P¨ªsame la cara, Rosal¨ªa

¡°Quiero que Rosal¨ªa me d¨¦ un pu?etazo en la cara. Es lo que merezco¡±. Esta afirmaci¨®n la tuite¨® el s¨¢bado Lil Nas X, un rapero de Georgia conocido por su refrescante estilo y por el v¨¦rtigo que dan sus cifras de r¨¦cord, con canciones como Old Town Road ¡ªla segunda m¨¢s vendida de 2019, un himno que se pas¨® TikTok y con el que gan¨® dos premios Grammy¡ª, o Call Me by Your Name ¡ªotro ¨¦xito que lleva unos 447 millones de reproducciones en YouTube y unos mil millones en Spotify¡ª. ?Por qu¨¦ uno de los artistas m¨¢s queridos de internet y que mejor ha calado el esp¨ªritu cultural de nuestro tiempo escribi¨® esto (luego lo borr¨®, siempre lo hace con la mayor¨ªa de sus tuits) pidiendo que la de San Esteve Sesrovires le haga da?o? Por la misma raz¨®n que otros tantos perfiles menos conocidos llevan a?os rogando a los cielos de Twitter para que la cantante les inflija dolor f¨ªsico y los lleve al ¨¦xtasis.

He aqu¨ª alguna de las s¨²plicas que se pueden encontrar f¨¢cilmente (respetando la ausencia de acentos, may¨²sculas o signos de puntuaci¨®n que caracteriza a esta red social): ¡°madre m¨ªa rosal¨ªa pisame la cara me muero¡±, ¡°rosalia esc¨²peme y pat¨¦ame plis chula¡±, ¡°Rosal¨ªa atropellame con la moto¡±, ¡±rosalia pasame un tractor encima, te lo agradecer¨¦¡± o el m¨¢s fulminante, pero no por ello menos solicitado: ¡°Rosal¨ªa m¨¢tame si no te sirvo¡±.

?Qu¨¦ le pasa a Twitter y por qu¨¦ fantasea con Rosal¨ªa llev¨¢ndonos al cementerio? Aunque nadie se equivocar¨¢ al decir que santa Teresa de Jes¨²s siempre estuvo ah¨ª primero, el fen¨®meno de los admiradores rogando que la catalana acabe con sus vidas ni es excepcional ni es nuevo. Pasa especialmente entre la generaci¨®n posmilenial y pasa desde que la cultura stan, la de los seguidores acosadores ¡ªel anglicismo une las palabras stalker (¡°acosador¡±) y fan¡ª, se ha popularizado y permeado la conversaci¨®n digital. Hablamos de una jerga propia, lib¨¦rrima y heredera de la cultura LGTB que tan bien han actualizado y normalizado programas como RuPaul Drag Race, en la que la hip¨¦rbole desmedida mezclada con la idea del sufrimiento m¨ªstico sirven como met¨¢fora del amor profesado a un artista. Porque poco importa el g¨¦nero en el que se reconozca la persona que pide que Lana del Rey le asfixie con sus piernas mientras le canta Fly Me to the Moon al o¨ªdo, o que Harry Styles podr¨ªa darle un pu?etazo y definitivamente le dar¨ªa las gracias. Cuando un stan grita ¡±asf¨ªxiame Rosal¨ªa, quiero morir as¨ª, podr¨ªa sonar como algo preocupante, pero responde a un lenguaje en clave, un c¨®digo identificador entre iguales sobre aquello que les une: el puro entusiasmo compartido.

?Y por qu¨¦ ese sadomasoquismo hacia quien admiramos? La ensayista Jia Tolentino analiz¨® hace unos a?os el porqu¨¦ de esta m¨ªstica dolorosa en Twitter y apunt¨® a una conexi¨®n intr¨ªnseca con el fatalismo contempor¨¢neo y la disociaci¨®n cuerpo/mente en la experiencia digital. ¡°Las personas son cada vez m¨¢s insensibles a la vida y est¨¢n perdiendo la perspectiva de la parte f¨ªsica de la realidad, lo que a su vez hace que el cerebro reaccione y exprese las cosas de una manera diferente. En cierta manera, lo escribimos para satisfacer la necesidad de sentir algo en nuestros cuerpos¡±, le cont¨® una mujer cuyo nombre en Twitter era ¡°Ansiedad¡± y que hab¨ªa viralizado un mensaje con dibujos de emojis de copos de nieve que dec¨ªa: ¡°Joder, atropelladme¡±. En una ¨¦poca en la que se nos recuerda que la Tierra acabar¨¢ siendo inh¨®spita, cuando el capitalismo se siente insostenible y cuando somos m¨¢s conscientes que nunca de que estamos a un clic de morir en una guerra nuclear, no es extra?o que esta agon¨ªa m¨ªstica suponga una nueva forma de entusiasmo y reconocimiento grupal. Por eso, lejos de sorprendernos, inundamos de corazones que son abrazos a quien grita: ¡°Rosal¨ªa, p¨ªsame la cara que me muero¡±.