Veinticinco millones de prisioneros
Contra muchos pron¨®sticos, Kim Jong-un ha logrado permanecer 10 a?os al frente de Corea del Norte, demostrando ser mucho m¨¢s astuto y m¨¢s calculador de lo que nadie hab¨ªa previsto
Kim Jong-Un ha logrado lo que mucha gente, yo incluida, cre¨ªa imposible: ha durado 10 a?os enteros en el poder como l¨ªder totalitario de Corea del Norte, un anacr¨®nico Estado comunista de otra ¨¦poca que, si nos guiamos por la historia, hace a?os que tendr¨ªa que haberse derrumbado. Como cuando la Uni¨®n Sovi¨¦tica se derrumb¨® en 1991. O cuando ...
Kim Jong-Un ha logrado lo que mucha gente, yo incluida, cre¨ªa imposible: ha durado 10 a?os enteros en el poder como l¨ªder totalitario de Corea del Norte, un anacr¨®nico Estado comunista de otra ¨¦poca que, si nos guiamos por la historia, hace a?os que tendr¨ªa que haberse derrumbado. Como cuando la Uni¨®n Sovi¨¦tica se derrumb¨® en 1991. O cuando el padre fundador de Corea del Norte, el abuelo de Kim Jong-un, muri¨® en 1994. O tal vez cuando hasta dos millones de norcoreanos murieron como consecuencia de la devastadora hambruna de finales de la d¨¦cada de 1990. La muerte del segundo Kim en 2011 y la ascensi¨®n del tercer Kim, un milenial adiposo y poco cualificado, fue tambi¨¦n otro punto de inflexi¨®n claro. Sin embargo, ese milenial, Kim Jong-un, ha resistido todos los pron¨®sticos: el escepticismo de los viejos generales de su r¨¦gimen; el evidente desprecio de su ¨²nico benefactor verdadero, el l¨ªder chino Xi Jinping; el ¡°fuego y la furia¡± de un imprevisible presidente estadounidense y las debilitadoras sanciones que impuso a Corea del Norte.
Kim Jong-un ha demostrado ser mucho m¨¢s astuto y m¨¢s calculador de lo que nadie hab¨ªa previsto. En mi libro El gran sucesor muestro c¨®mo emple¨® una combinaci¨®n de crueldad y c¨¢lculo estrat¨¦gico para asegurar su control sobre Corea del Norte. Durante su mandato, el pa¨ªs ya ha durado m¨¢s que la Uni¨®n Sovi¨¦tica. No es una haza?a f¨¢cil. Pero Kim Jong-un, en 2022, se enfrenta a un reto existencial como ning¨²n otro, que no puede ser soslayado con la diplomacia ni amenazado con misiles bal¨ªsticos. Se trata de la pandemia, que ha infligido mucho m¨¢s dolor al r¨¦gimen de Kim que d¨¦cadas de sanciones y aislamiento diplom¨¢tico.
Corea del Norte no tiene un sistema de atenci¨®n sanitaria que se pueda considerar como tal. Una vez, fui al hospital de la Cruz Roja en Pyongyang, el mejor hospital del pa¨ªs (al menos el mejor para la poblaci¨®n norcoreana, ya que la familia Kim dispone de sus propias instalaciones). Era febrero y no hab¨ªa electricidad en el hospital. Yo llevaba capas de ropa y un abrigo acolchado, y ten¨ªa fr¨ªo. Los pacientes estaban sentados con pijamas finos en sus camas de hospital. No hab¨ªa corriente para encender la calefacci¨®n, por no hablar de los ventiladores y otros equipos m¨¦dicos. Los m¨¦dicos norcoreanos me han contado la realidad de los hospitales provinciales: no hay medicamentos, ni siquiera paracetamol; no hay anestesia ni guantes quir¨²rgicos; no hay salarios para el personal m¨¦dico. En vez de atender a los pacientes, se dedican a recoger hierbas medicinales para venderlas en el mercado y ganarse as¨ª la vida.
Esta era la realidad de la vida en Corea del Norte cuando el coronavirus apareci¨® en la vecina China a principios de 2020. Consciente de que el sistema nunca ser¨ªa capaz de hacer frente a la clase de escenas que se estaban viviendo en el centro de China, Corea del Norte cerr¨® inmediatamente sus fronteras. De modo que, incluso antes de que se confinara Wuhan, el Reino Ermita?o qued¨® sellado herm¨¦ticamente. Su bien arraigada paranoia se intensific¨®.
Corea del Norte ha aplicado estas restricciones fronterizas de un modo tan estricto que el r¨¦gimen ha ordenado que se dispare inmediatamente, sin previo aviso, a cualquiera que cruce la frontera, animales incluidos. Esta decisi¨®n supuso cortar por completo su cuerda de salvamento econ¨®mico. El 90% del comercio de Corea del Norte se dirig¨ªa a China o pasaba a trav¨¦s de ella.
Kim consigue el dinero para su fastuoso estilo de vida ¡ªlos flamantes coches Mercedes Benz, los relojes suizos, las motos acu¨¢ticas y las comidas decadentes¡ª por medio de una unidad denominada ¡°Oficina 39¡å, que se encarga de ganar dinero para el l¨ªder. Los funcionarios deben recaudar dinero por cualquier medio posible, legal o ilegal. El r¨¦gimen se sustenta a base de maletas de dinero en efectivo transportadas, a menudo a mano, a trav¨¦s de la frontera desde China.
