62 cad¨¢veres en 24 horas: la ilusi¨®n de Bukele de un El Salvador m¨¢s seguro se derrumba
Esa fue la cifra en el d¨ªa m¨¢s letal del siglo, aunque la jornada de asesinatos desatada por las pandillas sum¨® m¨¢s de 80 cad¨¢veres en tres d¨ªas
Fue brutal, como suelen desmoronarse las ilusiones en este pa¨ªs. El viernes pasado fue at¨ªpico, hubo 14 homicidios, algo inusual durante la gesti¨®n del presidente Nayib Bukele, que ha reportado decenas de d¨ªas sin un solo cad¨¢ver baleado o apu?alado en las calles. Pero el viernes fue solo el preludio; el s¨¢bado ocurri¨® algo in¨¦dito en este siglo: 62 homicidios, incluido un cad¨¢ver lanzado en la orilla de la carretera que Bukele inaugur¨® y que desciende, permitiendo una hermosa vista, hacia Surf City, su proyecto tur¨ªstico emblema para atraer inversi¨®n. Un cad¨¢ver camino al mar, un cuerpo sin vida en medio de una promesa gubernamental, esa fue la imagen. La idea de que ¨¦ramos menos violentos y de que el Estado ten¨ªa m¨¢s control ha quedado hecha a?icos. El domingo amanecimos con un r¨¦gimen de excepci¨®n que resta libertades a los ciudadanos y, a¨²n peor, con la certeza de que aqu¨ª se mata o se deja de matar como antes: cuando las pandillas quieren.
Quisiera seguir esta columna con certezas, pero lo que hay son preguntas. Preguntar¨¦, pues. Intentar¨¦ responder, quiz¨¢.
?Por qu¨¦ tanta muerte ahora? No veo ning¨²n escenario en el que las negociaciones clandestinas entre este Gobierno y las pandillas no tengan un rol determinante -si no total- en esta masacre de salvadore?os. No ser¨ªa nada nuevo. Desde al menos 2012, los pol¨ªticos de este pa¨ªs vienen negociando con los l¨ªderes de las tres principales pandillas, que re¨²nen a m¨¢s de 64.000 miembros en un pa¨ªs que ronda los 6,5 millones de habitantes. Los pol¨ªticos, los de hoy incluidos, lo han intentado hacer de la misma forma: en secreto, con las c¨²pulas criminales encarceladas, ofreciendo al menos beneficios carcelarios y, en muchas ocasiones, como en el caso de esta administraci¨®n, incluyendo en la discusi¨®n el tema electoral previo a unos comicios. Siempre, en cada negociaci¨®n, cuando las pandillas se han sentido defraudadas, han ¡°abierto la v¨¢lvula¡± (esa insolente met¨¢fora que es ya com¨²n en los corrillos pol¨ªticos y period¨ªsticos de El Salvador). Siempre, en cada negociaci¨®n, las pandillas se han sentido defraudadas. A veces, los pandilleros que aprendieron pol¨ªtica de pol¨ªticos corruptos y clientelistas, matan un d¨ªa o dos o tres, y vuelven a las negociaciones, como mafiosos que incendiaron un local para volver a discutir el costo del impuesto de guerra. A veces, matan todo un a?o, como en 2015, cuando tras el fin de la tregua realizada por el FMLN desde 2012, pusieron la tasa de homicidios m¨¢s alta de la que Am¨¦rica tenga registro este siglo: 103 homicidios por cada 100.000 habitantes.
El Gobierno ha asegurado que todo se debe a su Plan Control Territorial, aunque oficialmente nunca ha presentado ni una hoja de papel que describa de qu¨¦ va ese plan. Este es un pa¨ªs acostumbrado a los planes de humo: ya hubo Plan Mano Dura, ya hubo Plan S¨²per Mano Dura, justo antes de convertirnos en 2009 en el pa¨ªs m¨¢s homicida del mundo.
El s¨¢bado 26 de marzo dej¨® un mensaje muy distinto al del Gobierno: los 62 cad¨¢veres hablaron de una administraci¨®n sin plan y de unas pandillas con un intacto control territorial.
?Esto termina con las negociaciones sostenidas por el Gobierno de Bukele pr¨¢cticamente desde que lleg¨® al poder en junio de 2019? Es la gran pregunta que no s¨¦ responder a d¨ªa de hoy. Cualquiera pensar¨ªa que con m¨¢s de 80 homicidios ocurridos entre un viernes y un domingo es suficiente para poner fin a cualquier negociaci¨®n con cualquier grupo. Pero hay elecciones en 2024, y Bukele ya tiene allanado el camino a la reelecci¨®n, gracias a la Corte Suprema de Justicia que le respalda, y la reducci¨®n de homicidios es la joya de su corona, y ning¨²n pol¨ªtico encaminado a las urnas quiere quedarse sin su reluciente corona y andando sobre un charco de sangre.
