El Gobierno y Benzema
El Gobierno se parece cada vez m¨¢s al Real Madrid de la Champions. Cuando creemos que lo van a pasar por encima siempre hay alguien que consigue marcar el gol decisivo. O el adversario comete un error garrafal similar al del portero del Chelsea
El Gobierno se parece cada vez m¨¢s al Real Madrid de la Champions. Cuando creemos que lo van a pasar por encima siempre hay alguien, casi siempre Benzema, que consigue marcar el gol decisivo. O el adversario comete un error garrafal similar al del portero del Chelsea. Es decir, algo equivalente al voto de Bildu casi en el tiempo de descuento, o el gol en propia meta del malhadado Alberto Casero. Soy m¨¢s fan del Real Madr...
El Gobierno se parece cada vez m¨¢s al Real Madrid de la Champions. Cuando creemos que lo van a pasar por encima siempre hay alguien, casi siempre Benzema, que consigue marcar el gol decisivo. O el adversario comete un error garrafal similar al del portero del Chelsea. Es decir, algo equivalente al voto de Bildu casi en el tiempo de descuento, o el gol en propia meta del malhadado Alberto Casero. Soy m¨¢s fan del Real Madrid que del Gobierno, pero confieso que tanto en la convalidaci¨®n del ¨²ltimo decreto como cuando hubo que aprobar los distintos estados de alarma, los presupuestos o la reforma laboral, las err¨¢ticas maniobras de sus presuntos apoyos consiguieron ponerme de los nervios. Lo que estaba en juego para esta sufrida sociedad era, es, demasiado importante como para subordinarlo a peque?as t¨¢cticas de pol¨ªtica partidista.
En lo que el Gobierno y sus apoyos difieren de mi querido equipo ¨Do de cualquier otro¨D es que en este todos reman en la misma direcci¨®n, se adaptan a la misma estrategia. En el Gobierno se hacen cada vez m¨¢s patente las disensiones entre sus dos socios, o las discrepancias con sus apoyos en el Congreso. Como casi siempre en nuestra historia, lo ¨²nico que de verdad unifica a los distintos grupos es la animadversi¨®n al enemigo pol¨ªtico, al otro bloque. Dicen que entre las condiciones de Bildu para votar afirmativamente estaba ¨Dentre otras¨D que no lo hiciera el PP, y a la inversa. Todo son vetos cruzados. No hay m¨¢s inter¨¦s general que el particular de cada bloque. Desde luego, la meta aqu¨ª no es ganar la Champions, pero s¨ª la permanencia en la liga de los pa¨ªses de nuestro entorno y el tratar de suturar en lo posible las sucesivas fracturas sociales producidas por la pandemia y la guerra. Casi nada. Quiz¨¢ por eso mismo admiramos tanto la capacidad que han tenido las fuerzas pol¨ªticas italianas para unirse en torno a su coach Mario Draghi.
La situaci¨®n no va a mejorar, hemos entrado ya en modo electoral. Primero est¨¢ Andaluc¨ªa y luego, casi sin soluci¨®n de continuidad, las elecciones generales. El incentivo estar¨¢, si es que alguna vez no lo estuvo, en diferenciarse y en acentuar el conflicto, en que cada uno piense m¨¢s en sus expectativas de partido que en lo que sea m¨¢s conveniente para el pa¨ªs. Esto no lo cambiar¨¢ la novedad de Alberto N¨²?ez Feij¨®o, al menos hasta que no haya acabado este ciclo. Al PP le conviene mantener la tensi¨®n pol¨ªtica y esperar a que el otro bloque siga erosion¨¢ndose al ser incapaz de mantener la cohesi¨®n interna. Y al PSOE tampoco le interesa atraerse al PP tratando de incorporarlo a alg¨²n tipo de pacto. No ya solo porque sus socios no lo permitir¨ªan, sino porque el ¨¦xito de todas las pr¨®ximas citas electorales se va a medir a partir de cu¨¢l de los dos grandes partidos salga victorioso. Lo de la gobernabilidad ya vendr¨¢ despu¨¦s.
Alguna vez he dicho en esta columna que lo preocupante del populismo no es que este crezca, sino que no atendamos a las causas que le permiten florecer. Entre estas est¨¢ sin duda la generalizaci¨®n de una clase pol¨ªtica m¨¢s atenta a sus maniobras y tacticismos que a lo que de verdad interesa a la gente; a saber, que se le resuelvan sus problemas. A trav¨¦s de su ret¨®rica, el populismo est¨¢ consiguiendo extender la sospecha de que detr¨¢s de tanta aparente divisi¨®n hay algo que a todos les une, la aspiraci¨®n a cobrar cotas de poder partidista a costa de los intereses del ¡°pueblo¡±. Como es obvio, ellos encajan tambi¨¦n en esa descripci¨®n y dicha entidad abstracta no existe. Pero de lo que se trata es de hacerlo veros¨ªmil. ?Que no acaben consigui¨¦ndolo!