La factura de la guerra de Ucrania
?C¨®mo se va a financiar el incremento al 2% del PIB del gasto en defensa? ?Qui¨¦nes pagar¨¢n (o seguir¨¢n pagando) la factura del aumento de los costes energ¨¦ticos? ?C¨®mo encararemos la consolidaci¨®n de nuestras cuentas p¨²blicas en el medio plazo?
Es ir¨®nico que la presentaci¨®n del Libro Blanco de la reforma tributaria quedara opacada por el estallido de la guerra en Ucrania. Despu¨¦s de todo, impuestos y guerra siempre han estado ¨ªntimamente asociados. Cuando hay un conflicto armado, los Estados suben los impuestos porque necesitan recursos para sostener su esfuerzo b¨¦lico y, al generarse m¨¢s solidaridad y patriotismo, cargan mayor parte del sacrificio sobre las espaldas de los m¨¢s ricos. No es casualidad que el periodo de las guerras mundiales viera nacer los impuestos sobre la renta, el patrimonio y la herencia.
Estos shocks con frecuencia impulsan cambios estructurales con m¨¢s vigor que otros factores difusos. Por ejemplo, la desigualdad puede crecer lentamente y coexistir con un sistema democr¨¢tico sin que haya m¨¢s demanda por cambios fiscales, pero cuando hay un conflicto armado, una amenaza existencial, todos los ojos se vuelven hacia el Estado. Adem¨¢s, este efecto puede consolidarse tiempo despu¨¦s del conflicto. Tras la II Guerra Mundial vino el establecimiento de econom¨ªas coordinadas de mercado en Europa, donde el Estado juega un papel central ordenando la actividad productiva, as¨ª que la fiscalidad se mantuvo acorde a este hecho.
El hilo rojo que conecta la pandemia y la guerra parece apuntar en una direcci¨®n similar. Se vuelve m¨¢s necesaria que nunca la autonom¨ªa estrat¨¦gica nacional o europea (en muchas dimensiones), algo clave ante un mundo mucho m¨¢s incierto e inseguro, ante un mayor desorden en la gesti¨®n de la globalizaci¨®n. Parece que nos encaminamos hacia m¨¢s capitalismo de Estado, pero esto hace inevitable la pregunta de c¨®mo se va a soportar este cambio ?C¨®mo se va a financiar el incremento al 2% del PIB del gasto en defensa? ?Qui¨¦nes pagar¨¢n (o seguir¨¢n pagando) la factura del incremento de los costes energ¨¦ticos? ?C¨®mo encararemos la consolidaci¨®n de nuestras cuentas p¨²blicas en el medio plazo?
Todas estas preguntas tienen una respuesta netamente pol¨ªtica y el Libro Blanco nos ofrece un men¨² de alternativas posibles en el lado de los ingresos. Por ejemplo, es consensuado que los incrementos de la desigualdad en casi todo Occidente tienen m¨¢s que ver con las diferencias en el valor de los inmuebles, que en general no han dejado de crecer desde los a?os noventa, que con el de unos salarios que apenas suben. Ante esta mayor polarizaci¨®n de la riqueza, gravarla con m¨¢s eficacia puede ayudar a conseguir ingresos adicionales.
Lo curioso, sin embargo, es que la incertidumbre que trae la guerra puede postergar la reforma estructural de nuestra fiscalidad. El calendario preelectoral tampoco ayuda y conspira para que el Gobierno aplace a la siguiente legislatura este cambio, qued¨¢ndose solo con las rebajas fiscales como ¨²nica receta factible por su popularidad. Una pulsi¨®n conservadora que elude un argumento importante: si se tiene que distribuir la factura de la guerra de manera justa, no tocar al alza algunos tributos es renunciar a la mitad de tu arsenal.
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