?Qu¨¦ desat¨® la ira asesina de las pandillas? Las fuentes hablan con miedo, pero desde dentro de la Polic¨ªa hay quienes est¨¢n convencidos de que no se trata de purgas internas entre criminales, ya que el perfil de muchos de los asesinados no era el de un pandillero: agricultores asesinados mientras araban, panaderos que repart¨ªan el pan, obreros que constru¨ªan, vendedores, salvadore?os en su mayor¨ªa sin antecedentes penales ni ficha policial. Esa l¨®gica refuerza la idea de que era un mensaje escrito con cad¨¢veres y dirigido al Gobierno. En nuestra publicaci¨®n de agosto de 2021, revelamos una lista de peticiones de la Mara Salvatrucha 13, la principal pandilla, con m¨¢s de 40.000 miembros, al Gobierno. La mayor¨ªa ten¨ªan que ver con mejorar las condiciones en c¨¢rceles, reducir la violencia de soldados y polic¨ªas en las calles y programas de reinserci¨®n. Una de esas peticiones, sin embargo, era m¨¢s complicada, porque involucraba reformas al C¨®digo Penal: exig¨ªan tener los mismos privilegios que los reos comunes, como media pena por buen comportamiento. Una reforma de ese tipo ser¨ªa muy llamativo entre una poblaci¨®n que, con raz¨®n, odia a las pandillas y exige bala y no di¨¢logo. Algo de lo que, sin raz¨®n, los pol¨ªticos se cuelgan para proponer pena de muerte o dur¨ªsimos planes vac¨ªos.
Las pandillas han demostrado a lo largo de estos a?os saber leer el horizonte de sus negociaciones. As¨ª, cuando en 2015 los l¨ªderes de la tregua hab¨ªan sido devueltos a m¨¢xima seguridad, todo un linaje de sustitutos estaba listo en las calles para tomar el mando y aterrorizar el pa¨ªs. Algunos de esos pandilleros, como el l¨ªder m¨¢s visible de la MS-13, Diablo de Hollywood, uno de los que ha negociado con el Gobierno actual, lleva sosteniendo este tipo de di¨¢logos con ministros y l¨ªderes pol¨ªticos desde al menos 2012, cuando Bukele era alcalde de un peque?o municipio y vest¨ªa la camisa del FMLN.
Bukele se ha entregado a construir desde su cuenta de Twitter una ret¨®rica que apunta hacia conspiraciones de eso que ¨¦l llama ¡°oposici¨®n¡± y donde ¨¦l apila pol¨ªticos, pero tambi¨¦n acad¨¦micos, periodistas y comunidad internacional. Se ha dedicado tambi¨¦n a aupar a cuentas an¨®nimas que claman por el exterminio de aquel a quien crean pandillero. El presidente retuite¨® un mensaje de quien dec¨ªa haber estado en una cena en la que ¡°asesores pol¨ªticos¡± aseguraron haber sido contactados por una ¡°organizaci¨®n de USA¡± para ¡°derrumbar¡± a Bukele. El presidente tambi¨¦n retuite¨® mensajes de cuentas con im¨¢genes de polic¨ªas con navarone y mensajes como: ¡°tenemos luz verde, se?ores¡± o ¡°Nuestro presidente @nayibbukele nos acaba de quitar la correa¡±. Como buen publicista, sabe que delante tiene un conflicto, y se apresura, antes de resolverlo, a procurarse una buena imagen gracias a ¨¦l, apuntando dedos hacia todas partes.
Ahora, cuando a¨²n no es posible concluir si ya termin¨® la masacre o si la habitual violencia regresar¨¢, el panorama que queda no es alentador. Un presidente que ha demostrado su vocaci¨®n antidemocr¨¢tica ha salido de esto con m¨¢s poderes para decidir a su libre albedr¨ªo si apresar ciudadanos o intervenir sus comunicaciones. Queda un pa¨ªs m¨¢s militarizado, una ciudadan¨ªa en luto, unas pandillas que han vuelto a demostrar todo el da?o que son capaces de hacer. Queda menos democracia, m¨¢s cad¨¢veres y muchas preguntas por responder.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.