Y, cada vez m¨¢s, los norcoreanos hab¨ªan sido capaces de entrar en China mediante sobornos para ganar el dinero que el r¨¦gimen sab¨ªa que no pod¨ªan ganar en casa. Pero ahora no hay comerciantes que vayan y vuelvan en el d¨ªa. No hay peones enviados al extranjero para ganar dinero para el r¨¦gimen. No hay funcionarios corruptos falsificando contratos lucrativos y qued¨¢ndose con su parte.
Muchos norcoreanos que han huido a Corea del Sur ya no pueden enviar remesas a sus familias porque se ha restringido la red habitual de cambistas transfronterizos. El organismo de vigilancia de los derechos humanos de Naciones Unidas afirma que estas restricciones fronterizas han exacerbado la escasez de alimentos y suministros m¨¦dicos.
Por tanto, ?c¨®mo es la vida en Corea del Norte actualmente, tras m¨¢s de dos a?os de total aislamiento del mundo? La respuesta breve es que no lo sabemos. Antes de que estallara la pandemia, los periodistas y analistas ¡ªy tambi¨¦n los servicios de espionaje de todo el mundo¡ª depend¨ªan de las personas que entraban y sal¨ªan de Corea del Norte para obtener alg¨²n atisbo de informaci¨®n.
Los diplom¨¢ticos residentes en Pyongyang describ¨ªan lo que ve¨ªan: la Embajada rusa ten¨ªa una p¨¢gina muy activa en Facebook llena de fotograf¨ªas, y el embajador brit¨¢nico y el sueco hac¨ªan comentarios frecuentes en Twitter. Ahora no queda ni rastro de la diplomacia, ni en Corea del Norte ni en Ginebra o Estocolmo u otras ciudades europeas, donde los diplom¨¢ticos norcoreanos se reun¨ªan a veces con sus hom¨®logos occidentales.
A los trabajadores humanitarios se les permit¨ªa viajar a ciertas partes del pa¨ªs para prestar servicios m¨¦dicos y supervisar las entregas de alimentos. Aunque iban acompa?ados de funcionarios del r¨¦gimen, pod¨ªan hacerse una idea de c¨®mo era la vida fuera de la capital, donde vive el 1%. Hab¨ªa un grupo de intr¨¦pidos empresarios europeos que trataban de establecer negocios de ingenier¨ªa y medicina en Corea del Norte, y tambi¨¦n estaba el autoproclamado enviado espa?ol, Alejandro Cao de Ben¨®s (aunque nunca lo considerar¨ªa una fuente fiable para conocer la vida real en Corea del Norte). Tambi¨¦n estaban los comerciantes que cruzaban a China, y las familias que desertaban del r¨¦gimen, a quienes a veces se pod¨ªa persuadir para que hablasen de lo que ocurr¨ªa en Corea del Norte. Mi mejor informaci¨®n sobre la vida real en el pa¨ªs no la obtuve visit¨¢ndolo, sino sentada en la frontera entre Tailandia y Laos, hablando con personas que se encontraban en la tortuosa ruta de escape desde Corea del Norte a Corea del Sur. Ya no tenemos acceso a ninguna de esas informaciones.
Kim Joon-hyung, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Handong de Corea del Sur y ex asesor de pol¨ªtica exterior del presidente Moon Jae-in, dec¨ªa no hace mucho que estos eran d¨ªas ¡°m¨¢s oscuros¡± para un ¡°pa¨ªs oscuro¡±. ¡°Creo que se trata de una amenaza existencial para ellos¡±, declar¨® al Washington Post. Pero sabemos que los tiempos son extremadamente duros en Corea del Norte porque Kim Jong-un nos lo ha dicho. Ha advertido en varias ocasiones de que el pa¨ªs podr¨ªa enfrentarse a otra ¡°ardua marcha¡±, que es el eufemismo de Pyongyang para referirse a la hambruna de la d¨¦cada de 1990. Aunque el r¨¦gimen haya esgrimido algunas veces esta advertencia para poder obtener ayuda humanitaria del mundo exterior, las restricciones fronterizas significan que hay sobradas razones para creer que esta vez es verdad, y que Kim Jong-un est¨¢ preparando a la desnutrida poblaci¨®n norcoreana para tiempos a¨²n m¨¢s duros.
El pasado febrero, un documental de dos horas de duraci¨®n de los medios de comunicaci¨®n estatales norcoreanos mencionaba la ¡°crisis alimentaria¡± del pa¨ªs y advert¨ªa de que ¡°la situaci¨®n es m¨¢s dif¨ªcil que nunca¡±. ?Ser¨¢ esta la crisis que finalmente condenar¨¢ a la extinci¨®n al r¨¦gimen de Kim? He aprendido lo suficiente durante mis a?os informando sobre Corea del Norte como para saber que no debo predecir su inminente desaparici¨®n. El r¨¦gimen ha recurrido muchas veces a la brutalidad y la represi¨®n para acabar con la disidencia. Pero por el bien de los 25 millones de norcoreanos, que son esencialmente prisioneros del r¨¦gimen de Kim, quiero esperar que tal vez, solo tal vez, este sea el momento en que puedan finalmente lograr alg¨²n cambio significativo.