estoy siendo objetiva¡±, zanj¨®.

¡°?Dejad de ser pobres!¡±, viene a decirnos la que naci¨® entre mansiones con piscina. Porque Kardashian es hija del c¨¦lebre abogado y empresario medi¨¢tico Rob Kardashian, el mismo que le dej¨® a ella y sus hermanas unos 100 millones de d¨®lares de patrimonio cuando muri¨® de c¨¢ncer en 2003, cuatro a?os antes de que el reality sobre su vida y sus m¨²ltiples negocios elevaran su fama y, todav¨ªa m¨¢s, su cuenta bancaria. Por eso, a Twitter le falt¨® tiempo para contestar y regodearse en esa ocurrencia dictada desde el privilegio. Por ah¨ª se exhibieron desde las m¨²ltiples ofertas de empleo no pagado que Kim y su madre ofrecen a ¡°becarias¡± a las que piden ser entusiastas para envolver regalos u organizar los armarios de su casa, o tuits que transitaron entre el sarcasmo (¡°Kim Kardashian gritando ¡®levanta el culo y trabaja¡¯ a los ni?os indonesios que preparan sus kits de maquillaje¡±) o la pura impotencia (¡°Lo que me desconcierta es que lo dice en una era en la que casi todo el mundo tiene tres trabajos, influye de alguna manera en las redes sociales y es freelance. Todo lo que hacemos es trabajar y nos est¨¢ matando¡±).

Pasa una cosa con las Kardashian y con las que salieron con varias casillas de ventaja en la partida de la vida. De la amnesia de la que adolecen para poner en contexto a su suerte, de tanto repetir que lo suyo es pura meritocracia se han acabado creyendo esa mentira. Como cuando su hermana Kylie se autoproclam¨® sin sonrojo como ¡°milmillonaria hecha a s¨ª misma¡± en la portada de Forbes, o como cuando, durante a?os, nos quisieron vender desde su reality el cuento de que se part¨ªan el culo trabajando y, adem¨¢s, ejerc¨ªan de sentidas madres de su prole sin que se les cayera una extensi¨®n de pesta?as. Muchas pol¨¦micas levant¨® en EE UU la nula presencia en pantalla del ej¨¦rcito de ni?eras a su cargo, no fuera a ser que si entend¨ªamos toda esa ayuda se rompiera el hechizo que nos hizo pensar que ellas s¨ª pod¨ªan tenerlo todo sin renunciar a ser una madre entregada.

La periodista Bego?a G¨®mez Urzaiz explicaba recientemente en Ideas c¨®mo ha calado en el imaginario espa?ol la idea del ¡°vago de Netflix¡±, una figura casi mitol¨®gica que recae sobre una persona ¡°casi siempre joven, que podr¨ªa tener empleos a su alcance, pero que prefiere quedarse en casa cobrando subsidios y viendo Netflix o jugando a Call of Duty¡±. El concepto no es nuevo y tiene m¨²ltiples conexiones, sin importar la fecha. A esas vagas a las que critica Kardashian, o los empresarios que lloran en nuestro televisor porque ya no encuentran a camareras a las que seguir explotando, ya las maldec¨ªan Margaret Thatcher y Ronald Reagan cuando aseguraban que algunas mujeres solo quer¨ªan parir hijos para cobrar subsidios y as¨ª, mientras se divid¨ªa a las v¨ªctimas de la crisis, se cargaban desde el descr¨¦dito al Estado del bienestar.

A las que nos criaron en esta dieta de meritocracia y excepcionalismo, a las que nos dijeron que explotar¨ªa nuestro potencial si trabaj¨¢bamos duro, se nos ha empachado todo el esfuerzo. Culpen a haber vivido dos crisis, a la incertidumbre y crudeza de una nueva guerra o a una cultura del trabajo agonizante que nos hace replantearnos si lo de ¡°levantar el culo¡± sirve cuando se rompe la cadena de progreso social. Ya lo dicen en Twitter: pero si todo lo que hacemos es trabajar, Kim. Y nos est¨¢ matando.